Paradojas y carambolas econ¨®micas
El economista aficionado descubre su inexperiencia al relacionar directamente las intenciones de los gobernantes con los resultados reales. La econom¨ªa es el reino de las paradojas l¨®gicas y los conceptos incorp¨®reos', como bien saben quienes han estudiado del Samuelson, donde lo verdaderamente importante son las citas de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas. ?Por qu¨¦ iba a suponer la sustituci¨®n de cuotas empresariales de la Seguridad Social por un punto m¨¢s del IVA, una ventaja inmediata para las empresas, como si la Seguridad Social la pagara el capital y el Impuesto sobre el Valor A?adido los consumidores? Alfred Marshall, hace m¨¢s de un siglo, nos ense?¨® la teor¨ªa de la repercusi¨®n de los impuestos, que raramente pagan en su integridad aqu¨¦llos de quienes el Estado los recolecta. Las cuotas empresariales de la Seguridad Social las pagan los parados, que no encuentran puestos de trabajo porque su oferta se ha encarecido.
?Por qu¨¦ pens¨¢bamos tantos g¨¢rrulos tertulianos que los precios al consumo iban a dispararse tras la subida del IVA? Si la demanda de consumo es muy el¨¢stica, cualquier presi¨®n al alza de los precios la har¨¢ bajar m¨¢s que proporcionalmente, por lo que el impuesto recaer¨¢ m¨¢s sobre los vendedores que en los compradores. Las, cuotas sociales las paga, como su nombre indica, la parte social de la sociedad, es decir, los pobres. El IVA, cuando hay mucho paro y poca confianza, lo pagan los empresarios.
Si examinamos la inflaci¨®n en enero de los componentes del ¨ªndice de Precios al Consumo, el diagn¨®stico del actual momento se confirma. Los alimentos sin elaborar no han subido m¨¢s que un 0,3% y los bienes industriales de consumo otro 0,3. Sin embargo los vendedores de tabaco (excepto una marca, que no digo para no fomentar el vicio) y de combustibles s¨ª han repercutido sus costes y los impuestos especiales: la demanda de esos bienes es poco el¨¢stica en el corto plazo.
Todos deseamos que se reduzca el paro y que para ello los empresarios empleen todos los medios que les ha entregado la ¨²ltima reforma laboral. Mas, por el momento, sigue en pie la rigidez y a ello no ayuda el que hay que financiar la mayor parte del gasto en Seguridad Social con lo que es efectivamente un impuesto sobre el empleo. ?Est¨¢ poniendo en peligro la actual par¨¢lisis del Gobierno la recuperaci¨®n? S¨ª y no, y sobre todo, no de la manera que cabr¨ªa esperar.
Sin duda los tipos de inter¨¦s a largo plazo son m¨¢s altos en Espa?a que en Alemania porque el p¨²blico no se f¨ªa de que nuestro banco emisor sea capaz de reducir 1a inflaci¨®n permanentemente al nivel en que la tiene el Bundesbank: eso dificulta la inversi¨®n y el crecimiento. De hecho me sorprende y alarma el que la inflaci¨®n no haya bajado m¨¢s r¨¢pidamente a lo largo de 1994 y lo atribuyo a que los grados de monopolio en intervenci¨®n en la econom¨ªa espa?ola son m¨¢s paralizantes incluso de lo que incluso yo he solido denunciar.
Pero el 1% de inflaci¨®n en este primer mes de 1995 indica que la demanda de consumo est¨¢ debilucha, la pobre. La falta de confianza de los consumidores, y el susto de los trabajadores y sus sindicatos por la incertidumbre que ven en la situaci¨®n social espa?ola pueden ayudar a que la recuperaci¨®n sea del tipo que queremos los economistas cuando so?amos despiertos: aumento de la inversi¨®n y las exportaciones, mientras los consumidores prefieren ahorrar.
En todo caso, no hay milagros. Si queremos que nuestra econom¨ªa pase de la excitaci¨®n a la prosperidad, tienen que bajar los impuestos para todos, incluido el d¨¦ficit p¨²blico, que es otro impuesto. Y para que bajen los impuestos, hay que recortar el gasto. Todos lo saben, pero nadie se atreve a decirlo: hay que recortar lo que supone el 60% del gasto, es decir, el gasto del Estado de bienestar.
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