Cinco indicios de talento
Justino es una notable e incatalogable pel¨ªcula espa?ola que de las catacumbas de la producci¨®n artesanal, se ha encaramado -tras el refrendo del festival de Sitges y de los dos goyas m¨¢s merecidos- de cuantos se concedieron hace unas semanas- en una obra que ha creado un germen de expectaci¨®n minoritaria, que poco a poco va ampliando su franja de p¨²blico y ya es buscada por los buscadores de oro cinematogr¨¢fico, tan escaso aqu¨ª.Justino fue realizada con cuatro cuartos y por gente sin experiencia en largometrajes, pero que, a tenor de lo que aqu¨ª muestran, tienen dentro la medida de esta duraci¨®n, cosa que la mayor¨ªa de los cineastas alcanzan poco a poco y tras titubeos y ca¨ªdas en lagunas e incluso en tropiezos en toda la regla que en Justino no se producen. En esta humild¨ªsima obra con gran soltura, los componentes de La Cuadrilla logran un largometraje ajustado, en ¨¦l no sobra ni falta nada, lo que es m¨¢s que infrecuente en una primera aventura cinematogr¨¢fica. Primer indicio de talento.
Justino, un asesino de la tercera edad
Direcci¨®n y gui¨®n: La Cuadrilla (Luis Guridi y Santiago Aguilar). Fotograf¨ªa: Flavio M. Laviano. M¨²sica: Jos¨¦ C. Mac. Espa?a, 1994. Int¨¦rpretes: Saturnino Garc¨ªa, Carlos Lucas, Alicia Hermida, Juanjo Puigcorb¨¦, Fausto Tal¨®n, Vicky Lagos, Marta Fernandez-Muro, F¨¦lix Rotacta, Alicia S¨¢nchez. Estreno en Madrid: Ideal.
Justino fue filmada en 16 mil¨ªmetros, blanco y negro y ensanchada a los 35 mil¨ªmetros que requiere su exhibici¨®n comercial. Esto da a la imagen tosquedad, lo que al principio molesta al espectador. Pero, a medida que la pel¨ªcula avanza y su mirada se acostumbra al contraste -parece rodada en emulsi¨®n del llamado negativo de sonido, que prescinde de grises intermedios y ofrece blanco y en negro casi puros-, descubre que ese color primordial es precisamente el que, con independencia de que fuera elegido por su mayor baratura, la historia necesita, lo que convierte a la pobreza de medios en riqueza de resultados. Segundo indicio de talento.
Aciertos de ritmo
En Justino hay acoplamiento entre escritura y visualizaci¨®n. Es magn¨ªfico descubrir, mientras se ve, c¨®mo este nada f¨¢cil acuerdo se alcanza gracias a continuos aciertos de ritmo en el desarrollo de la secuencia. Por ejemplo, la larga escena del protagonista con el cad¨¢ver de su vecina metido en un saco de pl¨¢stico es una peque?a joya de cine mudo, en la que se mueven -dentro y fuera de campo, pero siempre presentes en pantalla- cuatro l¨ªneas de acci¨®n simult¨¢neas que jam¨¢s se estorban o atropellan entre s¨ª, y cuyo contrapunto da lugar a un tempo sostenido y dominado, lo que es dif¨ªcil de conseguir incluso para los m¨¢s afinados profesionales, y aqu¨ª, en una obra de primerizos, surge con sencillez y eficacia. Tercer indicio de talento.
Justino es una pel¨ªcula coral, y en ella el reparto act¨²a sobre registros complementarios tan bien empastados que se percibe un buen trabajo de direcci¨®n de actores, lo qu¨¦ es una carencia end¨¦mica de nuestro cine. En ocasiones, como ocurre en el gag del atraco en el metro, hay destellos de capacidad para jugar con lo imprevisible, ingenio de resoluci¨®n de algunos muy escasos cineastas que impide al espectador adelantarse a los rizos y variantes de la acci¨®n y adivinar por d¨®nde va a ir ¨¦sta. El relato transcurre de peque?a sorpresa en peque?a sorpresa, descolocando con astucia la tendencia natural del espectador a adelantarse al desarrollo de la pel¨ªcula, para que ¨¦ste no le coja desprevenido. Cuarto indicio de talento.
Y, finalmente, Justino, siendo deudora de la tradici¨®n del exceso, el esperpento y el humor espa?ol m¨¢s negro -Bu?uel, Berlanga, Ferreri, Azcona, Garc¨ªa S¨¢nchez-, tiene poco que ver con el estilo de estos cineastas. Procede de la misma cuerda, pero va por otro lado, por su lado. La siniestra y no obstante tierna, casi l¨ªrica, historia del puntillero jubilado -que ha dado a su int¨¦rprete, Saturnino Garc¨ªa, un nombre resonante- est¨¢ amparada por una tradici¨®n viva del pesimismo espa?ol, pero posee distinci¨®n, y los parentescos que se le atribuyen son epid¨¦rmicos y carecen de relevancia. Asistimos, por ello, al nacimiento de una voz propia. Quinto indicio de talento.
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