Una p¨¢gina de historia
El embajador franc¨¦s en la ¨¦poca de los GAL ofrece su testimonio a la justicia espa?ola para esclarecer el caso
?Qui¨¦n ha fundado, dirigido y financiado los GAL? Es a la justicia espa?ola a, la que le corresponde identificar y condenar a los culpables. Pero estoy profundamente convencido de que en este asunto es imposible descubrir la verdad -y esto es, supongo, lo que interesa a la justicia: toda la verdad, nada m¨¢s que la verdad- si no se sabe, si no se quiere saber, lo esencial, lo que permite explicar y comprender el comportamiento y las declaraciones de todos los protagonistas. La clave son las relaciones entre Espa?a y Francia durante las semanas y los meses, que han visto nacer y desarrollarse a esta pandilla de asesinos. Cuando se sabe lo que pasaba, lo que se jugaba, exactamente en ese preciso momento, en los mismos d¨ªas, en las mismas horas, entre los dos pa¨ªses y los dos Gobiernos, todo, o casi todo, se aclara. Cuando se cree -por un sorprendente fen¨®meno de amnesia colectiva- que la cooperaci¨®n hispanofrancesa contra el terrorismo de ETA ha empezado ¨²nicamente en 1986/87 (en consecuencia, despu¨¦s de las proezas de los GAL), todo queda opaco, incomprensible, y todas las fabulaciones y sospechas quedan permitidas. Han pasado 10 a?os. Yo fui nombrado embajador de Francia en Espa?a en diciembre de 1982, poco despu¨¦s de la victoria electoral del PSOE. Tom¨¦ posesi¨®n en Madrid en enero de 1983. Todo lo que concern¨ªa a las relaciones entre los dos pa¨ªses ha pasado por mis manos. Soy probablemente, hoy, uno de los pocos que pueden contar esta historia, dar los datos y los hechos. Manos a la obra. Primero el contexto. Si no se recuerda no se puede comprender nada. Nunca hab¨ªan sido peores las relaciones entre ambos pa¨ªses como al final de los Gobiernos de UCD. "Francia, que bloquea nuestra incorporaci¨®n a Europa, protege a los terroristas, quema nuestros camiones..." Mi misi¨®n, fijada por Fran?ois Mitterrand, era, abrir el camino a una reconciliaci¨®n, y ante todo negociar -nunca hab¨ªamos negociado verdaderamente- la adhesi¨®n de Espa?a a la Comunidad Europea, en condiciones compatibles con los intereses de Francia, pero sobre todo en la perspectiva del nuevo impulso que esta adhesi¨®n, si estaba bien organizada, pod¨ªa proporcionar a la construcci¨®n de Europa. No es ¨¦ste el lugar para recordar las peripecias de esta negociaci¨®n dif¨ªcil, pero concluida finalmente de forma satisfactoria para todos. La inteligencia de Felipe Gonz¨¢lez -y yo quiero tambi¨¦n subrayar el papel de Fernando Mor¨¢n- fue comprender de inmediato que si los problemas m¨¢s graves de la pol¨ªtica extranjera espa?ola ven¨ªan del enfrentamiento con Francia, el di¨¢logo con Francia era la soluci¨®n. El a?o 1983 ser¨¢, pues, el a?o del di¨¢logo, el a?o de un acercamiento cada vez m¨¢s estrecho entre Francia y Espa?a. Y en este di¨¢logo, todos los problemas, incluido desde el primer d¨ªa el del terrorismo, ser¨¢n evocados y tratados a fondo. Los dos Gobiernos. se encuentran en la Celle Saint Cloud (enero de 1983) y en La Granja (julio de 1983) y coordinan sus. posiciones frente a la cumbre europea de Stuttgart julio de, 1983). La fase decisiva, que convertir¨¢ en ineluctable la adhesi¨®n de Espa?a a la CEE y fijar¨¢ las grandes l¨ªneas del tratado, se sit¨²a -y esto es extremadamente importante- entre septiembre de 1983 y julio de 1984. En septiembre de 1983 se produce el acuerdo europeo sobre frutas y legumbres, obtenido gracias a los esfuerzos coordinados de Francia y Espa?a. En enero