GR -10 no es un grupo de rock

Cuando un vecino de Latina o de Chamber¨ª, m¨¢s del centro, pues, que Matanzo, se adentra por primera vez en la sierra, corre el albur de tropezar con unos trazos blancos y rojos, pintados sobre los ¨¢rboles o los pe?ascos, y quedarse petrificado por la ignorancia. ?Habr¨¢ invadido sin dolo la finca particular de un escopetero austriaco? O, lo que es peor, ?indicar¨¢n dichas marcas que el t¨¦rmino ha sido experimentalmente poblado con osos blancos y pardos?

Para tranquilidad de este vecino, cualquier monta?ero que halle a mano le explicar¨¢ que tales se?ales informan sobre el inofensivo GR-10, siglas que tampoco corresponden a un grupo de rock ni a una motosierra de gran cilindrada, sino al sendero de gran recorrido que enlaza el litoral valenciano con Lisboa y zigzaguea entre las faldas del Guadarrama a su paso por la Comunidad.

Y puede tambi¨¦n que le explique, con un poco de suerte, que uno de los tramos m¨¢s apetecibles de este sendero es el GR-10.1, que, desde el puerto de Canencia se interna en el valle del Lozoya hasta desembocar en su capital espititual, el monasterio de El Paular.

22 kil¨®metros

Es ¨¦ste un recorrido que, al discurrir mayormente por pista forestal, ofrece las mismas posibilidades a los caminantes y a los adictos a la bici de monta?a, a la gente de modesta forma f¨ªsica y a los Stallones. A fin de que cada cual pueda echar sus cuentas y hacer de su capa un sayo, conviene saber que el itinerario consta de 22 kil¨®metros, divisibles en dos etapas parejas: del puerto de Canencia al de la Morcuera y del puerto de la Morcuera a El Paular. As¨ª, pues, sin perder de vista en ning¨²n momento los trazos blancos y rojos, el excursionista disfrutar¨¢ de un paseo jalonado por numerosos lugares de inter¨¦s.La pista arranca junto a la fuente del puerto de Canencia y, a dos kil¨®metros escasos de este punto, un corto ramal a mano derecha conduce hasta la casa forestal del Hornillo. Deberemos tener en cuenta, para futuras caminatas, que desde aqu¨ª parte una senda ecol¨®gica balizada con discos amarillos por la Agencia del Medio Ambiente. Se trata de un paseo de cerca de dos horas por una zona riqu¨ªsima en especies bot¨¢nicas: abedules, acebos, pinos silvestres, serbales, chopos, fresnos, robles, sauces, tejos y -cosa curiosa- una de las escasas poblaciones del norteamericano abeto de Douglas existentes en la Pen¨ªnsula.

El camino prosigue por pista horizontal entre pinos hasta desembocar en la carretera asfaltada que lleva al puerto de la Morcuera. A su vera, pasado el punto kilom¨¦trico 10, se halla una amplia explanada sobre la que descansan los restos de la fuente Coss¨ªo, construida en 1932 por la Instituci¨®n Libre de Ense?anza.

Es ¨¦ste un buen lugar para tomarse un 1 respiro y decidir, mientras se contempla La Najarra (2.108 metros) y las cimas que conforman la Cuerda Larga, si se da media vuelta o se completa la marcha hasta El Paular. Los excursionistas habr¨¢n andado ya unos diez kil¨®metros.

Descenso

A partir de aqu¨ª se emprende un prolongado descenso hacia el fondo del valle del Lozoya, que adem¨¢s de deparar tres o cuatro vistas postaleras de sus pueblos, permite apreciar c¨®mo la tala abusiva para la obtenci¨®n de le?a y carb¨®n vegetal ha reducido el melojar a unas condiciones casi arbustivas.

El ¨²nico que puede obtener ventaja de la escasa estatura de los robles melojos es el senderista, que divisar¨¢ sobre sus copas semanas las m¨¢s altas de los ¨¢lamos, se?al cierta de que se arriba a El Paular.

Y antes de rendir visita al monasterio de Santa Mar¨ªa del Paular (1440), otra curiosidad: el caminante ha de salvar el Lozoya por el puente del Perd¨®n, nombre que remite al siglo XIV, en que el valle estaba dividido en cuatro qui?ones. Entonces, cuando un reo era conducido a la Casa de la Horca, agotaba su ¨²ltima esperanza al llegar a este puente. All¨ª, un tribunal formado por un miembro de cada qui?¨®n pod¨ªa perdonarlo. En ultim¨ªsima instancia.