?Segundos fuera?
La crisis econ¨®mica, ¨²nica concomitancia en las 'divisiones de plata' europeas
En su n¨²mero de marzo, la revista brit¨¢nica World Soccer da un amplio repaso a las segundas divisiones europeas. Demuestra que las homologaciones comunitarias no se han aplicado al f¨²tbol europeo y que las penurias econ¨®micas representan el ¨²nico denominador com¨²n. Varios pa¨ªses experimentan con diversas f¨®rmulas para potenciar la divisi¨®n de plata. Espa?a es el ¨²nico pa¨ªs que la declara claramente una pobre sucursal de la Primera Divisi¨®n al inclinarse ante los grandes y permitir la presencia de sus filiales. El informe de World Soccer descubre datos anecd¨®ticos, como la retirada del Erzu Grozni de la Segunda Divisi¨®n rusa por motivos -nunca mejor dicho- de estado... mayor. O el caso de Irlanda del Norte, donde no hay ni ascensos ni descensos y los equipos s¨®lo llegan a la Primera Divisi¨®n por invitaci¨®n. Pero el mero hecho de que el peregrinaje por las divisiones de plata resulte ser un viaje a lo desconocido es la mayor acusaci¨®n posible. La UEFA presiona para la reducci¨®n de las primeras divisiones, pero la defensa de puestos de trabajo pasa por la potenciaci¨®n de la segunda. Reci¨¦n ascendidos como el Betis, el Espa?ol y el Compostela han vuelto a confirmar que las diferencias de calidad no son abismales.
La Serie B italiana, la llamada Primera Divisi¨®n inglesa y la Bundesliga 2 alemana re¨²nen t¨¦cnicos de renombre -como Graham Taylor en el Wolves o Uli Stielike en el Waldhof Mannheim- y unas cifras de asistencia nada despreciables. La inglesa arroja un promedio de 11.000 espectadores (con una plusmarca para esta temporada de 28.298 en el partido Wolves-Stoke), y en Alemania 23.000 vieron el partido Nuremburgo-Chemnitzer.
Sin embargo, en el f¨²tbol alem¨¢n, reformado tras la reunificaci¨®n, rige un sistema salvaje por el que los equipos de segunda que pierden la categor¨ªa tambi¨¦n pierden su categor¨ªa de club profesional, con la autom¨¢tica rescisi¨®n de contratos entre los empleados. La otra cara de la moneda aparece con traumatismos similares ante los que ascienden a la Segunda Divisi¨®n y deben montar, de forma instant¨¢nea, una operaci¨®n profesional.
En otras ligas, los clubes subsisten gracias al patrocinio y la venta de jugadores mientras, las federaciones buscan las estructuras m¨¢s propicias para mantener sus constantes vitales. Algunas segundas divisiones sirven como banco de pruebas, como la belga y la h¨²ngara, que. experimentan con el saque de banda con el pie. Otras han servido corno conejillos de Indias para la implantaci¨®n de los tres puntos por victoria mientras la Divisi¨®n de Honor segu¨ªa con dos.
B¨¦lgica y Holanda comparten un original formato dise?ado para fomentar el inter¨¦s en la Segunda Divisi¨®n a lo largo de la temporada. Dividen la campa?a en tres fases y el l¨ªder, al final de cada una de las fases, tiene garantizada su plaza en los play-off para el ascenso.
Lo m¨¢s llamativo, no obstante, es que nadie permite la presencia de equipos filiales, excepto Espa?a. En Inglaterra y Escocia disputan ligas de reservas. En Francia ocupaban puestos en la, antigua Tercera Divisi¨®n, sin derecho al ascenso, y tras la reestructuraci¨®n llevada a cabo hace un a?o han pasado a los cuatro grupos regionales de la Nacional 2, una especie de cuarta divisi¨®n. En Alemania disputan la Regionalliga, equivalente de la 2? B espa?ola. En Holanda, el Ajax 2, por ejemplo, compite en una liga con otros filiales.
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