Imprudencias
Mucho se habla estos d¨ªas de crispaci¨®n pol¨ªtica, como si fu¨¦semos v¨ªctimas involuntarias de alguna fat¨ªdica neurosis colectiva. Pero admitamos que las crisis no son obra de un destino imprevisible, ante el que no cabr¨ªa m¨¢s reacci¨®n que la de resistir confiando en la llegada de d¨ªas mejores. Por el contrario, las crisis son siempre producto de concretas decisiones humanas que precipitan los acontecimientos. Por eso es esencial la prudencia (tambi¨¦n llamada responsabilidad), que mide las consecuencias futuras de los actos.La imprudencia con la que todos nos estamos enfrentando a esta crisis resulta alarmante. Incluso podr¨ªa sostenerse la hip¨®tesis, acariciada por algunos, de que la propia crisis estar¨ªa artificialmente desencadenada por la imprudencia con que un conocido ¨®rgano madrile?o de prensa viene aireando las delaciones de unos convictos presuntamente sobornados. Otras partes interesadas llegan a presumir que toda la crispaci¨®n ser¨ªa producto de la imprudencia de un juez que eligi¨® el momento m¨¢s inoportuno para reabrir un sumario mal cerrado. Lo cual es discutible, pero no lo es que tales hechos, con las consabidas sospechas que provocan, han sido aprovechados por la oposici¨®n pol¨ªtica (y por los comentaristas de prensa) con una imprudencia tan elevada que sobrepasa su no menos evidente oportunismo.
Con esto no pretendo insinuar que la crisis sea ficticia (mera ilusi¨®n s¨®lo creada por la imprudencia de quienes ahora la denuncian y explotan). Por el contrario, creo que esta crisis es no s¨®lo real (producida por las grav¨ªsimas imprudencias criminales que debieron cometer hace 12 a?os determinados representantes de Interior), sino la m¨¢s dif¨ªcil de resolver de las que se han planteado en el mandato socialista. Pero se convendr¨¢ que si todos fu¨¦semos algo m¨¢s prudentes al manejar la crisis (aunque s¨®lo fuese eligiendo mejor nuestras palabras), probablemente las p¨¦rdidas monetarias resultar¨ªan m¨¢s moderadas.
?Quiere esto decir que la posici¨®n del Gobierno (optan do por su vieja t¨¢ctica de esperar y ver) parecer¨ªa la m¨¢s prudente, dada su peligrosa posici¨®n? ?Es una muestra de prudencia pol¨ªtica el no intervenir y dejar hacer a los tribunales, esperando que el tiempo pase y la crisis, poco a poco, se olvide? Lo dudo mucho. Es m¨¢s, intuyo (o me siento tentado a creer) que su t¨¢ctica de presunci¨®n de inocencia no es la m¨¢s prudente: e incluso me atrevo a sospechar que es la m¨¢s imprudente. Como el buque de La l¨ªnea de sombra, de Conrad, el Gobierno se encuentra en lo peor de la tormenta: ese punto no f¨ªsico, sino moral, en el que debe sobreponerse o descomponerse. De ah¨ª la imprudencia de dejarse llevar pasivamente por los golpes de mar. Creo que eso fue lo peor de la intervenci¨®n de Gonz¨¢lez ante Gabilondo. Dio la impresi¨®n de temerle al tim¨®n, de no poder marcar el rumbo, de perder el gobernalle: en definitiva, de no saber mandar. Por eso pareci¨® escurrir el bulto: y su imprudente refugio en la presunci¨®n de inocencia son¨® exactamente igual que si se estuviese acogiendo al derecho de no inculparse a s¨ª mismo (lo que implica una t¨¢cita admisi¨®n de responsabilidad). Para salir de la l¨ªnea de sombra resulta imprudente limitarse puerilmente a decir yo no he sido, pues as¨ª es como el fatal naufragio se hace todav¨ªa m¨¢s seguro.
Por lo dem¨¢s, Gonz¨¢lez incurri¨® en la falacia de suponer que la presunci¨®n de inocencia excluye la investigaci¨®n de responsabilidades internas como si fuesen dos alternativas incompatibles, lo que no es verdad. El ministerio p¨²blico puede y debe hacer ambas cosas a la vez: presumir la inocencia (dejando hacer al juez) pero adem¨¢s investigar gubernativamente todas las responsabilidades internas exigibles (como se orden¨® hacer en el Servicio de Acuartelamiento de la Guardia Civil a resultas del caso Rold¨¢n), A m¨ª me parece (y creo que a muchos otros ciudadanos tambi¨¦n) que ¨¦sa ser¨ªa la decisi¨®n m¨¢s prudente para dominar la crisis, por mucho que cueste llegar a tomarla.
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