Carisma
Hace pocas semanas se pon¨ªa como ejemplo de liderazgo a Su¨¢rez, en contraposici¨®n al descr¨¦dito actual de Gonz¨¢lez. Pero quiz¨¢ cabr¨ªa encontrar mejor un claro paralelo entre ambos, dado que los dos comenzaron por disfrutar de una enorme popularidad que despu¨¦s dilapidaron, incapaces de enfrentarse a los problemas que arruinar¨ªan sus mandatos. Tal como sucede con la revoluci¨®n, la transici¨®n a la democracia tambi¨¦n ha devorado a sus hijos, puesto que sus dos l¨ªderes hist¨®ricos habr¨¢n tenido que abandonar el poder con su prestigio manchado: Su¨¢rez, dimitiendo; Gonz¨¢lez, neg¨¢ndose a dimitir, e incapaces ambos de ofrecer una verdadera explicaci¨®n por sus fallos. Por eso lo que se puede comparar en ellos no es tanto su primitivo liderazgo fotog¨¦nico como su postrera incapacidad para coronarlo con ¨¦xito. Cuando el barco del Gobierno navega viento en popa, es muy f¨¢cil seducir a las multitudes exhibiendo ante las c¨¢maras el mejor perfil. Pero el verdadero liderazgo se demuestra creci¨¦ndose ante las dificultades al navegar con viento contrario. Su¨¢rez naufrag¨® por la autodestrucci¨®n de su partido y algo an¨¢logo le sucede hoy a Gonz¨¢lez ante su incapacidad de identificar a los responsables del caso GAL. Bien es cierto que a diferencia de UCD, hoy el PSOE se cierra en banda en torno a Gonz¨¢lez. Pero ah¨ª est¨¢ lo malo, pues as¨ª se est¨¢ dando la imagen de una partida de proscritos quiz¨¢ conjurados para eludir su responsabilidad en com¨²n. Y de ese modo el supuesto liderazgo del estadista es clarecido se diluye, cre¨¢ndose la p¨²blica impresi¨®n de que alg¨²n impensado Robin Hood se estaba ocultando todos estos a?os tras la impecable fachada del hombre de Estado.
?Durante cu¨¢nto tiempo se podr¨¢ mantener esta ficci¨®n de estabilidad gubernamental? Gracias al auxilio de la minor¨ªa catalana, cabr¨ªa agotar toda la legislatura, pero la ansiedad generada por el proceso judicial, que ser¨¢, sin duda, farisaicamente explotado por la prensa y la oposici¨®n, hace temer que Gonz¨¢lez no pueda aguantar tanto. Y si lo intenta su calvario resultar¨¢ dif¨ªcilmente soportable, pues el sanedr¨ªn inquisidor tratar¨¢ de crucificarle sin misericordia hasta hacer de la suya una pasi¨®n enteramente in¨²til al no haber ya lugar para ninguna posible redenci¨®n: prolongar el martirio no beneficia a su partido ni a sus electores, sin que quepa tampoco esperar que pueda ya redimirse el creciente deterioro de la honorabilidad de Gonz¨¢lez.
Mientras tanto, los ciudadanos contemplamos incr¨¦dulos el desarrollo ineluctable de un tr¨¢gico proceso que s¨®lo parece tener desenlaces fatales. Y es muy grande la tentaci¨®n de pasarse al farisaico bando de los Verdugos profesionales (frot¨¢ndonos las manos al saborear la calidad del horror que se puede achacar a Gonz¨¢lez) o, lo que es peor, de lavamos las manos actuando de, Poncio Pilatos como ¨¢rbitros neutrales (como si nada tuvi¨¦semos que ver con la tragedia del Gobierno y all¨¢ los socialistas que se las compongan como puedan con sus errores). ?Qu¨¦ podemos hacer los ciudadanos para no quedar reducidos al obsceno papel de espectadores fascinados por el mal ajeno?
Creo que mostrar piedad no servir¨ªa de mucho, aunque s¨ª se podr¨ªa mantener m¨¢s discreci¨®n y decoro, sin hacemos c¨®mplices del indigno ensa?amiento con que se ejecuta la crucifixi¨®n. Pero tambi¨¦n deber¨ªamos asumir nuestra parte de responsabilidad, pues en el Pasado todos fuimos comprensivos con las extralimitaciones que intu¨ªamos en el poder socialista. Al fin y al cabo, por eso les votamos masivamente en 1982: porque nos parecieron un admirable grupo de generosos bandidos adolescentes. ?Acaso el carisma de Gonz¨¢lez no se fund¨® en la imagen de simp¨¢tica desverg¨¹enza y descarada frescura con que venci¨® a Su¨¢rez en la moci¨®n de censura? ?No le votamos porque parec¨ªa Robin Hood? Entonces, ?por qu¨¦ condenamos ahora que se haya ajustado al papel que tanto nos sedujo y cuya representaci¨®n parecimos encargarle? ?No nos hicimos desde entonces c¨®mplices anticipados de las posibles desmesuras que en el futuro cupiera reprocharle?
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