Estados Unidos y los desaf¨ªos de nuestro tiempo
S¨®lo Estados Unidos puede dirigir el mundo. Estados Unidos sigue siendo la ¨²nica civilizaci¨®n global y universal en la historia de la humanidad. En menos de 300 a?os, nuestro sistema de democracia representativa, libertades individuales, libertades personales y empresa libre ha puesto los cimientos del mayor boom econ¨®mico de la historia. Nuestro sistema de valores es imitado en el mundo entero. Nuestra tecnolog¨ªa ha revolucionado la forma de vida de la humanidad y ha sido la principal fuerza impulsora de la globalizaci¨®n.Hoy, nuestras Fuerzas Armadas est¨¢n destacadas por todo el mundo a petici¨®n de los Gobiernos que las acogen, no como subyugadores, sino como defensores del deseo de libertad, democracia y libre empresa de esos Gobiernos y sus pueblos. ?Qu¨¦ otra civilizaci¨®n ha conseguido tal dominaci¨®n mundial sin represi¨®n?
Estados Unidos es la ¨²nica naci¨®n lo suficientemente grande, lo suficientemente multi¨¦tnica y lo suficientemente comprometida con la libertad como para dirigir. El hecho de que en esta sociedad exista un enorme nivel de oportunidades a la vez que la disposici¨®n a trabajar unidos resulta sorprendente para un mundo enfangado por el odio ¨¦tnico y los derramamientos de sangre.
Si fu¨¦ramos a desaparecer ma?ana por la ma?ana, es dudoso que los japoneses, los alemanes o los rusos, por muy respetados que sean como pueblos, tuvieran la capacidad necesaria para dirigir el planeta. Ninguno de ellos es lo suficientemente complejo o diverso.Estados Unidos tiene comunidades de toda etnia y antecedente racial, lo que nos da dos cosas: la capacidad de interactuar abiertamente con otras, civilizaciones y la habilidad de ser un modelo de sociedad multi¨¦tnica. Incluso con todas nuestras debilidades y dificultades, con toda la diversidad de prejuicios raciales, seguimos luchando por alcanzar la unidad.
Sin una vibrante civilizaci¨®n norteamericana, la barbarie, la violencia y la dictadura aumentar¨¢n en todo el planeta. Todo el mundo puede darse cuenta cuando la gente dice: "Somalia se est¨¢ muriendo de hambre. ?Ir¨¢n los norteamericanos y les dar¨¢n de comer? Los militares se hicieron con el poder en Hait¨ª y depusieron al presidente. ?Qu¨¦ van a hacer los estadounidenses respecto a eso?". Yasir Arafat y el primer ministro israel¨ª se reunieron en suelo norteamericano para su famoso apret¨®n de manos de paz. La incapacidad de los europeos para intervenir en Bosnia ha hecho que el resto del mundo vuelva sus ojos a Estados Unidos para conseguir una soluci¨®n.
Todo esto no se debe a que seamos una superpotencia militar, se debe a que existe la sensaci¨®n de que EE UU es una naci¨®n que soluciona los problemas para el bien de la gente de una forma que ninguna otra civilizaci¨®n lo ha hecho jam¨¢s.
. Por supuesto, en Estados Unidos existe tensi¨®n entre la decadencia y el progreso, como ocurre en todas partes. Tenemos enormes oportunidades de crecimiento, como la superautopista de la informaci¨®n y el ciberespacio, o las tecnolog¨ªas m¨¦dicas que pueden acabar con tipos enteros de enfermedades. Al mismo tiempo, sabemos que como todas las civilizaciones, de la historia, estamos en continuo peligro de desintegraci¨®n. Sabemos que todos los seres humanos son capaces de ser brutales y caer en la barbarie. Francamente, las ciudades del interior de Estados Unidos demuestran esta posibilidad en la misma medida que Bosnia o Ruanda.
Desgraciadamente, los medios de comunicaci¨®n modernos contribuyen al problema porque no se ocupan del progreso tanto como de la decadencia. Condescienden c¨ªnicamente con los gustos m¨¢s b¨¢sicos del p¨²blico y consideran cualquier declaraci¨®n de fe en Dios o del estilo ¨²nico norteamericano como algo sensiblero e ingenuo. Dedican gran cantidad de tiempo de emisi¨®n a informar de los detalles macabros del caso O. J. Simpson, pero parecen incapaces de saber c¨®mo informar de las noticias m¨¢s importantes para toda la raza humana: la p¨¦rdida de la espiritualidad y c¨®mo la tecnolog¨ªa est¨¢ dominando en todas partes a las instituciones centralizadas.
Los tabloides est¨¢n acabando con el periodismo de calidad. Incluso las emisoras de noticias anta?o respetadas, como la CBS, tienden cada vez m¨¢s a buscar el sensacionalismo en lugar de la sustancia, yendo hasta el punto de utilizar las t¨¢cticas de las tertulias televisivas para enga?ar a mi propia madre para que diga ante las c¨¢maras algo que no quer¨ªa decir.
