Los problemas pol¨ªticos de las reformas laborales
GUILLERMO DE LA DEHESAPor qu¨¦ los costes de despido siguen tan altos? ?Por qu¨¦ no se reducen los salarios m¨ªnimos? El autor lanza varias preguntas y sugiere ahondar en reforma laboral
Si existe en toda Europa un compromiso pol¨ªtico un¨¢nime de reducir el paro, tal como exponen el Libro Blanco de Delors o el informe sobre el paro de la OCDE, ?por qu¨¦ no se ponen en pr¨¢ctica las pol¨ªticas econ¨®micas adecuadas para reducirlo? ?Por qu¨¦ no s¨®lo no se aplican dichas pol¨ªticas, sino que se siguen introduciendo medidas que tienden a aumentar, en lugar de reducir, el nivel de desempleo?La respuesta est¨¢ clara para Gilles St. Paul en un excelente art¨ªculo de pr¨®xima publicaci¨®n sobre el alto desempleo desde una perspectiva de econom¨ªa pol¨ªtica: las pol¨ªticas econ¨®micas son el resultado de un proceso pol¨ªtico y, por tanto, reflejan los equilibrios de poder en la sociedad. Y la realidad es que muchas pol¨ªticas que intentan reducir el desempleo no consiguen suficiente apoyo pol¨ªtico mientras que otras que lo aumentan introduciendo excesivas rigideces laborales, tales como altos costes de despido, elevados salarios m¨ªnimos o excesivas contribuciones a la Seguridad Social, encuentran el apoyo de la mayor¨ªa de los votantes.
La razon principal estriba en que los parados, que son los que se beneficiar¨ªan m¨¢s directamente de estas medidas, son una minor¨ªa electoral, est¨¢n muy desorganizados, y adem¨¢s, su composici¨®n es muy heterog¨¦nea. Por tanto, las pol¨ªticas que tienden a reducir el paro y beneficiar a los parados deben de contar, para que puedan ser aprobadas y aplicadas, con el apoyo de los que ya est¨¢n empleados.
Sin embargo, los ocupados s¨®lo estar¨¢n dispuestos a apoyar dichas medidas cuando consideren que se encuentran muy expuestos a convertirse tambi¨¦n en desempleados. Esto s¨®lo ocurrir¨¢ siempre que la tasa de desempleo est¨¦ creciendo con rapidez. Es decir, se puede llegar a alcanzar un nivel de desempleo muy elevado como en Espa?a, pero, que por muy elevado que sea, si dicho nivel est¨¢ estabilizado o no crece lo suficientemente r¨¢pido, los ocupados se sentir¨¢n muy poco expuestos y, por tanto, muy poco proclives a apoyar medidas que beneficien a los parados. Es el ritmo de crecimiento del desempleo y no el nivel de paro el que influye en la percepci¨®n de los ocupados respecto de su exposici¨®n al paro.
Otro problema que puede plantearse a la hora de poner en pr¨¢ctica medidas de reforma laboral, de acuerdo con St. Paul, es que, una vez anunciadas, los mismos responsables pueden cambiar su compromiso inicial si observan que la reacci¨®n de los agentes econ¨®micos y sociales pueden variar los equilibrios de poder. De acuerdo con estos con dicionamientos pol¨ªticos, se pueden comprender algunas situaciones aplicables a Espa?a.
?Por qu¨¦ los costes efectivos de despido siguen siendo tan elevados a pesar del alto nivel de desempleo existente en nuestro pa¨ªs? Porque su reducci¨®n afecta negativamente a los que actualmente est¨¢n ocupados. Incluso aun cuando s¨®lo se reduzcan los costes de despido para los nuevos contratos y no para los actualmente existentes, con lo que los ocupados s¨®lo tienen ventajas, ya que si son despedidos consiguen una elevada indemnizaci¨®n y adem¨¢s tienen despu¨¦s una mayor probabilidad de ser contratados, la reacci¨®n de los ocupados suele ser contraria tambi¨¦n a esta medida. La raz¨®n est¨¢ en que si la aceptan, los intereses de los nuevos contratados, m¨¢s flexibles, tender¨¢n a ser contrarios a los de los actuales contratados, menos flexibles, y si la medida es un ¨¦xito y el n¨²mero de nuevos empleados m¨¢s flexibles es muy elevado, ¨¦stos pueden ser utilizados como apoyo pol¨ªtico para nuevas medidas de flexibilizaci¨®n laboral, especialmente a trav¨¦s de nuevas reducciones de los costes de despido. De acuerdo con este argumento, se puede comprender el enorme inter¨¦s de los sindicatos para acabar con el sistema de contrataci¨®n temporal introducido en 1984, a pesar de haber sido el ¨²nico elemento importante de flexibilidad laboral y de creaci¨®n del empleo que se ha introducido hasta la reciente reforma laboral.