de 1984, las negociaciones secretas -dos semanas, d¨ªa y noche- entre Francia y Espa?a, en Madrid, sobre todos los problemas planteados por la adhesi¨®n. La conclusi¨®n de esta negociaci¨®n es confirmada por un seminario de los dos Gobiernos en Rambouillet (febrero de 1984) y luego aceptada por el Consejo de Luxemburgo (junio de 1984) y finalmente por la Cumbre de Fontainebleau, bajo presidencia francesa, que adopta el principio de la adhesi¨®n de Espa?a y de Portugal a la CEE, al mismo tiempo que resuelve los grandes contenciosos que paralizaban la Comunidad. Esto es lo que permite viajar a Madrid a Fran?ois Mitterrand (29 de junio de 1984) para concluir los seis meses de presidencia francesa, seis meses de intensa cooperaci¨®n entre Francia y Espa?a que conducir¨¢n sin sorpresas a la firma del tratado de adhesi¨®n (15 de junio de 1985). ?Por qu¨¦ recordar estos acontecimientos lejanos, ya olvidados, y aparentemente sin relaci¨®n alguna con el asuntos de los GAL? Primero, porque est¨¢ claro que en este per¨ªodo, en el que todas las esperanzas de Espa?a reposan en la calidad de las relaciones establecidas con Francia, en las negociaciones bilaterales cotidianas, p¨²blicas o secretas en la confianza entre los Gobiernos franc¨¦s y espa?ol, habr¨ªa sido demencial, absurdo y con riesgo de destruirlo todo, toma la responsabilidad de una crisis mayor entre los dos pa¨ªses, cuyo primer resultado habr¨ªa sido retrasar, sin duda durante vario a?os, la entrada de Espa?a en Europa. ?Unos GAL, antes de 1983, cuando los dos Gobierno no se hablan, no se re¨²nen? Se hubiera podido entender. En 1983 ser¨ªa idiota y tremendamente peligroso. Y tremendamente peligroso por idiota.
Pero no es ¨¦sta la raz¨®n principal. Es evidente, para quien quiera reflexionar, que Francia, desde el momento en que aceptaba y favorec¨ªa la adhesi¨®n de Espa?a a la CEE y aprovechaba su presidencia para negociar los puntos esenciales, estaba obligada a querer que su nuevo socio, cuyo peso dentro de la Comunidad ser¨ªa grande, fuera a partir de entonces un amigo y un aliado. El papel europeo de Francia, tal como es concebido en Par¨ªs, exig¨ªa que un eje Par¨ªs-Madrid viniera a sumarse al eje Par¨ªs-Bonn. Esto supon¨ªa que, m¨¢s all¨¢ de los problemas del vino y de la pesca, la reconciliaci¨®n hist¨®rica entre Francia y Espa?a fuera s¨®lida, duradera, permanente, y fuera en el futuro uno de los factores de estabilidad en el paisaje europeo. Aceptar la adhesi¨®n era aceptar la resoluci¨®n de las cuestiones que envenenaban desde hac¨ªa a?os las relaciones franco-espa?olas, y en consecuencia, corno prioridad, la cuesti¨®n del terrorismo vasco y de santuario franc¨¦s. La inacci¨®n de Francia en el Pa¨ªs Vasco era la consecuencia l¨®gica del veto de Giscard d'Estaing a la ampliaci¨®n de la CEE. El acuerdo sobre la ampliaci¨®n implicaba -yo lo sab¨ªa desde el primer d¨ªa- un acuerdo simult¨¢neo en lo que se refiere a la lucha contra el terrorismo. No hay, pues, nada sorprendente en el hecho de que las discusiones entre los dos Gobiernos sobre la cuesti¨®n del terrorismo y del santuario hayan sido estricta y exactamente paralelas respecto a las negociaciones de adhesi¨®n, se hayan desarrollado y concluido al mismo tiempo... y hayan sido, por razones de eficacia evidentes, -tan secretas y tan discretas como la propia negociaci¨®n de adhesi¨®n.
Todo se decide -las fechas son profundamente significativas y la comparaci¨®n de fechas m¨¢s todav¨ªa-, entre septiembre de 1983 y junio de 1984. Es decir, exactamente en el momento en el que aparecen los GAL.
