El Espa?ol descarrila en Anoeta
La aportaci¨®n de Francisco no par¨® a la Real Sociedad
Hay futbolistas con los que se puede disfrutar incluso en sus malas tardes. Su presencia es siempre futbol¨ªstica, aunque el trazo no exhiba siempre la esperada finura. Es el caso de Francisco, portentoso y siempre con una soluci¨®n cosida al zapato para discernir la mejor alternativa posible. Sobre un terreno de juego m¨¢s propicio al patinaje, Francisco encontr¨® el tacto adecuado del bal¨®n para exponer su particular lecci¨®n de dise?o. Brnovic le transmite sus reservas de ox¨ªgeno y Luis le suplanta las necesarias ausencias.
Sin embargo, el Espa?ol descarril¨® en Anoeta cuando la Real Sociedad explor¨® sus v¨ªas laterales. All¨ª encontr¨® su bot¨ªn y construy¨® dos goles para el archivo.
La Real Sociedad, metida en un agujero negro durante la primera parte y s¨®lo aliviada por Karpin y las intermitencias de Luis P¨¦rez contempl¨® el juego espa?olista con voluntad de aprendiz, aunque entre clase y clase se sac¨® dos oportunidades de gol que tropezaron con el rostro de Ton? y con el larguero. El Espa?ol malgastaba su dominio de la situaci¨®n en ejercicios te¨®ricos, resueltos siempre muy lejos de Alberto. S¨®lo Lard¨ªn dispuso al cuarto de hora de un bal¨®n en profundidad de Raducioiu.
La Real Sociedad aprendi¨® r¨¢pido. Tras 45 minutos insulsos, con errores infantiles y mostrando tantos nervios como incongruencia, se revolvi¨® tras el descanso con una verticalidad inusitada para desgarrar los carriles espa?olistas, la zona m¨¢s d¨¦bil de la estructura de Camacho. En 15 minutos, los donostiarras desarmaron el andamiaje defensivo de su rival y se sacaron dos goles tan justos como bellos.
El Espa?ol se atasc¨® en su propio control encadenando pases pero insistiendo en la zona m¨¢s poblada de la defensa donostiarra. Los cambios no alteraron el discurso: ni Arteaga, ni Pacheta rompieron moldes. Camacho, excelso lateral, vio a su equipo perder por donde ¨¦l construy¨® su gloria como jugador. El resto qued¨® para la an¨¦cdota y para el gusto del f¨²tbol elegante. Con la victoria en el bolsillo la afici¨®n guipuzcoana disfrut¨® con el deb¨² del joven Etxebarria. Sus cinco minutos sobre el c¨¦sped fueron una invitaci¨®n a la esperanza.
El Espa?ol s¨®lo derram¨® la esencia de Francisco y un ejercicio de Control que sin embargo durmi¨® sus posibilidades ofensivas. Dos zarpazos realistas le magullaron el cuerpo.
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