La mediocracia
En las sociedades democr¨¢ticas desarrolladas los medios de comunicaci¨®n no son el cuarto poder, sino el espacio en el que se genera, se mantiene y se pierde el poder. Y esto no es antidemocr¨¢tico, sino un elemento fundamental de la democracia en un sistema social basado. en la informaci¨®n. La importancia decisiva de los medios. proviene de que es esencialmente a trav¨¦s de ellos como se forma la opini¨®n p¨²blica y se concretan las opciones pol¨ªticas sobre personas y partidos, a partir de intereses sociales, identidades y tradiciones hist¨®ricas. La pol¨ªtica no es s¨®lo imagen e informaci¨®n, pero se decide a trav¨¦s de imagen e informaci¨®n. El que los medios de comunicaci¨®n sean el v¨ªnculo de relaci¨®n entre sociedad y Estado refuerza la democracia porque en una situaci¨®n de apertura y pluralidad de medios, y a pesar de su control por grupos econ¨®micos e intereses, organizados, los cauces de expresi¨®n y comunicaci¨®n desbordan los l¨ªmites de las organizaciones pol¨ªticas y permiten al ciudadano seleccionar informaci¨®n y construir su propio criterio. Ahora bien, por otra parte, la importancia creciente de los medios de comunicaci¨®n, que articulan el periodismo de investigaci¨®n con la flexibilidad de la radio y la capacidad difusora de la televisi¨®n, explica en buena parte la deslegitimizaci¨®n de los Gobiernos democr¨¢ticos en casi todo el mundo, de Francia e Italia a Jap¨®n y Estados Unidos, pasando por Espa?a. La constante revelaci¨®n de esc¨¢ndalos de todo tipo, financieros, sexuales, policiacos, de corrupci¨®n pol¨ªtica, est¨¢ desestabilizando a Gobiernos, partidos y l¨ªderes con un ritmo acelerado. ?Acaso los individuos, los Gobiernos o las empresas son m¨¢s corruptos, ahora que en otras ¨¦pocas? En realidad, el conocimiento de la historia y la observaci¨®n de la naturaleza humana conducen a la hip¨®tesis contraria: no es que haya m¨¢s corrupci¨®n, sino que hay m¨¢s informaci¨®n sobre corrupci¨®n y mayor posibilidad de crear esc¨¢ndalos. La capacidad tecnol¨®gica creciente de los medios de comunicaci¨®n y su mayor autonom¨ªa con respecto al poder pol¨ªtico les permiten conocer y revelar hechos y nombres que en otras situaciones (por ejemplo, en Espa?a durante el franquismo) no hubieran podido conocer o difundir. En cuanto a la motivaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n es simple: es su negocio, tanto en ventas como en influencia. Dicha l¨®gica crea un nuevo tipo de profesional para quien la producci¨®n de informaci¨®n ocultada se convierte en la v¨ªa m¨¢s r¨¢pida de promoci¨®n.Ciertamente, los medios de comunicaci¨®n no son neutros, pertenecen a grupos, financieros importantes, tienen alianzas pol¨ªticas y est¨¢n anclados con frecuencia en afinidades ideol¨®gicas y religiosas. Las conspiraciones existen, pero son m¨²ltiples, se contradicen y se entrecruzan y tienen que respetar la autonom¨ªa y la credibilidad del medio sin las cuales el instrumento de comunicaci¨®n se hace inservible. Es una l¨®gica semejante a la que tiene lugar en los mercados financieros: los especuladores pueden suscitar movimientos importantes, pero no controlan las fluctuaciones de un mercado cuya inestabilidad refleja la geometr¨ªa variable de la econom¨ªa global. Tanto en las finanzas como en la comunicaci¨®n el poder de los flujos prevalece sobre los flujos del poder.
