Viaje con nosotros a la realidad virtual
Viaje con nosotros a la realidad virtual. Primera regla: olv¨ªdese de las grandes palabras: telecomunicaciones, sociedad de la informaci¨®n, autopistas de la comunicaci¨®n. Segunda regla: recuerde que no estamos en febrero de 1995, sino algunas hojas de calendario m¨¢s adelante. Escoja nuestras mismas cuatro casetas de entre las 126 que las empresas de punta han instalado en Bruselas, la sede de la conferencia sobre la sociedad de la informaci¨®n. Todas ellas son de pa¨ªses del G-7 (Estados Unidos, Canad¨¢, Jap¨®n, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia), salvo las de Espa?a, Holanda, Grecia y Portugal.Nos sentamos al volante de un coche en el pabell¨®n de la Sony. En una peque?a pantalla adjunta, de 12 cent¨ªmetros de ancho, aparece el callejero de la ciudad. Pulsamos el mando. Nos indica d¨®nde estamos. Volvemos a pulsar: ordenamos el destino deseado. Hay embotellamiento. El aparato nos indica el mejor itinerario. Y los restaurantes vecinos, seg¨²n la Gu¨ªa Michelin. Es el arma del futuro para ordenar el tr¨¢fico. Se encuentra en experimentaci¨®n por la Asociaci¨®n de Investigaci¨®n de la Navegaci¨®n. Los primeros modelos -pantalla, lector CD-Rom y receptor de informaci¨®n de sat¨¦lites GPS- se encuentran ya disponibles en este mismo a?o.
Hemos llegado al destino. El aeropuerto, un suponer. Montamos en Iberia. No nos gusta volar. El piloto est¨¢ cansado. Se presentan contratiempos: una aver¨ªa. El aeropuerto de destino est¨¢ cerrado por culpa del clima -unas diez incidencias diarias en ¨¦sta compa?¨ªa-, pero no hay que asustarse: el sistema Truth las resuelve en tiempo real, sin mayor esfuerzo del piloto. Pronto este proyecto espa?ol se comercializar¨¢ a otras compa?¨ªas aereas.
Quer¨ªamos llegar, pero no a Roma. Qu¨¦ contratiempo. Estamos en Girona, no podremos visitar el Vaticano. ?No?. S¨ª, podremos. El museo local est¨¢ dotado de un aparatejo curioso, un h¨ªbrido de catalejo de mirador y c¨¢mara de televisi¨®n. Nos sentamos ante ella, apretamos el bot¨®n, un CD-Rom que almacena el recorrido por toda la bas¨ªlica de San Pedro, hasta el ¨²ltimo detalle.
Entramos a la iglesia, nos acercarnos al altar mayor, acariciamos las columnas rococ¨®, subimos hasta la c¨²pula. Recorremos escaleras y corredores mientras nos movemos: es la experiencia piloto Metamorfosis italiana, de la Compa?¨ªa el¨¦ctrica ENEL. Otros lo har¨¢n tambi¨¦n. En escuelas y museos podr¨¢n tener alg¨²n d¨ªa acceso instant¨¢neo a todos los tesoros art¨ªsticos de la humanidad, desde Girona o desde Oviedo, pongamos por caso.
A la salida, tropezamos con un turista londinense. Cae. Le dio un infarto. Llamamos al hospital local. Mientras el m¨¦dico de urgencia le atiende, la enfermera enciende una pantalla, env¨ªa una r¨¢pida petici¨®n oral al m¨¦dico de cabecera en Londres: que le mande los antecedentes del enfermo. Llegan tambi¨¦n por la voz, a trav¨¦s de la pantalla, a vuelta de segundo, con advertencias de medicinas incompatibles. El m¨¦dico de Girona duda. Nueva consulta sobre el tratamiento que a su colega le parece m¨¢s adecuado. Hecho. Por suerte el hospital de Girona dispon¨ªa de pantallas interactivas conectadas a la red europea, un sistema ideado -hoy en prototipo- por la norteamericana EDS, la l¨ªder mundial en servicios de la informaci¨®n.
El turista se ha salvado. A tiempo y sin papeles. Acab¨® el viaje al futuro. Un futuro inmediato.
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