Un extra?o cambio de rumbo
En una reuni¨®n de tres horas, el Ministro de Exteriores de Rusia Andr¨¦i K¨®zirev me explic¨® las razones de la intervenci¨®n del ej¨¦rcito en Chechenia y los motivos de su apoyo incondicional a esa operaci¨®n militar. En el n¨²mero de Tiempos Nuevos publicado la v¨ªspera, Kronid Liubarski, un periodista y defensor de los derechos humanos, que pas¨® por el GULAG y se vio forzado a emigrar, le hab¨ªa llamado "traidor". La expresi¨®n no era muy diplom¨¢tica y K¨®zirev, que evidentemente se sinti¨® tocado en lo m¨¢s vivo, se defend¨ªa apasionadamente: ?l segu¨ªa siendo un dem¨®crata a toda prueba, pero... Chechenia era una parte inalienable de Rusia, y el r¨¦gimen criminal de Dud¨¢iev no respetaba, la democracia y los derechos humanos en Chechenia, Yeltsin se hab¨ªa visto obligado a mandar tropas para defender la democracia y los derechos humanos...Pero queda una pregunta: ?se pueden defender las libertades de los compatriotas enviando tanques y aviones a sus ciudades y pueblos, matando sin distinci¨®n a combatientes y ciudadanos, a j¨®venes y viejos, a chechenos y rusos?
El retumbar de los ca?ones marc¨® el inicio del d¨¦cimo a?o de la hist¨®rica perestroika. Del viejo sistema no qued¨® piedra sobre piedra. ?S¨®lo piedras?
Rusia es un pa¨ªs de preguntas insospechadas. ?Era dem¨®crata el hombre que empez¨® la Reforma democr¨¢tica en la URSS? ?Es dem¨®crata el jefe del r¨¦gimen democr¨¢tico vencedor en Rusia?
Gorbachov era el genio de la indecisi¨®n, y ese fue el primer ¨¦xito de la j¨®ven democracia rusa. Cu¨¢ntas veces sus colegas del todopoderoso Comit¨¦ Central exig¨ªan silenciar a alg¨²n peri¨®dico rebelde, cerrar la boca. de los intelectuales indisciplinados, reprimir a las rep¨²blicas que empezaron a alzar sus voces independientes, dejar de "coquetear" con Occidente, a consecuencia de lo cual los sovi¨¦ticos perd¨ªan sus ¨²nicos puntos de referencia verdaderos, heredados del gran Lenin, pero el indeciso Gorbachov no quer¨ªa de ning¨²n modo utilizar la fuerza contra la democracia rusa, que empez¨® a crecer tempestuosamente como la hierba bajo el asfalto agrietado. Claro que Gorbachov no encontr¨® la fuerza de decisi¨®n para dar el paso siguiente, vitalmente necesario, de liberalizar econom¨ªa. Y de este modo, de buen grado o por fuerza, el padre de la democracia sovi¨¦tica se encontr¨® defeestrado.
Yeltsin ha sido y es un genio de la decisi¨®n. Y ¨¦se es el segundo ¨¦xito de la democracia rusa. Expulsado del Bur¨® Pol¨ªtico por su car¨¢cter antojadizo, se ali¨® con con la oposici¨®n democr¨¢tica y la encabez¨®. Se present¨® en las elecciones presidenciales de la Federaci¨®n Rusa en contra de los candidatos del aparato del PC, y las gan¨®. Rompi¨® rotundamente con el partido y, tras el fracasado golpe de agosto de 1991, firm¨® el decreto de su disoluci¨®n. Tambi¨¦n firm¨® el Tratado de Minsk que significaba el fin del imperio sovi¨¦tico. Lanz¨® osadamente al pa¨ªs en el torbellino de la "terapia de choque", cuya sombra hab¨ªa, dejado helado a su ant¨ªpoda y enemigo Gorbachov. Y ante los ojos del mundo entero, no se fren¨® a la hora de usar los tanques contra el Parlamento para aplastar el complot y la sublevaci¨®n de los nuevos ambiciosos -el portavoz del S¨®viet Supremo Rusl¨¢n Jasbul¨¢tov y el Vice-Presidente Alex¨¢ndr Rutsk¨®i y compa?¨ªa-.
La crisis en Chechenia ha mostrado que: Yeltsin sigue siendo un hombre sin miedo y sin compromisos, pero las v¨ªctimas esta vez no han sido tanto sus adversarios pol¨ªticos -los personales y los de la democracia-, como la gente ordinaria de la calle. La misma democracia rusa se convierte en otra v¨ªctima. Y otra vez la mentira esta a la orden del d¨ªa y se valora a los funcionarios sin principios, serviciales y dispuestos a todo, y de nuevo la prensa libre se convierte en el enemigo n¨²mero 1 del r¨¦gimen.
En un abrir y cerrar de ojos se ha producido un extra?o viraje: No han cambiado los que est¨¢n en el poder, sino el car¨¢cter del poder. Por supuesto, esto se fue gestando. Ya mucho antes chocaba la rapidez y la facilidad con la que los sinceros y simp¨¢ticos dem¨®cratas de los tiempos de oposici¨®n se convert¨ªan en bur¨®cratas celosos, y la irreflexi¨®n con la que se lanzaban hacia las ollas de reparto ole propiedades y privilegios. Fue una metamorfosis masiva pero individual. El cambio en la personalidad de Yeltsin es el signo m¨¢s claro de la degeneraci¨®n del r¨¦gimen.
La democracia en Rusia es un ni?o raro. Tras 70 a?os de totalitarismo comunista y de autoritarismo, sigue siendo algo ideal -un sue?o, una esperanza, un fetiche, un nombre querido-. No es material y no es un sistema pol¨ªtico. Involuntariamente, el paso del comunismo a la democracia se ha convertido en otra revoluci¨®n autoritaria. En la pr¨¢ctica ha producido un cambio de ¨¦lites (e incluso el cambio de piel de esa ¨¦lite), pero no un cambio de cultura, de tradiciones y costumbres. El Estado sigue siendo igual de grande y trata de aplastar la sociedad con su peso. Casi todo, incluso la econom¨ªa, sigue siendo de su propiedad. Se ha rehabilitado y ha comenzado a funcionar el factor del inter¨¦s personal, prohibido durante mucho tiempo, pero lo que proporciona m¨¢s ganancias no es la iniciativa privada.. normal con sus riesgos, sino la proximidad al Leviat¨¢n estatal, a su propiedad y poder desmesurados. La mayor¨ªa de la gente no ha obtenido a¨²n la libertad econ¨®mica. No hay partidos de masas reales, no se ha producido una estratificaci¨®n social normal. S¨®lo existen grupos pol¨ªticos pululando alrededor de los que pretenden ser l¨ªderes. Todav¨ªa es temprano para hablar de sociedad civil, aunque existe una prensa libre, que no dejar¨¢ que la democracia se convierta en una palabra olvidada o injuriosa.
La democracia en Rusia no es posible a¨²n, aunque es necesaria como el aire. Sin ella Rusia no se convertir¨¢ en una sociedad moderna. Sin democracia, Rusia se ver¨¢ amenazada a cada paso en caer en ollas sucias y sangrientas como las; de Chechenia.
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