Terror qu¨ªmicamente puro

Hace tres d¨ªas, el s¨¢bado por la noche, un grupo de chicos y chicas cenaba alegremente en un hotel de Bilbao. Eran militantes del PP del Pa¨ªs Vasco. Hablaban en voz alta, sin ninguna precauci¨®n conspirativa, de sus problemas en el partido, de listas y candidaturas, de ¨¦xitos electorales o de mejorar la organizaci¨®n. Hace un par de a?os, explicaba un dirigente provincial al resto de los comensales, esta reuni¨®n hubiera sido sencillamente imposible.L¨¢s populares han conseguido en Euskadi en los ¨²ltimos a?os una normalizaci¨®n de su presencia Pol¨ªtica y social gracias al talento pol¨ªtico. de su l¨ªder vasco, Jaime Mayor Oreja, y al coraje y la fidelidad a sus convicciones de Gregorio Ord¨®?ez. Si es posible seguir intentado desentra?ar el significado que ETA pretende atribuir a cada asesinato, es la ruptura brutal y sangrienta de esta normalizaci¨®n ganada en las urnas lo que trata de conseguir con el ¨²ltimo disparo en la nuca: el terror qu¨ªmicamente puro, el retorno del miedo a sostener unas determinadas ideas o incluso a apoyarlas con el voto.

Nunca hasta ahora ETA militar hab¨ªa llevado sus atentados hasta el asesinato por las ideas o la adscripci¨®n partidaria. En la transici¨®n, ETA pol¨ªtico-militar asesin¨¦ a pol¨ªticos de UCI) con: el peregrino objetivo de "desatascar" el Estatuto de autonom¨ªa. Luego, los Comandos Aut¨®nomos asesinaron al socialista Enrique Casas porque consideraban al PSOE responsable de la represi¨®n". Ord¨®?ez representaba al PP m¨¢s que nadie en el Pa¨ªs Vasco, aunque s¨®lo fuera porque en un momento cr¨ªtico de Alianza Popular se qued¨® literalmente solo para defender la etiqueta. Con su arrolladora y tumultuosa personalidad, Ord¨®?ez consigui¨® hacer una candidatura joven para el Ayuntamiento de San Sebasti¨¢n, se retrat¨® con sus compa?eros en una sidrer¨ªa para el cartel electoral y logr¨® una concejal¨ªa. Pocos a?os despu¨¦s, en las ¨²ltimas elecciones europeas, hab¨ªa convertido a su partido en la fuerza m¨¢s votada de la ciudad.

En las auton¨®micas de octubre, llen¨® a rebosar el front¨®n Anoeta para Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Parte del p¨²blico hab¨ªa, llegado de fuera de Euskadi en autobuses, pero tambi¨¦n hab¨ªa grupos importantes de vascohablantes de la Guip¨²zcoa profunda. Ord¨®?ez pod¨ªa jactarse, con raz¨®n, de haber conseguido enlazar con la tradici¨®n hist¨®rica de la derecha vasca mon¨¢rquica y tradicionalista que jug¨® un papel importante, junto al nacionalismo y el socialismo, antes de la guerra civil.

Para las ¨²ltimas auton¨®micas ya era normal votar al PP -cuarta fuerza parlamentaria, a un esca?o del PSE-EE y empatada con HB- aunque no lo fuera del todo acudir a sus actos p¨²blicos. Era esa idea de normalidad, que ETA parece querer truncar con su asesinato, lo que obsesionaba a Ord¨®?ez. Siempre que pod¨ªa explicaba que eran ellos, los violentos, los que matan porque alguien es polic¨ªa nacional o ertzaina, los que no pod¨ªan tener una presencia social normalizada en Euskadi. Y a¨²n la semana pasada les llamaba algo m¨¢s: descerebrados.