Los enigmas del clima
EL TIEMPO anda revuelto en el mundo, aunque no damos demasiada importancia a este fen¨®meno hasta que las cat¨¢strofes naturales llaman a las puertas de Europa. Mientras en Espa?a sufrimos una persistente y destructiva sequ¨ªa, en el centro del continente los elementos se han desencadenado y han inundado ciudades y campos, amenazando incluso los diques holandeses, esa obra de ingenier¨ªa que ha permitido a los Pa¨ªses Bajos ganar grandes extensiones de tierra firme al mar.Holanda ha levantado la voz ante los peligros que entra?an para su supervivencia algunas de las obras de canalizaci¨®n llevadas a cabo en territorio alem¨¢n y belga sobre los cauces de r¨ªos que desembocan luego en los Pa¨ªses Bajos. Y ha pedido ayuda a la Uni¨®n Europea para prevenir inundaciones que se repiten cada vez con mayor frecuencia, sea por cambios clim¨¢ticos, sea por la obra del hombre.
A pesar de todo, los cient¨ªficos no acaban de estar seguros acerca de si ya se est¨¢ produciendo un verdadero cambio clim¨¢tico. El tiempo siempre ha adolecido de fluctuaciones imprevisibles y no existe perspectiva suficiente como para descartar que se trate de episodios de variabilidad normal. Lo que s¨ª parece evidente es que se est¨¢n produciendo modificaciones importantes en la atm¨®sfera debidas a la actividad humana, especialmente su contenido en di¨®xido de carbono, que es un gas eficaz en retener el calor que la Tierra emite al espacio y, por tanto, en incrementar el efecto invernadero.
Lo que no se sabe con seguridad es la magnitud del efecto que ese aumento en la concentraci¨®n de C02 tendr¨¢ sobre el clima ni, lo que es m¨¢s importante, el ritmo con que los hipot¨¦ticos cambios se ir¨¢n produciendo. Cambios clim¨¢ticos de mayor envergadura se han registrado en la historia de la Tierra, con efectos devastadores sobre ciertas especies vivientes, aunque la vida como tal no ha sido nunca amenazada. El problema es que los cambios naturales tienen lugar de un modo mucho m¨¢s lento que los que est¨¢ en condiciones de forzar el hombre; de ah¨ª que no sepamos muy bien cu¨¢l ser¨¢ la respuesta del entorno.
Lo malo es que cuando lo sepamos con seguridad ser¨¢, tambi¨¦n con seguridad, demasiado tarde. De ah¨ª que, junto con la actividad cient¨ªfica que debe seguir avanzando en el estudio de esos cambios posibles, sea necesario tomar medidas preventivas, dada la importancia de lo que nos jugamos. En ese sentido, parece aconsejable una pol¨ªtica que reduzca las emisiones de CO2 a la atm¨®sfera, es decir, que reduzca el consumo de combustibles f¨®siles. Hoy por hoy, la combusti¨®n del petr¨®leo, el carb¨®n y el gas natural supone m¨¢s del 80% del total de la energ¨ªa producida en el mundo. Una disminuci¨®n significativa es, pues, un asunto de gran calado que debe empezar por el ahorro energ¨¦tico, principal fuente de energ¨ªa renovable conocida.
No es f¨¢cil conjugar la necesaria disminuci¨®n de emisiones de gases de invernadero a la atm¨®sfera, la renuncia a la utilizaci¨®n de la energ¨ªa nuclear, que tiene tambi¨¦n sus propios importantes problemas, y aumentar, al tiempo, el grado de bienestar de la mayor parte de la poblaci¨®n humana, que vive en condiciones de escasez generalizada, tambi¨¦n de energ¨ªa. Es un reto que exigir¨¢ coraje por parte de los pol¨ªticos, consenso internacional porque los gases en la atm¨®sfera nada saben de fronteras y sus efectos son siempre globales, m¨¢s ciencia e investigaci¨®n, tanto en el estudio del clima como en la b¨²squeda de nuevas fuentes de energ¨ªa, y realismo por parte de las organizaciones ecologistas. Es dif¨ªcil, pero nos jugamos mucho en el envite.
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