'La Vanguardia', en el punto de mira

Cuando en noviembre de 1993 la polic¨ªa descubri¨® una "red de escuchas ilegales" en el entorno de La Vanguardia, se levant¨® una gran polvareda. Se dijo que la red espiaba y grababa a ministros y a altas personalidades de la pol¨ªtica, que peligraban secretos de Estado e incluso que pod¨ªa haber delitos de coacci¨®n y cohecho. Anteriormente, para poder pinchar legalmente los tel¨¦fonos de la red, la polic¨ªa hab¨ªa asegurado al juez Bueren, de la Audiencia Nacional, que se estaba ante un posible delito de terrorismo.Ahora, cuando el fiscal hace p¨²blico su escrito de calificaci¨®n, toda aquella polvareda de las escuchas telef¨®nicas se resume en peticiones de penas de tres meses, de arresto. Sin embargo, la novedad es que aparece otro delito -en la modalidad de continuado y sobre el que en el transcurso de la instrucci¨®n ni el juez ni el fiscal mostraron mayor inter¨¦s- de falsificaci¨®n en documento mercantil.

Lo grave ahora ya no es la "red de escuchas ilegales", sino que se pagara a dicha red a trav¨¦s de unos documentos mercantiles -vulgarmente, facturas-, fiscal y mercantilmente en orden, en los que el concepto que se alegaba no se correspond¨ªa con el servicio prestado. ( ... )

Hoy, como hace quince meses, La Vanguardia quiere proclamar bien alto que ni su editor ni ninguna persona de su entorno o de esta empresa infringi¨® la ley. ( ... )

, 17 de febrero