Es, pues, en los primeros d¨ªas de septiembre de 1983 cuando yo pongo en marcha, a petici¨®n de mi Gobierno, las conversaciones sobre la cuesti¨®n del terrorismo con el presidente del Gobierno espa?ol, el vicepresidente, el ministro de Asuntos Exteriores y el ministro del Interior. Con exclusi¨®n de cualquier otra personalidad y en secreto. Desde hac¨ªa tiempo, Espa?a nos ped¨ªa que actu¨¢ramos. ?D¨®nde, cu¨¢ndo, c¨®mo, con qu¨¦ medios y en relaci¨®n a qui¨¦n? En eso tambi¨¦n hac¨ªa falta acostumbrarse a trabajar juntos, buscando ante todo la eficacia, pero teniendo en cuenta las obligaciones propias del Estado de Derecho, en el que la justicia es independiente, en el que las libertades y los derechos humanos est¨¢n garantizados. En noviembre de 1983, despu¨¦s de semanas de discusiones intensas, yo estaba en disposici¨®n de transmitir a Par¨ªs el acuerdo obtenido sobre los puntos siguientes:
1. Los dos gobiernos estaban de acuerdo en dirigir en com¨²n, proseguir e intensificar la lucha antiterrorista hasta conseguir desactivar las bandas armadas. Esto supon¨ªa una estrecha cooperaci¨®n entre las dos polic¨ªas, el intercambio ole informaciones, la limpieza del "santuario", la expulsi¨®n hacia pa¨ªses terceros de los responsables pol¨ªticos de la organizaci¨®n terrorista y la extradici¨®n de quienes contaran con cr¨ªmenes que pudieran ser probados ante un tribunal.
2. El Gobierno franc¨¦s se compromet¨ªa a hacer todo lo que estuviera en su. mano para desmantelar, tan r¨¢pidamente como fuera posible, los comandos que actuaban a partir de Francia.
3. El Gobierno espa?ol propon¨ªa una pol¨ªtica generosa de reinserci¨®n en la sociedad espa?ola de los condenados y exilados, mientras no hubieran cometido cr¨ªmenes de sangre y fuera posible tomar medidas de gracia individuales. Preve¨ªa de otra parte un acuerdo pol¨ªtico con las fuerzas nacionalistas vascas que permitiera dar al estatuto de autonom¨ªa su pleno desarrollo, con la Constituci¨®n como ¨²nico l¨ªmite.
4. Finalmente, el Gobierno espa?ol precisaba que no exclu¨ªa ofrecer, el d¨ªa en que fuera posible, a la organizaci¨®n terrorista los procedimientos que permitir¨ªan el abandono de las armas, entendiendo que no habr¨ªa en ning¨²n caso una negociaci¨®n "pol¨ªtica" sobre el futuro del Pa¨ªs Vasco.
El 1 de diciembre de 1983, Felipe Gonz¨¢lez viaja a Par¨ªs, para un encuentro a solas con Fran?ois Mitterrand. Este hab¨ªa recibido, pocos d¨ªas antes, a S.M. el Rey, en visita privada. A la vuelta del presidente del Gobierno a Madrid, empieza la aplicaci¨®n del acuerdo cerrado -sobre las bases que acabo de recordar- entre Felipe Gonz¨¢lez y Fran?ois Mitterrand.
