Los asesinos etarras siguen
Con la sangre vertida de Gregorio Ord¨®nez sobre la barra de un bar de San Sabasti¨¢n, su ciudad, en cuya circunscripci¨®n se alz¨® con la ¨²ltima victoria electoral en los comicios europeos, se escriben en l¨ªneas. Ocupan el lugar de otras reflexiones preparadas en la calma del pasado fin de semana.Habr¨¢ que convenir con el ministro Belloch en que nadie debe instrumentalizar los asesinatos. Al p¨²blico le desconciertan los hechos ininteligibles y entonces se acude a los analistas para que los expliquen. Aqu¨ª va mi explicaci¨®n en caliente. Los etarras viven de ofrendar v¨ªctimas a su brutal causa. Asesinan porque tienen armas y municiones en manos de sicarios entrenados y pagados para matar.
Que no nos vengan ahora a decir que los etarras intervienen as¨ª en el actual debate pol¨ªtico. Que nos dejen de complicadas interpretaciones sobre el color pol¨ªtico de la v¨ªctima. Sencillamente, Gregorio Ord¨®?ez estaba a tiro y sobre ¨¦l se ha disparado a bocajarro y a plena luz. Otros ex¨¦getas avanzar¨¢n que el proceso del GAL arrastra estas consecuencias. Pues tampoco.
La pretensi¨®n de los etarras era ganar la voluntad de la poblaci¨®n. Y ah¨ª su derrota es ya visible. Quisieron emplear la estrategia del desistimiento. Pero fracasaron. Por cada polic¨ªa o guardia civil o juez o funcionario o periodista asesinado, otro fue inmediatamente a ocupar su puesto, y con el trabajo de todos el Estado de Derecho adquiri¨® plena legitimaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco.
Los hermanos Amedo, con sus siniestras actividades imposibles de aceptar, se hayan cumplido por propia iniciativa o por supuestas ¨®rdenes, s¨®lo contribuyeron a retrasar el proceso y a sumar desorientaci¨®n a la sociedad vasca. Pero, finalmente, la elecci¨®n qued¨® clara, para la inmensa mayor¨ªa fue preferible vivir en la vigencia de los derechos humanos que bajo el poder arbitrario de los asesinos etarras.
Hace a?os que cualquiera de las v¨ªctimas es nuestra, as¨ª es tambi¨¦n en este ¨²ltimo caso, el de Gregorio Ord¨®?ez. Con su memoria y con su familia, debemos cumplir algunos deberes sociales que de ning¨²n. modo pueden traicionarse.
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