La entrega de J¨®se Merce

Merc¨¦ no defraud¨®. La noche que hab¨ªa concitado en torno a ¨¦l la m¨¢xima expectaci¨®n fue de triunfo total, que el cantaor propici¨® con su entrega a muerte, su saber estar y el c¨¢lido afecto que transmite a las audiencias. Y su cante jondo, grande, hermoso. Jos¨¦ Merc¨¦ cant¨® como si en ello le fuera la Vida. Casi siempre lo hace as¨ª, pero ¨¦sta era una noche especial. Quiz¨¢s el m¨¢s comprometido reto de su carrera.Como los buenos toreros, Merc¨¦ se fue por derecho al peligro, sin hurtar el cuerpo a lo m¨¢s dif¨ªcil. Hizo una antolog¨ªa personal de cante -11 estilos diferentes, m¨¢s dos por duplicado- en la que estaba lo m¨¢s serio, lo m¨¢s problem¨¢tico del flamenco.

Comenzar con los cantes a palo seco, hechos con solemnidad y grandeza, fue ya una declaraci¨®n de principios. Despu¨¦s quedaron grabados para el recuerdo tres o cuatro momentos deslumbrantes: el terrible cante por siguiriyas -"?ay, hijo de mi alma ... !"-, los tientos intensamente sentidos, las alegr¨ªas con entonaciones tan personales. Las guitarras redondearon la maravilla.