Una guerra absurda
DESDE HACE cinco d¨ªas se suceden los choques armados entre tropas peruanas y ecuatorianas en la zona del r¨ªo Cenepa. Al principio, cab¨ªa pensar en una simple repetici¨®n de las escaramuzas que suelen producirse cada a?o en tomo al 29 de enero, aniversario del Protocolo de R¨ªo de Janeiro de 1942, que no supo resolver la delimitaci¨®n de fronteras entre ambos pa¨ªses. Pero los combates se intensifican. Comunicados de uno y otro bando dan cifras de decenas de bajas. Si bien los pa¨ªses garantes del Protocolo de 1942 (Chile, Brasil, Argentina y EE UU) han hecho una gesti¨®n para pedir el cese de los combates, no ha surtido ning¨²n efecto.No es posible por ahora establecer la responsabilidad de los primeros disparos. Se habla del inter¨¦s que puede tener Fujimori, al que le espera en fecha pr¨®xima la elecci¨®n presidencial, de una exaltaci¨®n nacionalista estimulada por un conflicto armado en la frontera. Pero, desde el Protocolo de 1942, Per¨² est¨¢ en situaci¨®n ventajosa en la zona amaz¨®nica que se disputan los dos pa¨ªses. No le puede convenir ahora, reabrir la controversia. En cuanto a los ecuatorianos, a los que les ha tocado la peor parte en anteriores ocasiones, resulta incomprensible que tengan inter¨¦s en nuevos choques. En todo caso, para los espa?oles, que nos sentimos hermanos de ambos pa¨ªses, lo prioritario es que cesen los combates, que las tropas se retiren de la zona en disputa y que se pongan en marcha todos los procedimientos latinoamericanos para un arreglo del conflicto por cauces de negociaci¨®n o a trav¨¦s de una mediaci¨®n.
El argumento de que en la zona donde hoy se combate existen riquezas (se ha hablado de petr¨®leo, oro y otros productos) no es en modo alguno una justificaci¨®n para la guerra. Si esas riquezas existen, la ¨²nica actitud civilizada ser¨ªa organizar su explotaci¨®n conjunta, como se hace en muchos territorios donde se da tal circunstancia. La guerra que est¨¢ inici¨¢ndose, adem¨¢s de ser horrible por las muertes, es anacr¨®nica y absurda.
Espa?a debe intensificar los esfuerzos diplom¨¢ticos que sean m¨¢s operativos para encontrar los mejores cauces para poner fin a los combates y escoger el m¨¦todo mediador que tenga mayor eficacia. Las delegaciones m¨¢s prestigiosas deben llegar a Lima y Quito para hacer sentir a ambos pa¨ªses que el mundo no tolera una guerra tan absurda.
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