?Y con qu¨¦ frecuencia una noticia sobre un descubrimento con relaci¨®n ADN que soucionar¨¢ una nueva enfermedad desaparece ahogada entre la cascada de informaciones sobre violaciones, asesinatos y violencias? Por supuesto que todas estas cosas ocurren a tal escala que deber¨ªa. alarmamos por lo que respecta a la futura direcci¨®n de nuestra sociedad. Sabemos que la ' civilizaci¨®n norteamericana no puede sobrevivir con ni?os de 12 a?os que se convierten en padres, de 15 a?os que disparan unos contra otros, de 17 a?os que mueren de sida y de 18 a?os que se grad¨²an con diplomas que no saben leer. Pero dif¨ªcilmente constituyen la historia total de Estados Unidos. Dif¨ªcilmente.
La mayor¨ªa de la gente ha o¨ªdo hablar de. David Koresh y su culto, pero muy pocos saben que Robert Noyes y Jack Kirby desarrollaron los microprocesadotes, un invento que afecta a nuestras vidas a diario de cien maneras distintas.
Las historias s¨®rdidas sobre Tonya Harding eclipsaron las haza?as y entrega de centenares de los mejores atletas del mundo en los ¨²ltimos Juegos Ol¨ªmpicos. Los Bobbitt y los hermanos Men¨¦ndez est¨¢n m¨¢s grabados en las mentes del p¨²blico que Bill Gates, de Microsoft, o Andy Grove, de Intel. Pero la historia de estos dos hombres es la verdadera historia de Estados Unidos y de c¨®mo estamos sosteniendo el liderazgo mundial.
La caricatura de Estados Unidos que los medios han llevado al exterior debilitan nuestra capacidad de direcci¨®n en este periodo crucial posterior a la guerra fr¨ªa. No hace mucho, por poner s¨®lo un ejemplo, la popularcomed¨ªa de Fuji-TV Double kitchen representaba el viaje de una familia japonesa a Hawai. En el transcurso de unas vacaciones de cinco d¨ªas, esta familia t¨ªpica era asaltada por un botones negro al que no le gust¨® la propina que le dieron, atracada a punta de pistola en su habitaci¨®n del hotel, robada a punta de navaja en la calle y arrestada por una polic¨ªa excesivamente entusiasta bajo falsos cargos de posesi¨®n de hero¨ªna. A pesar de nuestro ¨¦xito con los semiconductores, ?es sorprendente que la opini¨®n p¨²blica japonesa pueda empezar a poner en duda el papel dirigente de Estados Unidos para el siglo XXI?
La revoluci¨®n pol¨ªtica y cultural que est¨¢ ahora en proceso en Estados Unidos -marcada por la llegada de un nuevo Congreso republicano a Washington-, est¨¢ encaminada, por encima de todo a acabar con la decadencia de nuestro sistema, ayudada e instigada por unos medios mal orientados, mediante la renovaci¨®n del compromiso con los valores y principios que han hecho que la civilizaci¨®n norteamericana sea ¨²nica en el mundo.
Para evitar con ¨¦xito esta decadencia y embarcarse en la renovaci¨®n, Estados Unidos no puede intentar volver al pasado nost¨¢lgicamente o volcarse en s¨ª mismo alej¨¢ndose del mundo. Eso es in¨²til.
Por el contrario, el valor duradero del modelo norteamericano debe demostrarse afrontando los cuatro grandes desaf¨ªos de nuestro tiempo:
- La revoluci¨®n de la informaci¨®n, que descentraliza y transforma todo el poder.
- El auge del mercado mundial, para el que debemos generar trabajos locales mediante ventas globales.
- La crisis de soberan¨ªa y confianza en el Gobierno, resultante de los tirones opuestos de la integraci¨®n *del mercado mundial y el deseo democr¨¢tico de descentralizaci¨®n.?
- La decadencia del Estado del bienestar, que no ha entendido la naturaleza humana y ha reducido los ciudadanos a clientes, subordin¨¢ndolos a los bur¨®cratas y someti¨¦ndolos a normas que son antitrabajo, antifamilia, antioportunidad y antipropiedad. El Estado del bienestar debe ser reemplazado, no reformado.
Asumir el futuro de forma acorde con las formas ciertas y probadas de nuestro pasado renovar¨¢ la civilizaci¨®n norte americana. Asegurar¨¢ el papel dirigente de Estados Unidos para ayudar a la raza humana a avanzar como un todo hacia la prosperidad, la libertad y la seguridad. Si podemos hacer realidad esos tres sue?os para los. norteamericanos y para el mundo, habremos conseguido algo verdaderamente grande.
Los Gobiernos ya no dir¨¢n a los pueblos lo que tienen que hacer y los medios de comunicaci¨®n no les dir¨¢n lo que tienen que pensar. Tendr¨¢n libertad para buscar la felicidad por s¨ª mismos, que es lo que todos deseamos en un mundo democr¨¢tico.
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