La subvenci¨®n del triunfo
La sala est¨¢ vac¨ªa. En la cartelera se anuncia Siete mil d¨ªas juntos, la ¨²ltima pel¨ªcula dirigida por Fernando Fern¨¢n-G¨®mez, una de las vacas sagradas del cine espa?ol. Sin embargo, dentro, apenas una docena de espectadores se han arriesgado. Cien metros m¨¢s arriba, La pasi¨®n turca, otra pel¨ªcula nacional, dirigida por Vicente Aranda, bate r¨¦cords de recaudaci¨®n. En poco m¨¢s de un mes ha recaudado 570 millones de pesetas y se ha convertido ya en la cuarta pel¨ªcula m¨¢s taquillera de la historia del cine espa?ol tras Mujeres al borde de un ataque de nervios, Tacones lejanos y Belle ?poque. ?Ser¨¢ el gancho de Ana Bel¨¦n frente al de Jos¨¦ Sacrist¨¢n? ?Vicente Aranda es mejor que Fernando Fern¨¢n-G¨®mez? ?Es tan buena La pasi¨®n turca y tan mala Siete mil d¨ªas juntos? La respuesta a todas las preguntas es noEl de 1995 va a ser un a?o clave para el cine espa?ol. Y de paso, un test para la cultura oficial. La raz¨®n no hay que buscarla en el hecho de que dos monstruos sagrados, Pedro Almod¨®var y Fernando Trueba, est¨¦n rodando pel¨ªculas multimillonarias. El motivo est¨¢ en los despachos. Tras la batalla proteccionista del pasado a?o, que llev¨® a las salas a la huelga y el nacionalismo cultural al Parlamento, el Ministerio de Cultura ha cambiado este a?o el sistema de subvenciones y ha decidido dar m¨¢s dinero a las pel¨ªculas m¨¢s taquilleras. De esta manera, una pel¨ªcula que cueste 360 millones y recaude menos de 30 en taquilla no llegar¨¢ a cinco millones de ayuda, mientras que otra que cueste lo mismo y recaude 700 se llevar¨¢ 200 de subvenci¨®n. La diferencia entre las dos hip¨®tesis es la que separa un buen negocio de una ruina.
El cine comercial ha ganado la batalla a las pel¨ªculas de autor. Los productores han conseguido imponer sus tesis. Amargados por la etapa de Pilar Mir¨® (que en la pr¨¢ctica daba las ayudas a los directores), a partir de ahora van a jugar a la americana: decidir sobre el gui¨®n, los actores y el final feliz. Un cambio radical frente al modelo en el que el director ten¨ªa su historia (y su subvenci¨®n bajo el brazo) y adjudicaba su proyecto al productor m¨¢s fiel a su idea. La pel¨ªcula nac¨ªa pr¨¢cticamente pagada.
El futuro -y dentro de cifras de dimensiones nacionales- es a la americana. Los productores est¨¢n dispuestos a hacer valer su dinero. Convencidos de que en Espa?a ning¨²n actor es capaz de sacar adelante una pel¨ªcula y de que el ¨²nico nombre que vende es el de Pedro Almod¨®var, apuestan por un modelo de cine menos creativo, donde lo fundamental es que la pel¨ªcula funcione en la taquilla. Esta filosof¨ªa, que sustituye la arbitrariedad de los gustos de una comisi¨®n por la objetividad del mercado, tiene algo de perverso y de conversi¨®n tard¨ªa al capitalismo. Tal Vez un poco a destiempo.
Manda el mercado. La industria del cine ha conseguido imponer sus criterios y eso, probablemente, nos ahorrar¨¢ algunos bodrios y llenar¨¢ nuestras pantallas de adaptaciones literarias y comedias de situaci¨®n, con la intenci¨®n de hacer feliz a la clase media para que pase por taquilla. El modelo, que responde a las ideas de los productores, tiene algo de Tele 5. ?Qu¨¦ es lo m¨¢s popular? ?Hasta qu¨¦ punto tiene sentido que el Estado subvencione en funci¨®n de las colas que se formen en los cines? ?Sirve ese modelo para todo?
La coartada de la mayor¨ªa no soluciona autom¨¢ticamente todos los problemas. Traslada las responsabilidades a otros y evita las peque?as arbitrariedades, los chanchullos, esa corrupci¨®n que la ministra Carmen Alborch ha dicho con alborozo que no conoce en su campo de actuaci¨®n. Pero nada m¨¢s. La propia filosof¨ªa de la subvenci¨®n choca con su entrega ciega en, los brazos de los triunfadores.
Para llenar teatros con nombres como Antonio Gala, galer¨ªas de arte con Antoni T¨¢pies, librer¨ªas con Arturo P¨¦rez Reverte o conciertos multitudinarios con Mecano no es necesario sacar dinero de los presupuestos del Estado.
Por unas u otras razones, los triunfadores se bastan y se sobran para conseguir su meta. Si hay subvenciones (y eso es otro debate) se supone que es para otra cosa. M¨¢s arriesgada. Menos obvia.
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