El Legan¨¦s se entrega

Fue un partido dominado por el s¨ªndrome del tr¨¢mite, disputado por un equipo de funcionarios del bal¨®n. Los jugadores del Lega saltaron al campo desmotivados: no les interesaba el partido. Ya lo hab¨ªa dicho Duque antes del encuentro: la Copa no entra en sus prioridades. No hace falta que lo jure. La alineaci¨®n daba la primera clave: suplentes fijos, su plentes variables y novatos, sobre todo. Todo el lo aderezado con alg¨²n que otro titular. El equipo salt¨® al terreno de juego sin tensi¨®n, despreocupado, hueco. No hab¨ªa ganas. Y eso que los nuevos fichajes hac¨ªan lo que pod¨ªan por destacar. Molina, el lateral procedente del Real Madrid C, demostr¨® que tiene buenas maneras: la toca, lucha y mete la pierna si es preciso. El Lega necesitaba ano che a unos cuantos como ¨¦l.Un espectador despidi¨® la primera parte con un "que lo dejen, si no quieren jugar que se retiren de la Copa". Con eso lo dijo todo. El resto de la afici¨®n despidi¨® con una pitada a Duque y a los suyos, que se iban al descanso con un gol encajado y que no parec¨ªan estar muy despeinados.

En la segunda parte sali¨® Alfredo, y con ¨¦l, las ganas de hacer alg¨²n que otro detallito. Intent¨® dar orden al equipo, sac¨® un par de balones para que se corrieran las bandas... Un poco de verticalidad y de cordura. Pero al cuarto de hora, llegaba el mazazo: Aguilar comet¨ªa un error defensivo garrafal y dejaba que Altimira le arrebatara el bal¨®n a 20 metros de la porter¨ªa. Sobre la salida de Benito, el delantero del Badajoz dibujaba un globo perfecto con el que sobrepasaba al joven guardameta pepinero.

Y fue entonces cuando sali¨® la garra. El equipo debi¨® de darse cuenta de que aquello era demasiado, de que no se pod¨ªan abandonar m¨¢s porque si no la goleada pod¨ªa ser de esc¨¢ndalo. Y cinco minutos despu¨¦s del segundo gol visitante llegaba el gol anulado al Lega. Mesas caracoleaba en el ¨¢rea y, h¨¢bil, lanzaba un pase a Antonio, que la empujaba. Pero en fuera de juego.

El Lega decidi¨® dedicarse a jugar el partido cuando los minutos ya se escapaban, cuando la ducha llamaba a gritos a los jugadores. El ej¨¦rcito de suplentes hizo lo que pudo, pero al equipo le falt¨® cohesi¨®n, orden y, sobre todo, motivaci¨®n. Las gradas del Municipal se indignaron. Un espectador, preso de la rabia, grit¨®: "Duque deber¨ªa ir a la c¨¢rcel por el equipo que ha sacado".