La mediocracia tiene un positivo efecto antis¨¦ptico sobre los mecanismos de ejercicio del poder pol¨ªtico. Sin embargo, el desplazamiento del poder hacia los medios de comunicaci¨®n plantea el viejo problema de qui¨¦n controla a los controladores. ?C¨®mo desactivar las campa?as sesgadas que tienen lugar dentro del mundo de la comunicaci¨®n? ?C¨®mo prevenir la calumnia? Y, sobre todo, ?c¨®mo evitar una continua desestabilizaci¨®n de las instituciones que puede conducir a la cultura del cinismo? En cualquier caso, la respuesta no es la censura, ni el control directo o indirecto de los medios, ni la promulgaci¨®n de leyes excepcionales. Cualquier intento en esa direcci¨®n es, a la vez, ineficaz (porque ya se encargar¨¢n los jueces de defender a unos medios que necesitan para su propia autonom¨ªa) y peligroso para la democracia (porque un sistema de poder que tienda a controlar los medios de comunicaci¨®n debilita el principal mecanismo de control por parte de la sociedad). La mejor forma que tienen los pol¨ªticos y administradores de evitar problemas con la opini¨®n p¨²blica, es mantener un comportamiento irreprochable, aunque ello no garantiza que no se insin¨²en o inventen entuertos. ?Que tal ejemplaridad es sobrehumana? Precisamente por eso hace falta imponerla mediante un control cada vez m¨¢s estricto por parte de la sociedad que s¨®lo se puede efectuar mediante los medios de comunicaci¨®n. Ciertamente existen en todos los sistemas democr¨¢tico s ¨¢mbitos reservados de la seguridad del Estado sobre los que los ciudadanos delegan su confianza en los gobernantes. Tales ¨¢mbitos deben ser estrictamente delimitados y protegidos de la intrusi¨®n no autorizada con todo el peso de la ley. Pero tambi¨¦n hace falta protegerlos mediante una mayor profesionalidad de la clase pol¨ªtica. La mejor manera de no difundir las deliberaciones de los consejos de, ministros, secretas bajo juramento, es que los ministros o ex ministros no las cuenten. Las filtraciones intencionadas y los cotilleos irresponsables son una fuente de desestabilizaci¨®n m¨¢s importante que el periodismo de investigaci¨®n. Los medios son, generalmente, eso: medios de ajustes de cuentas entre los miembros de la clase pol¨ªtica y financiera. Son el espacio en el que se juega el poder. Pero si el Estado no puede ni debe controlar los medios, la sociedad s¨ª debe y dif¨ªcilmente puede. Tal es el verdadero peligro de la mediocracia: un sistema en el que poderes financieros, religiosos y pol¨ªticos influencien de manera decisiva en el poder a trav¨¦s de su peso en los medios de comunicaci¨®n fuera de la vista de los ciudadanos. Es aqu¨ª donde las formas asociativas ole nuestras sociedades, incluidos partidos pol¨ªticos y sindicatos, deben encontrar modalidades de intervenci¨®n en los medios desde los mensajes de lectores / oyentes / videntes al contacto directo con los periodistas, de forma que la trama sociedad-medios de comunicaci¨®n sea tan tupida como la que ¨¦stos tienen con los grupos de poder. Otro mecanismo esencial en esta perspectiva es fomentar la autonom¨ªa profesional de los informadores con respecto a sus empresas: si la sociedad quiere un periodismo reponsable tiene primero que responsabilizarse por los periodistas. Y hacia un futuro no muy lejano la ¨²nica forma en que la sociedad puede informar a la vez que es informada es la construcci¨®n de redes, horizontales de comunicaci¨®n entre las personas. La formaci¨®n de redes informales ole comunicaci¨®n electr¨®nica interactiva desde los ordenadores personales en torno a intereses compartidos es la m¨¢s poderosa de esas nuevas formas.
Aunque suene a utop¨ªa tecnol¨®gica, la tendencia hacia la descentralizaci¨®n e individualizaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n har¨¢ dif¨ªcil la manipulaci¨®n de informaci¨®n por parte de unos pocos puntos de emisi¨®n centralizada. Tales medios tecnol¨®gicos estar¨¢n en funcionamiento antes de diez a?os, tiempo infinitesimal en una perspectiva hist¨®rica. La sociedad de la comunicaci¨®n generalizada y descentralizada es el ¨²nico ant¨ªdoto real a la falta de transparencia en el uso de los medios de comunicaci¨®n. Los problemas planteados por la mediocracia no pueden ser resueltos volviendo a un pasado estatista, tecnol¨®gica y culturalmente inviable, sino proyectando un futuro libertario de democracia electr¨®nica y medios de comunicaci¨®n diversificados. Mientras tanto, a ser buenos por si acaso y a confiar en que la gente, que es m¨¢s sabia de lo que pensamos, todav¨ªa sabe distinguir entre la velocidad y el tocino.
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