?Por qu¨¦ no se reducen los salarios m¨ªnimos, especialmente cuando existen tantos desempleados entre la poblaci¨®n joven y entre los trabajadores poco cualificados? En este caso, la oposici¨®n de los ocupados puede derivarse, de un lado, de que la compresi¨®n salarial que introducen los salarios m¨ªnimos tiende a evitar que los trabajadores situados por encima, especialmente los m¨¢s cualificados, caigan en unos tramos de imposici¨®n sobre la renta, m¨¢s elevados, y de otro, de que un aumento elevado de trabajadores j¨®venes puede hacer peligrar, a largo plazo, los mismos empleos.
?Por qu¨¦ no se reducen en mayor medida los costes laborales no salariales, especialmente las contribuciones a la Seguridad Social? Aqu¨ª el problema est¨¢ en que los Gobiernos no, quieren perder un medio de obtenci¨®n de ingresos tan f¨¢cil de recaudar y tan importante, y en que no encuentran otras fuentes alternativas para financiar la Seguridad Social. En estos casos, los intereses de los trabajadores ocupados y los del Gobierno pueden coincidir, ya que cuanto m¨¢s altos sean los costes de despido m¨¢s f¨¢cil ser¨¢ para los Gobiernos elevar las contribuciones a la Seguridad Social sin provocar un mayor paro.
?Por qu¨¦, a pesar de haber alcanzado el nivel de desempleo cifras superiores al 20% en los ¨²ltimos a?os, los crecimientos salariales no se han moderado en mayor medida? Este caso demuestra que los ya empleados no percib¨ªan un riesgo suficiente de convertirse en parados y sus representantes sindicales segu¨ªan presionando por salarios elevados. S¨®lo cuando se han dado cuenta, a finales de 1993, de que la recesi¨®n empezaba a ser muy profunda y el paro alcanzaba niveles r¨¦cord, han comenzado a moderar sus demandas salariales.
Pero existen otras causas que afectan a la escasa flexibilidad de los salarios en relaci¨®n con la evoluci¨®n del desempleo. La primera deriva de la falta de adaptaci¨®n de la oferta de trabajo a los requisitos de la demanda de trabajo por parte de las empresas, tanto en t¨¦rminos de cuatificaci¨®n como de especializaci¨®n.
La segunda causa es consecuencia de nuestro sistema de negociaci¨®n salarial, que es fundamentalmente sectorial en lugar de ser empresa a empresa. Dicho sistema de negociaci¨®n sectorial tiene dos inconvenientes graves. El primero, es que los sectores en los que primero se negocian los salarios son sectores p¨²blicos, en los que los sindicatos tienen una mayor presencia y mayor poder de negociaci¨®n. Una vez establecida una pauta de crecimiento salarial en estos sectores, se produce un efecto contagio y los dem¨¢s tienden a seguir pautas muy similares, aunque est¨¦n en condiciones econ¨®micas muy diferentes de los primeros, con lo que siempre hay un sesgo salarial alcista. El segundo es que, una vez fijados los aumentos salariales en los acuerdos sectoriales, las empresas no pueden pactar aumentos inferiores a los fijados, sino que s¨®lo pueden mejorarlos (a menos que lleven tres a?os consecutivos con p¨¦rdidas, requisito que es extremadamente r¨ªgido).
Cambiar el sistema de negociaci¨®n sectorial por otro empresa a empresa es pol¨ªticamente muy dif¨ªcil, puesto que, l¨®gicamente, ser¨¢ rechazado por los sindicatos y por las patronales, ya que dichas negociaciones sectoriales son, en buena medida, la raz¨®n de ser de su organizaci¨®n.
En estos ejemplos hemos podido vislumbrar lo dif¨ªcil que es, en una democracia, hacer frente a un problema grave que afecte a una minor¨ªa (en nuestro pa¨ªs, muy elevada), a pesar de que su soluci¨®n beneficie, a toda la econom¨ªa y la sociedad en su conjunto, ya que aumenta la producci¨®n y la renta nacionales, disminuye el d¨¦ficit p¨²blico y reduce las tensiones sociales.
es presidente de la Confederaci¨®n de C¨¢maras de Comercio.
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