Los desamores de Sainz
Aumenta el distanciamiento entre Subaru y el piloto espa?ol
He aqu¨ª la historia de una relaci¨®n que naci¨® podrida. Un v¨ªnculo profesional forzado que se balancea. En un borde vive el patr¨®n, la empresa: David Richards y Prodrive-Subaru, con unos objetivos y unos deseos. En el otro est¨¢ el piloto, el empleado: Carlos Sainz, cuyos intereses y necesidades no siempre coinciden con los de la otra parte. Tienen argumentos comunes que les mantienen juntos; mas otros les distancian. Y en el tablero de sus discordias est¨¢n en juego el poder y el ¨¦xito.Todo arranca en noviembre de 1993. Sainz concluye una desastrosa temporada con Lancia. El bicampe¨®n ha perdido cach¨¦. Negocia su futuro a dos bandas: con Ford y con Subaru. Su historial y el patrocinador millonario que le respalda -Repsol- le dan fuerza. Pero se cierra la puerta de Ford. S¨®lo le queda Subaru. Pese a ser dos veces campe¨®n y aportar un patrocinador, tiene que plegarse a las exigencias del equipo y de Richards.
Este, ex copiloto de ¨¦lite, aprieta las clavijas. Sabe que maneja las riendas, que su casa es el ¨²nico refugio para Sainz y le obliga a cobrar menos de la mitad que en 1993. La posici¨®n de Sainz en la escuder¨ªa queda confusa. Desde el comienzo la relaci¨®n entre Sainz y Richards navega. Es una retah¨ªla de desavenencias que no acaba. Arranc¨® con la negociaci¨®n del contrato; continu¨® a lo largo de 1994. Y cada d¨ªa se a?aden episodios.
En la primera carrera, en Montecarlo, Sainz sac¨® buen partido de sus posibilidades y acab¨® tercero. Pidi¨® quedarse para hacer tests de mejora del coche. Richards dijo que no.
Despu¨¦s, en 1994, los roces fueron numerosos. Richards jam¨¢s acepta que Sainz imponga su experiencia, su opini¨®n y que le robe el protagonismo. Le ha tratado con indiferencia. Nunca ha acabado de considerarle primer piloto del equipo y no admite que los progresos de su coche los deba al bicampe¨®n.
En lugar de agradecer los servicios y fomentar su trabajo, se dedica a llevarle la contraria, a mostrarse cercano a otro piloto, Colin McRae, su descubrimiento, a escatimar medios y esfuerzos a Sainz y a acomodarse gracias a los ¨¦xitos del madrile?o -vive en un castillo, viaja en helic¨®ptero y quiere llegar a la f¨®rmula 1-. El punto culminante lleg¨® en el RAC Rally. Sainz se jugaba el t¨ªtulo, pero nunca supo si Richards establecer¨ªa ¨®rdenes de equipo respecto a McRae.
Aquellas fueron jornadas de alta tensi¨®n. Lo ocurrido en la reuni¨®n de la ¨²ltima noche result¨® decisivo. Richards cuenta que asegur¨® que el t¨ªtulo era m¨¢s importante que la hipot¨¦tica victoria de McRae, y que le detendr¨ªa si hac¨ªa falta. El bicampe¨®n guarda silencio. Se sabe, eso s¨ª, que cometi¨® un error que le cost¨® el t¨ªtulo. Algunos desvelan detalles de la discusi¨®n: a cambio de apoyar a Sainz ante la posibilidad de ser campe¨®n, Richards habr¨ªa intentado que el madrile?o renovara en condiciones beneficiosas para el patr¨®n.
Puede que jam¨¢s se sepa la verdad, pero ese d¨ªa se rompi¨® algo. Aunque despu¨¦s -circunstancias obligan-, Sainz y Prodrive prolongaban su acuerdo un a?o m¨¢s. El piloto intent¨® fichar por Ford, pero no fue posible. No tuvo m¨¢s remedio que seguir con Richards. ?ste se frot¨® las manos: tiene un campe¨®n a precio de ganga y sometido.
Sainz empez¨® este curso receloso de McRae. El escoc¨¦s es el protegido de Richards -estrena coche en cada rally mientras que Sainz repite montura- y de todo el equipo. Es normal. Se entiende mejor con los mec¨¢nicos -comparte idioma, educaci¨®n, bromas, juergas y gustos- y se pliega al patr¨®n. Ni siquiera los resultados avalan a Sainz como n¨²mero 1. Su triunfo en Montecarlo ni mereci¨® celebraci¨®n -la victoria de McRae en el RAC Rally supuso una gran fiesta el mismo d¨ªa que el equipo hab¨ªa perdido un t¨ªtulo mundial-. No es todo. La felicitaci¨®n m¨¢s efusiva en Montecarlo le lleg¨® a Sainz de Ove Andersson, su antiguo jefe en Toyota.
En Suecia se ha abierto m¨¢s la brecha. El piloto y el patr¨®n discutieron por los neum¨¢ticos, por las causas de la aver¨ªa que provoc¨® el abandono del s¨¢bado; por todo... La coyuntura les hace vivir juntos, pero sus sentimientos se dan la espalda.
Mientras Sainz llegaba a Madrid y los otros dos pilotos de Subaru (McRae y Jonsson) abandonaban, Mitsubishi festejaba su triunfo en Suecia., Gan¨® el sueco Kenneth Eriksson; y el finland¨¦s Tommi Makinen, segundo -dej¨® vencer a Eriksson por orden de su equipo-, desbanc¨® a Sainz del liderato mundial.
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