La lucha contra el terrorismo, lo sab¨ªamos, pedir¨ªa tiempo. La primera etapa, la m¨¢s urgente, era la expulsi¨®n hacia pa¨ªses lo m¨¢s alejados posible de los principales responsables de ETA. Esta era la ¨²nica soluci¨®n, despu¨¦s de que hab¨ªa dado pruebas de ineficacia la asignaci¨®n de residencia dentro de Francia. Pero hac¨ªa falta encontrar pa¨ªses de acogida, cosa que no era f¨¢cil. Durante todo el mes de diciembre, la diplomacia espa?ola trabaj¨® en ello con una profesionalidad admirable: no habr¨¢ ni la m¨¢s m¨ªnima indiscreci¨®n. Finalmente, la polic¨ªa francesa recibe la luz verde que esperaba: lanza la primera redada, durante la primera semana de enero de 1984, en el distrito de Bayona, y Francia expulsa hacia Cuba y Panam¨¢ una primera decena -habr¨¢ muchas m¨¢s- de jefes terroristas. Poco despu¨¦s (febrero-marzo de 1984) la cooperaci¨®n entre as dos polic¨ªas permit¨ªa la eliminaci¨®n completa e los "comandos aut¨®nomos", al mismo tiempo que ETA-Pol¨ªtico Militar era puesta fuera de combate y se efectuaba sin dificultad la reinserci¨®n de la mayor¨ªa de sus militantes. En el Pa¨ªs Vasco, empezaban os atentados antifranceses, que golean nuestras empresas, nuestros transportistas y nuestros turistas. En junio de 1984, los dos ministros de Interior, Gaston Defferre y Jos¨¦ Barrionuevo, firman en Madrid los Acuerdos de la Castellana, que precisan y formalizan las modalidades -detalladas- de la cooperaci¨®n policial entre nuestros dos pa¨ªses. En julio de 1984, Pierre Joxe, que ha sustituido a Gaston Defferre, viaja a Madrid para confirmar estos acuerdos: est¨¢ acompa?ado por los m¨¢s altos responsables de la polic¨ªa y de la gendarmer¨ªa francesas. Finalmente, en setiembre de 1984, la extradici¨®n de tres terroristas buscados des de hac¨ªa tiempo demuestra tajantemente ante las dos opiniones p¨²blicas la determinaci¨®n del Gobierno franc¨¦s y su compromiso total al lado del Gobierno espa?ol en la lucha contra el terrorismo, que es de hecho una lucha por la democracia. Esta pol¨ªtica ser¨¢ proseguida sin debilidad por Pierre Joxe (1984/86), luego por Charles Pasqua (1986/88), y de nuevo por Pierre Joxe a partir de 1988. Todav¨ªa hoy en d¨ªa es Charles Pasqua quien la contin¨²a.
Estas fechas y estos hechos son p¨²blicos. La prensa ha dado noticia del viaje de Felipe Gonz¨¢lez a Par¨ªs, de la redada de enero de 1984, de los ¨¦xitos de la lucha antiterrorista, de los acuerdos de la Castellana, de las expulsiones, de las extradiciones, de las visitas de Gaston Defferre y Pierre Joxe. El resto est¨¢ en los archivos, en el Quai d'Orsay, en Santa Cruz y no es dif¨ªcil comprobarlo si un juez quiere de verdad hacerlo.
?Y los GAL? Su primera aparici¨®n -su primer crimen- se produce el 13 de diciembre de 1983. En esta fecha, ?qui¨¦n sabe que el acuerdo con Francia est¨¢ firmado, y que la, cooperaci¨®n franco-espa?ola est¨¢ -finalmente- en marcha? Seg¨²n mis noticias, Felipe Gonz¨¢lez, Alfonso Guerra, Fernando Mor¨¢n, Jos¨¦ Barrionuevo y Rafael Vera. Puede ser -no tengo ni idea- que dos o tres m¨¢s en La Moncloa. El secreto ha sido bien guardado. Y hac¨ªa falta que lo fuera si quer¨ªamos obtener el ¨¦xito y aprovechar el efecto sorpresa. En este contexto, la aparici¨®n de los GAL es un desastre, una cat¨¢strofe. En este momento, en los ¨²ltimos d¨ªas de 1983, los primeros d¨ªas de 1984, nada puede estar m¨¢s contra la pol¨ªtica del Gobierno espa?ol, nada puede ser m¨¢s contraproducente, que los atentados antiterroristas organizados por criminales irresponsables en territorio franc¨¦s. Pod¨ªan arruinar todos los esfuerzos realizados durante varios meses por los dos gobiernos. No pod¨ªan conducir a obtener la cooperaci¨®n de Francia: en esta fecha, ya se hab¨ªa conseguido. Su ¨²nico resultado era dar la alerta a los terroristas en el momento menos oportuno. Si la redada de enero de 1984 no es m¨¢s que un ¨¦xito a medias -los principales jefes de ETA se han sumergido en la clandestinidad- es por culpa de los GAL. Estos har¨¢n mas dif¨ªcil la tarea de los polic¨ªas franceses -por, miedo a los GAL los miembros de ETA se esconden, se protegen, desaparecen- y del Gobierno franc¨¦s -los terroristas pueden, a ojos de la opini¨®n p¨²blica, hacer figura de m¨¢rtires y de v¨ªctimas inocentes. Ser¨¢ necesaria la resoluci¨®n sin fisuras de Frani?ois Mitterrand para que prosiga y, se profundice la cooperaci¨®n franco-espa?ola contra el terrorismo, a pesar de los GAL, a pesar de las desastrosas consecuencias de la acci¨®n de los GAL -los cuales recuerdo que han asesinado "por error" a ocho ciudadanos franceses. Desde el punto de vista de la lucha contra ETA, los GAL -hay que ser claro- han sido m¨¢s que in¨²tiles. Han sido profunda y tr¨¢gicamente perjudiciales.
