Manifiesto
El reciente manifiesto de las bases de IU y PSOE, solicitando la uni¨®n de la izquierda, parece estar siendo bien recibido, hasta el punto, de que cunde una cierta sensaci¨®n de alivio, como si fuese algo que se estaba haciendo necesario desde hac¨ªa tiempo y que por fin ha llegado, cuando las cosas empezaban a ir ya demasiado lejos. Lo cual bien puede ser una muestra de cansancio ante la par¨¢lisis pol¨ªtica causada por el caso GAL. Pero la reacci¨®n provocada por el manifiesto parece ir m¨¢s all¨¢ de la mera protesta por la divisi¨®n de la izquierda, como si se plantease adem¨¢s la posibilidad de hacer examen de conciencia y volver a empezar de nuevo, si es que a¨²n no es tarde para la izquierda y se abre todav¨ªa una segunda oportunidad. ?Existe la posibilidad de alg¨²n acuerdo entre los dos partidos de la izquierda? As¨ª parecen desearlo sus bases sociales, cuyo sue?o ser¨ªa que semejante final feliz pudiera cerrar esta etapa suicida. Incluso existe un precedente, como es la unidad de acci¨®n sindical que logr¨® Guti¨¦rrez superando el viejo enfrentamiento entre Camacho y Redondo, lo que podr¨ªa conducirle a liderar en el futuro la superaci¨®n del actual enfrentamiento personal entre Gonz¨¢lez y Anguita. ?Pero resultar¨ªa objetivamente posible que ese final feliz reclamado por el manifiesto se hiciera hoy realidad? Cabe dudarlo seriamente, pues las c¨²pulas de IU y el PSOE no podr¨ªan asumir la uni¨®n ni aunque lo deseasen sinceramente, cosa de la que cabe dudar. Y ello no s¨®lo por razones personales, dada la incompatibilidad entre Gonz¨¢lez y Anguita, sino sobre todo por su propia correlaci¨®n de fuerzas, ya que unirse exigir¨ªa a ambos partidos traicionar sus respectivas estrategias.
En efecto, el manifiesto es un bal¨®n de ox¨ªgeno para el PSOE, ya que supone un impl¨ªcito indulto anticipado para las acusaciones que se le formulan (financiaci¨®n ilegal, fondos reservados, encubrimiento del terrorismo parapolicial, etc¨¦tera); y esto nunca podr¨ªa aceptarlo la c¨²pula actual de IU, cuya ¨²nica estrategia descansa sobre la denuncia de la ilegitimidad gubernamental. Pero, al mismo tiempo, el manifiesto tambi¨¦n implica un expl¨ªcito aval del programa de IU, cuyo deficitario keynesianismo es incompatible con la pol¨ªtica de ajuste a la que se ha comprometido el Gobierno con sus socios de mayor¨ªa parlamentaria.
Pero es que, adem¨¢s, podr¨ªa sostenerse que ese final feliz para la izquierda no s¨®lo no puede producirse sino que adem¨¢s tampoco debe producirse. Y no me refiero ahora a lo apuntado por tantos analistas que avanzan su temor por lo que pudiera ocurrir si nuestro pa¨ªs se vuelve a dividir en dos mitades enfrentadas, como suceder¨ªa si se reconstruyese una gran izquierda social-comunista (temor que no comparto porque la historia no se repite, y si el voto mayoritario as¨ª lo decide ser¨¢ porque tal posibilidad ya no parezca temible); sino a lo injusto que ser¨ªa que la izquierda saliese indemne del callej¨®n sin salida en que se ha metido por su propia responsabilidad: su presente final tr¨¢gico es el precio a pagar por sus pasadas, manos sucias.
La izquierda espa?ola debe purgar sus culpas. No s¨®lo es que le convenga una traves¨ªa del desierto para purificarse y renacer. Es que, adem¨¢s, no se ha merecido un final feliz al que no tiene derecho. ?Cu¨¢les son los pecados cometidos? Los del PSOE son obvios pero los del PCE e IU no son menores, dada su compra de un puesto al sol en la escena pol¨ªtica mediante la escalada ret¨®rica de un radicalismo puramente demag¨®gico e inviable, s¨®lo destinado a explotar la credulidad del votante menos informado. Y los electores de base tampoco parecemos mejores, al creernos con derecho a criticar a nuestros representantes mientras nos beneficiamos sin rubor de toda esta etapa de panem et circenses (o escenograf¨ªa y subvenciones) disfrutada desde 1982, con crecimiento de la protecci¨®n social y blindaje p¨²blico del empleo a costa del bloqueo de la integraci¨®n juvenil y del ingente d¨¦ficit p¨²blico que vamos a legar a nuestros sucesores. De ah¨ª que no vayamos a tener mejor final que el que entre todos nos hemos merecido con creces.
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