El caso del asesino sibilino
La aparici¨®n de Jos¨¦ Amedo en Telecinco la pasada semana fue un espect¨¢culo realmente ¨²nico, una verdadera experiencia -no precisamente regocijante- para quienes le vimos, movidos por esa misma curiosidad algo morbosa con que los ni?os y ciertos aprensivos olisquean sus defecaciones en el retrete antes de decidirse a tirar de la cadena. Esa deposici¨®n de Amedo, nunca mejor dicho, merece un estudio semiol¨®gico de los que se fijan tanto o m¨¢s en la forma que en el contenido. Resulta curioso que los medios de comunicaci¨®n que yo he consultado no hayan intentado una descripci¨®n m¨¢s completa del fen¨®meno. Ser¨¢ que nos vamos acostumbrando a todo.Reconozco que, en este mundo nuestro ambiguo y travestido, siento cierta debilidad por la gente que va disfrazada de s¨ª misma, como subray¨¢ndose con doble trazo. Por ejemplo Rappel, excelentemente caracterizado de adivino papanatesco, o Ruiz-Mateos, insuperable en su personaje loco de y venenoso de Ruiz-Mateos, algo as¨ª como el malvado de un tebeo de Batman o Dick Tracy. Amedo bord¨® la otra noche su papel de chulo mafioso, de hombre dispuesto a cualquier golpe de mano, cuando hay provecho, pero que al d¨ªa siguiente vender¨¢ a sus patrones si las expectativas son, mejores en otro gang. Su actitud mezclaba el desplante y el recelo con esa exaltaci¨®n justiciera t¨ªpica de bribones que no quieren que se les haga justicia. No es caso ¨²nico estos d¨ªas, ya lo s¨¦, pero pocas veces se presenta el juego de modo tan descarado, tan encarnizadamente descarnado. Y de vez en cuando se daba un masaje en la nariz con el adem¨¢n subrepticio y alucinado que suele verse en inquilinos del lavabo de caballeros de ciertos locales a las tantas de la madrugada...
Se caracteriz¨® a s¨ª mismo muy bien con un vocablo del que estaba obviamente orgulloso y que aplicaba a Rafael Vera: "Es un sibilino". Lo dijo as¨ª, sustantivando el adjetivo, como si ser sibilino fuera pertenecer a una secta o a una orden mendicante. Seg¨²n el diccionario de la RAE, sibilino se dice de alguien "misterioso, oscuro con apariencia de importante". Tambi¨¦n se puede decir "sifil¨ªtico", pero en tal caso se presta al viejo chiste de la mujer despistada que presenta a su marido como "sifil¨ªtico" en lugar de "filat¨¦lico", por lo que es mejor la primera variante. Un tipo oscuro con apariencia de importante: ¨¦se es Jos¨¦ Amedo, no hay duda. As¨ª deb¨ªan entenderlo sus entrevistadores, que le hac¨ªan preguntas con la atemorizada complicidad del que palmea el lomo de un tigre, ejercicio por el que se cobra, pero que no deja de encerrar riesgos. ?Se imaginan ustedes lo que habr¨ªamos o¨ªdo si I?aki Gabilondo hubiese entrevistado a Felipe Gonz¨¢lez.con tantos miramientos? Parec¨ªa que lo que ten¨ªan delante no era un condenado en firme por numerosos atentados, el responsable material (si no fue ¨¦l, ?qui¨¦n fue?) de delitos en los que resultaron muertas o lesionadas docenas de personas, sino una combinaci¨®n preciosa y singular de Tom¨¢s de la Quadra Salcedo con Noam Chonisky. Le escuchaban sin interrumpirle, con reverencia, mientras ¨¦l despachaba sus acusaciones y sus amenazas contra personalidades gubernamentales del m¨¢s alto nivel, salpimentadas por aforismos filos¨®ficos de calendario zaragozano contra el corrupto sistema en que vivimos. Tan respetuosos estaban que no les pareci¨® de buen gusto insistir cuando Amedo, que tanto sabe de lo malos que son los pol¨ªticos entre los que no se ha movido, guardaba un ominoso silencio sobre los polic¨ªas entre los que ha pasado su vida. ?Masa? ?Qui¨¦n es, el personaje de. un c¨®mic Marvel? ?Galindo? ?Ser¨¢ un t¨ªtulo de V¨¢zquez Montalb¨¢n? Aunque quiz¨¢ Amedo no sabe por d¨®nde van los tiros, es obvio que sabe por d¨®nde pueden venirle...
No s¨¦ si este sibilino que pasea y toma copas rodeado de guardaespaldas mientras tantos van a la c¨¢rcel dice toda la verdad, parte de la verdad o lo que en verdad le interesa. S¨®lo s¨¦ que a quienes le emplearon quiz¨¢ un d¨ªa se les puedan perdonar los cr¨ªmenes que organizaron, las ineptas y reiteradas mentiras con las que intentan escurrir el bulto ante sus responsabilidades, pero nunca -nunca- el pecado nefando de habernos puesto a los ciudadanos de este pa¨ªs a merced de los dimes y diretes de semejante sibilino.
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