Y el Gobierno espa?ol -el presidente, los ministros- que ten¨ªa la responsabilidad de esta lucha era el mejor situado para saberlo, para medir el terrible peligro que cada crimen del GAL supon¨ªa para una cooperaci¨®n con Francia que era para Espa?a, para la democracia espa?ola, una necesidad absoluta, una cuesti¨®n de vida o muerte.
He ah¨ª por qu¨¦ -yo puedo dar testimonio-, ni en aquel momento ni m¨¢s tarde, cuando han sido
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juzgados y condenados los miserables ejecutores pagados por los GAL, nadie en Francia ha pensado que el Gobierno espa?ol -presidente, vicepresidente, ministros, secretarios de Estado- pudiera tener alguna responsabilidad en la creaci¨®n de los GAL. Esta hip¨®tesis -esta sospecha-, expresada por medios pr¨®ximos a ETA, nos parece absurda, inveros¨ªmil. Todas nuestras, relaciones, en 1983, todo lo que est¨¢bamos a punto de hacer juntos -se puede imaginar sin que haga falta entrar en detalles el inmenso trabajo que represent¨® la elaboraci¨®n de este tipo de cooperaci¨®n- demostraba cada d¨ªa lo contrario. La aparici¨®n de los GAL precisamente en este momento -y dejo de lado voluntariamente todo argumento ¨¦tico o moral para permanecer en el plano de los hechos, de la l¨®gica pol¨ªtica- era para el Gobierno espa?ol una cat¨¢strofe que habr¨ªa querido evitar a cualquier precio, pues su inter¨¦s m¨¢s evidente era evitarlo, si es que pod¨ªa. Lo peor que pod¨ªa ocurrir en el peor de los momentos.
Que el Gobierno espa?ol -el Gobierno- hubiera tenido algo que ver con la existencia y la acci¨®n de los GAL, era para nosotros -y se puede creer que Francia ha estudiado seriamente la cuesti¨®n: ¨¦ramos los primeros afectados- psicol¨®gicamente inveros¨ªmil, pol¨ªticamente absurdo y t¨¦cnicamente imposible.
Psicol¨®gicamente inveros¨ªmil: ?C¨®mo creer que los mismos hombres, simult¨¢neamente, organizaban los GAL y negociaban la cooperaci¨®n legal, oficial, con Francia? Lo uno exclu¨ªa lo otro. No se puede a la vez pedir la colaboraci¨®n de la polic¨ªa y de las autoridades civiles y judiciales francesas y mandar criminales a matar al azar a Francia. Luego -ya lo he recordado- es la v¨ªa de la cooperaci¨®n la que ha sido elegida, mucho antes del nacimiento de los GAL.
Pol¨ªticamente absurdo: en 1983 / 84 nada es m¨¢s importante para Espa?a que la amistad con Francia. Europa, la econom¨ªa, las inversiones, la lucha contra el terrorismo, todo lo esencial pasa por Par¨ªs -hasta llegar al Protocolo de Amistad y Cooperaci¨®n firmado en julio de 1985 con motivo de la visita de Estado de S.M. el Rey, que sella la reconciliaci¨®n de Espa?a con Francia. Los GAL eran una provocaci¨®n directa, inaceptable, para un pa¨ªs del que se sabe que es particularmente celoso de su soberan¨ªa y apegado a los principios del Estado de Derecho. Nadie en Espa?a de los que conoc¨ªan lo que estaba en juego en el acercamiento con Francia pod¨ªa aceptar este riesgo desmesurado.
