La tentacion extraparlamentaria
La regla del juego de la democracia parlamentaria consiste en que el Gobierno de la Naci¨®n tiene legitimidad de origen, porque obtiene la confianza de la mayor¨ªa parlamentaria en la investidura y tiene legitimidad de ejercicio, porque no le es retirada la confianza por dicha mayor¨ªa durante la legislatura.Ciertamente confianza parlamentaria y confianza ciudadana no son id¨¦nticas. El Parlamento es el ¨®rgano m¨¢s legitimado democr¨¢ticamente, pero es constitucionalmente un, ¨®rgano con un d¨¦ficit de legitimidad. Por dos motivos:
1.? Porque es una representaci¨®n simplificada de la sociedad.
2.? Porque es una representaci¨®n fija de una sociedad que se mueve.
Todo Parlamento es deficitario en su expresi¨®n de la sociedad, aunque no todos y en todos los momentos lo son por igual. Pero siempre hay un d¨¦ficit en la confianza parlamentaria en relaci¨®n con la confianza ciudadana.
Justamente por eso, la tentaci¨®n extraparlamentaria es una tentaci¨®n permanente en los sistemas democr¨¢ticos. Tentaci¨®n que normalmente se reviste de ropajes democr¨¢ticos y apela a la democracia para hacerla valer frente a su secuestro o adulteraci¨®n parlamentaria. Esa tentaci¨®n encuentra su fundamento en la propia naturaleza constitutivamente deficitaria de la democracia parlamentaria como forma pol¨ªtica representativa. Y es tanto m¨¢s fuerte cuanto m¨¢s reciente es la imposici¨®n de dicho sistema pol¨ªtico. Suele afectar al sistema en su infancia o juventud y no cuando ha llegado a la madurez. Entonces est¨¢ vacunado contra tal tentaci¨®n.
Justamente por eso tambi¨¦n, la tentaci¨®n tiene que ser resistida. La experiencia de todos los pa¨ªses civilizados demuestra que una vez que un pa¨ªs se desliza por la pendiente de intentar resolver sus problemas pol¨ªticos extraparlamentariamente, es muy dif¨ªcil no despe?arse. La breve experiencia hist¨®rica espa?ola apunta inequ¨ªvocamente en esa direcci¨®n. Fuera de la regla del juego parlamentario no hay soluci¨®n pol¨ªtica a los problemas. Cualquier remedio acaba siendo peor que la enfermedad.
Tal regla del juego puede ser de aplicaci¨®n m¨¢s o menos flexible. Lo es. m¨¢s en los Estados unitarios y lo es menos en los Estados pol¨ªticamente descentralizados. En estos ¨²ltimos la existencia de m¨²ltiples consultas regionales escalonadas en el tiempo, obligan a aislar las elecciones generales de las que no lo son (regionales, municipales o europeas). De ah¨ª que Alemania sea el pa¨ªs europeo en el que la Constituci¨®n dificulta hasta casi imposibilitar la disoluci¨®n del Parlamento. El Gobierno de la Naci¨®n debe ser un Gobierno de legislatura.
La democracia parlamentaria espa?ola se parece a la alemana m¨¢s que a ninguna otra, tanto en lo que a los mecanismos de otorgamiento y retirada de la confianza se refiere, como en lo que toca a la estructura del Estado. Ser¨ªa bueno que torn¨¢ramos nota de esa experiencia, que tiene tal solidez que ha sido capaz de absorber un proceso tan dif¨ªcil como la unificaci¨®n alemana.
Es d¨¦ suma importancia, pues, que sea el Parlamento donde se encuentre soluci¨®n a los problemas pol¨ªticos del pa¨ªs y donde se defina la agenda parlamentaria as¨ª como la duraci¨®n de la legislatura. Un Parlamento no puede estar a merced del chantaje de dos delincuentes condenados en sentencia firme, de la apelaci¨®n al patriotismo de un medio de comunicaci¨®n por muy desinteresada que sea, y de la instrucci¨®n de un proceso penal, por muy objetivamente imparcial que pueda ser considerada.
?No se ha reflexionado sobre la hipoteca que supondr¨ªa llegar al Gobierno de la Naci¨®n de esa manera?
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