Siesta del Athletic ante el Valladolid
En otro tiempo los devotos del esoterismo hubieran culpado al viento de la confusi¨®n de ideas del Athletic. Durante a?os las tardes de f¨²tbol en San Mam¨¦s estaban sometidas al veredicto del viento que por inexplicables conjuros act¨²a malignamente sobre el subconsciente rojiblanco. Irureta, nuevo en la plaza, se afan¨® en un conjuro tan alternativo como imprevisible: golear a un rival fam¨¦lico y presuntamente condescendiente. Para ello apel¨® al esp¨ªritu del Anorthosis, un conjunto chipriota al que heroicamente elimin¨® el Athletic por 3-2. El Athletic se durmi¨® en la conversaci¨®n. Los ronquidos atronaban la tribuna s¨®lo resucitada por los ejercicios particulares de Guerrero contra Gonzalez. Guerrero es el ¨²nico futbolista rojiblanco que aprecia el simbolismo de los galones.
El gol rojiblanco lleg¨® del ¨²nico modo posible, una falta absurda del Valladolid y una ejecuci¨®n preciosa de Guerrero a la escuadra. El conjuro era una filfa pero los parroquianos se consolaban con otra victoria al gusto del chef. Pero Urban atragant¨® el men¨².
Fue lo ¨²nico agradecido de un partido irreal. No es extra?o que la grada tienda a la chirigota y reclame "defensa, defensa" para escarnio del banquillo. El Valladolid sac¨® fruto a su humildad porque los grandes futbolistas como Urban a¨²n mantienen, aunque sea en la u?a, algunas de sus esencias. Antes y despu¨¦s, el desierto. La conjura, como era previsible, acab¨® en necedad.
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