T¨¦cnicamente imposible: desde principios de 1984, las dos polic¨ªas, y los dos ministerios del Interior trabajan juntos diariamente, con un intercambio constante de in.. formaciones y una transparencia, casi total. Yo he asistido a estas reuniones y he participado en este trabajo. Francia -viejo pa¨ªs centralizado y centralista- ha rechazado siempre los contactos directos entre los polic¨ªas de Bilbao 17 los de Bayona, y siempre ha exigido que todo pase por Madrid y Par¨ªs. Pero a este nivel, no hab¨ªa secretos entre los dos gobiernos y los dos ministros. Ten¨ªamos todas las informaciones que quer¨ªamos. Si hubiera habido una vinculaci¨®n -por escondida que fuera- con los GAL, lo habr¨ªamos sabido. No pod¨ªamos no saberlo. Y la cooperaci¨®n habr¨ªa quedado inmediatamente interrumpida.
Supon¨ªamos -?por qu¨¦ no decirlo?- que apenas algunos meses despu¨¦s de su llegada al poder, los socialistas espa?oles no controlaban totalmente -es un eufemismo- los servicios de polic¨ªa formados bajo gobiernos precedentes y a veces bajo el r¨¦gimen anterior. Pens¨¢bamos que eran numerosos los que actuaban todav¨ªa por su propia cuenta, con su propia estrategia y sus m¨¦todos de siempre. Nosotros mismos, en un pa¨ªs donde est¨¢ fuertemente enraizada la tradici¨®n de disciplina y obediencia al Estado, hab¨ªamos tenido extra?as sorpresas al principio. Pod¨ªamos pensar que en los servicios encargados de combatir el terrorismo, en Bilbao o en otros sitios, un grupo de imb¨¦ciles, convencidos de que Francia no har¨ªa nunca nada ni cooperar¨ªa jam¨¢s, condicionados por la francofobia hist¨¦rica de una parte de la prensa, ignorando lo que preparaban en secreto los dos gobiernos, incapaces de prever que el acercamiento entre Francia y Espa?a -en el que no cre¨ªan- aportar¨ªa tan r¨¢pidamente tales resultados, decidieron en oto?o de 1983 recurrir a m¨¦todos ilegales y criminales, en territorio franc¨¦s, para combatir a ETA "con sus propias armas". Para este fin formaron los GAL. Conocemos la continuaci¨®n.
?Ten¨ªan c¨®mplices? Sin duda. ?Financiadores? Es probable. ?Se han consagrado suficientes esfuerzos y energ¨ªas para identificarlos y neutralizarlos?. Quiz¨¢s no. Pero en estos a?os, lo que exig¨ªa la opini¨®n p¨²blica espa?ola, la prensa y los medios pol¨ªticos un¨¢n¨ªmes, era la lucha prioritaria contra ETA, el fin del terrorismo. No recuerdo que en la ¨¦poca, en Espa?a, se hayan planteado muchas preguntas sobre el GAL.
Esta lucha contra el terrorismo, dif¨ªcil y compleja, ha sido conducida legalmente, en el respeto del Estado de Derecho -no habr¨ªamos aceptado que hubiera sido de otra forma. Los organizadores de los GAL no pueden pretender haber servido a Espa?a: su acci¨®n ha sido profundamente nefasta. No pueden decir que serv¨ªan al Gobierno: lo que, hac¨ªan, en el momento en que lo hac¨ªan, era lo contrario de lo que quer¨ªa, deseaba y decid¨ªa el Gobierno espa?ol. No pueden alegar que han permitido la cooperaci¨®n con Francia: han estado a punto de convertirla en imposible. Ahora es necesario que respondan de sus cr¨ªmenes. Hay que hacer toda la luz, sin equivocarse de objetivo, en el respeto de los hechos.
Esto es lo que yo s¨¦. El resto es asunto de la justicia. Si ¨¦sta lo considera ¨²til, si desea m¨¢s detalles y precisiones, estoy a su disposici¨®n.
Pierre Guidoni es prefecto y profesor de la Universidad de Par¨ªs VIII. Ha sido concejal de Par¨ªs, diputado y vicepresidente de la Asamblea Nacional, embajador de Francia en Madrid (1983-1985), presidente del Instituto del Mundo ?rabe y embajador en Buenos Aires. Es autor de varios libros de historia contempor¨¢nea y ciencias pol¨ªticas.
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