A la b¨²squeda del suelo
Creo que fue en 1949, en su estudio de Par¨ªs, cuando Brancusi nos explic¨® la verticalidad con el ejemplo de las cr¨ªas de p¨¢jaro que yerguen el cuello y la cabeza para recibir el alimento del pico de su madre. Ya era mayor y no recib¨ªa a casi nadie -acababa de rechazar la visita del director del Museo de Arte Contempor¨¢neo de Nueva York-, pero nosotros, un peque?o grupo en el que estaba tambi¨¦n Pablo Palenzuelo, conseguimos estar con ¨¦l por una afortunada combinaci¨®n de circunstancias, gracias a las gestiones de otro espa?ol de origen rumano. Recuerdo que nos cont¨® cosas muy curiosas que luego no he visto reflejadas en los libros, y recuerdo tambi¨¦n que me impresion¨® su estudio, lleno de recuerdos y misterio, bien distinto, por cierto, a la reproducci¨®n postiza y artificiosa exhibida despu¨¦s en eI Museo de Arte Moderno de Par¨ªs.Rodin fue el primero en llegar al suelo, pero Brancusi, el adelantado, intuy¨® antes la necesidad, la importancia, de que la escultura se asiente libremente en la tierra. Para aquellos precursores del arte contempor¨¢neo herederos de la tradici¨®n del trabajo en los caballetes -yo mismo trabajaba sobre el caballete en mis primeros tiempos-, llegar al suelo debi¨® de ser toda una aventura. Creo no equivocarme si digo que est¨¦ problema explica en buena medida la evoluci¨®n de, su obra. Durante mucho tiempo, Brancusi busca apoyarse en el suelo a?adiendo a su obra una base complicad¨ªsima que no parece una base, ni tampoco un caballete, porque no se atreve a apoyarse con naturalidad en el suelo. Luego, su escultura se va purificando, busca de Abajo arriba y es entonces cuando surgen sus grandes monumentos y cuando su obra adquiere un car¨¢cter verdaderamente contempor¨¢neo.
Es desde luego uno de los grandes. Le admiro tambi¨¦n por ser un adelantado, por plantearse problemas nada comunes entonces en el arte, por haberse enfrentado a ese problema de la b¨²squeda del suelo que le llev¨®, por ejemplo, a colocar un almohad¨®n bajo la cabeza recostada de una de sus figuras. Era un buen t¨¦cnico, un gran artesano experto en moldear la materia, un personaje clave de la escultura contempor¨¢nea, uno de esos primeros a quienes no es nada f¨¢cil seguir. Creo que Brancusi entra en la escultura a trav¨¦s de Rodin y que existe entre ellos una relaci¨®n oculta en la que interviene tambi¨¦n Rosso, otro escultor magn¨ªfico que hace maravillas con la luz y la verticalidad y del que se habla bien poco.
Yo tambi¨¦n he hecho mi particular homenaje a Brancusi. Es una obra que no tiene que ver con ¨¦l, pero que lleva su nombre porque cuando estaba trabaj¨¢ndola descubr¨ª que ten¨ªa una similitud formal con las cabezas de ni?o tumbadas de su primera ¨¦poca del m¨¢rmol. Se puede admirar a alguien que vive en un mundo. sumamente alejado del nuestro.
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