Reserva castiza

Le¨ª con tristeza la rese?a que del acto inicial de las fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y La Paloma hac¨ªa ese diario.El periodista subrayaba la soledad en la que transcurri¨® el acontecimiento y la, elevada edad que se adivinaba en los escasos espectadores que lo presenciaron. Despu¨¦s de leer el poco sugestivo programa que ha confeccionado el equipo de gobierno de la Junta Municipal de Centro, no pod¨ªa ser de otra manera. Concursos de barrigones, de guapas con gafas, de piropos, de organillos... no parecen se?uelos con atractivo suficiente, a pesar de la fascinante propuesta de un hipermoderno karaoke castizo, para movilizar a una ciudadan¨ªa superinformada y acostumbrada a una extens¨ªsima oferta de ocio a lo largo de todo el a?o.

Nuestros ediles conservadores confunden conservar con momificar, y se empe?an, en lo que a fiestas se refiere, en sacralizar el chotis y el organillo hasta dejar, los reducidos al estado de relicario. No saben que las tradiciones, para mantenerse vivas, tienen que evolucionar, y nos someten a una mon¨®tona dieta de naftalina al confeccionar un programa de festejos que, m¨¢s que tal, parece un listado de concesiones destinadas a satisfacer supuestos agravios comparativos a unas tribus castizas en trance de extinci¨®n (a consecuencia del abuso en la contemplaci¨®n del propio ombligo), refugiadas en la gran reserva del distrito Centro.-