Gordillo, el chico intemporal
Hace unos diez a?os, cierto currista interesado difund¨ªa en Triana el bulo de que, Curro Romero hab¨ªa encontrado por fin el elisir de la eterna juventud. La f¨®rmula era muy sencilla: en adelante, Curro no se anunciar¨ªa en los carteles como matador, sino como sobresaliente. Bajo este nuevo status, har¨ªa el pase¨ªllo con su habitual prestancia fara¨®nica, os¨², c¨®mo camina ese hombre; ver¨ªa pasar la lidia con su inimitable arrogancia imperial, os¨², c¨®mo mir¨¢ ese hombre, y dejar¨ªa correr, indiferente, los toros peIigrosos, los puntillosos y los sospecliosos. En determinado momento de la. tarde o de la temporada, dir¨ªa ¨¦ste es el m¨ªo: a taparse todo el mundo. Tomar¨ªa el capote por la esclavina con esos dedos de guitarrista, dar¨ªa el medio perfil como un infante, instrumentar¨ªa dos ver¨®nicas de durse y una media desmayada, y se retirar¨ªa prudentemente bajo una lluvia de abanicos. As¨ª, hasta el pr¨®ximo toro y hasta el a?o 2025. Aquella iniciativa no prosper¨® por la mala voluntad de algunos esabor¨ªos. Pero no fue olvidada. En los mentideros de Sevilla se rumorea que algunos devotos de Rafa Gordillo recogen firmas con esa misma intenci¨®n; pretenden que su ¨ªdolo se acoja a un mecanismo laboral semejante con motivo de su 38 aniversario. Proponen que el Zurdo del Pol¨ªgono, c¨®modamente sentado en un banquillo de terciopelo, pueda esperar sin prisa su partido y su minuto; cuando los presentes hayan decidido interpretar un f¨²tbol de alta escuela y ¨¦l considere que ha llegado su turno, dir¨¢, ea, a m¨ª esa pelota, que la voy a esconder. Seguidamente bordar¨¢ la banda izquierda con sus enganches y jip¨ªos. Luego, a retirarse entre ovaciories y a esperar de nuevo su quite.De esa forma, quiz¨¢ logr¨¢semos perpetuar a este deportista preindustrial que, gracias a su coraz¨®n de oro y a sus coronar¨ªas de acero, ha, logrado prosperar en el imperio de la prote¨ªna. Desde la altura de sus noventa kilos, lo dijo el mejor Ruud Gullit cuando le preguntaron qui¨¦n querr¨ªa haber sido: "Yo quiero ser Gordillo", confes¨®. Briegel, Van Basten, Maldini y otros atletas evidentes habr¨ªan dicho lo mismo. ?No qued¨¢bamos en que las bandas eran un dominio de los atletas dise?ados por ordenador? ?Qu¨¦ pinta en el f¨²tbol ese muchacho de hueso que corre como si hubiera escapado de un campo de concentraci¨®n? Gullit conoc¨ªa la respuesta: el Gordo era nuestra ¨²ltima oportunidas de demostrar que el f¨²tbol no lo invent¨® Arqu¨ªmedes, sino P¨ªndaro.
Algo habr¨¢ que hacer para conservarlo hasta el siglo pr¨®ximo.
Por si acaso, ah¨ª va una firma, Gordo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.