Un ruise?or que hay que oir
La inauguraci¨®n de la temporada de ¨®pera con un programa dedicado a Stravinski es algo a celebrar, aun cuando tampoco haya que maravillarse, pues las fechas de las obras e incluso su previo conocimiento por el p¨²blico de los conciertos no permiten excesivo volteo de campanas Me parece algo normal; lo anormal es olvidar estos y tantos otros t¨ªtulos y autores. Sin ir m¨¢s lejos, la ¨®pera m¨¢s genuina de Stravinski, El libertino, estrenada en Venecia en 1951, no lleg¨® a Barcelona hasta 1969 y en Madrid la esperamos todav¨ªa.De todos modos, el espect¨¢culo que acabamos de contemplar no es, por estos pagos, cosa, de todos los d¨ªas. Edipo Rey, texto de Jean Cocteau, inspirado en S¨®focles, fue estrenado en el Sarah Bernhardt de Par¨ªs en 1927; El ruise?or, libreto de Stepan Mitusov, inspirado en Andersen, subi¨® al escenario de la ¨®pera de Par¨ªs en 1914. En la primera pieza estamos ante la f¨®rmula ¨®pera-oratorio y en ella prima la ostentaci¨®n de la estaticidad", como dice Massimo Mila, y los personajes del drama "deben tener el aire de estatuas vivientes".
'Edipo Rey' y 'El ruise?or'
De Stravinski. Int¨¦rpretes: Dalmasio Gonz¨¢lez, Helga M¨¹ller, E. Baquerizo,R. Holzer, S¨¢nchez-Geric¨®, Jos¨¦ Luis G¨®mez, Manuel Cid, Yelda Kodalli, Lynda Miraval, Alfonso Echeverr¨ªa, Luis ?lvarez, Mabel Perelstein. Coros, ballet y orquesta titulares. Director musical: Jos¨¦ Ram¨®n Encinar. Director esc¨¦nico, escenograf¨ªa, figurines e iluminaci¨®n: Sim¨®n Su¨¢rez; Coreograf¨ªa: Lidia Azzopardi y Cesc Gelabert. Teatro de la Zarzuela, Madrid, 14 de enero.
Sobre tales principios, el inteligente Sim¨®n Su¨¢rez ha montado su versi¨®n, en la que s¨®lo me resultan gratuitos los trajes como de g¨¢nsteres de primera comuni¨®n; ha movido las luces con gran arte y ha conservado en todo el plan esc¨¦nico la idea est¨¢tica y determinante. En una obra como ¨¦sta, al situarse la orquesta en el foso, se establece un desequilibrio; no se trata de una partitura "de cantantes", aunque deban serlo de la mejor calidad, y los de esta ocasi¨®n alcanzaron el nivel de lo digno. Emergi¨® del conjunto ¨¦l gran trabajo del narrador Jos¨¦ Luis G¨®mez, una personalidad que convierte en puro teatro cuanto hace y dice.
Las cosas alcanzaron mucho m¨¢s alto nivel en El ruise?or, un Stravinski todav¨ªa hijo de Rinski y de Debussy (¨¦l mismo se preguntaba por qu¨¦ segu¨ªa en esta obra a Claudio de Francia cuando deb¨ªa perseguir a Musgorgski). Ejemplo de preciosismo orquestal y de una t¨ªmbrica sustantiva que nada tiene que ver con lo que los diletantes denominan "paleta orquestal", El ruise?or practica un exotismo imaginario, salvo el empleo de la escala pentat¨®nica, puesto al servicio de una po¨¦tica superrefinada.
Virtuoso y human¨ªsimo
La funci¨®n entre todos los elementos, la simplicidad con la que Sim¨®n Su¨¢rez logra lo m¨¢gico, el minucioso trabajo del director Encinar y la labor de los cantantes redondearon una versi¨®n que todo interesado por la cultura no debe perderse. Extraordinaria la soprano Yelda Kodalli (Turqu¨ªa, 1968), un ruise?or virtuoso y human¨ªsimo; sobriamente expresivo y en buen artista el sevillano Manuel Cid y a tono todos los dem¨¢s, as¨ª como una coreograf¨ªa ajustada al contexto. El ¨¦xito fue rotundo y una vez m¨¢s brill¨® con potencia el j¨²bilo, la magia y la austeridad que evoca Pierre Boulez al escribir sobre Stravinski, gigante musical del siglo XX.
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