Ocio y negocio
Insisten en se?alar los cronistas que el calificativo de viciosa le viene a esta villa madrile?a por lo exuberante y lujurioso de !u vegetaci¨®n y no a causa de mal h¨¢bito alguno de sus honrados habitantes y residentes. A¨²n quedan trazas en el pueblo y sus alrededores de lo que un d¨ªa debieron ser espesas selvas y florestas, en las que gustaba perderse de cacer¨ªa el rey don Fernando VI, hijo de Felipe V, el primer rey Borb¨®n de Espa?a, hermano de Carlos III, que le suceder¨ªa en el trono y en las aficiones cineg¨¦ticas. Fernando VI muri¨® en el castillo de Villaviciosa de Od¨®n, retirado del mundo y no muy cuerdo tras la muerte de su esposa do?a B¨¢rbara de Braganza, b¨¢rbara reina que cantaban las coplas cortesanas. El castillo, originario de los siglos XIV al XV, ser¨ªa reconstruido posteriormente por el indispensable Juan de Herrera perdiendo quiz¨¢ sus caracter¨ªsticas de fortaleza para convertirse en palacio.S¨ªmbolo de la historia y testigo del abolengo de la villa, el castillo albergar¨ªa en el siglo XIX la primera escuela de ingenieros de montes de Espa?a y luego, tras d¨¦cadas de abandono, en las que, lleg¨® a ser utilizado como granero y almac¨¦n de ¨²tiles de labranza, fue recuperado, albergando, hoy el archivo hist¨®rico del Ej¨¦rcito del Aire.
Reyes, nobles y burgueses supieron apreciar convenientemente los encantos paisaj¨ªsticos y forestales de Villaviciosa y su cercan¨ªa de la capital. Antiguos caserones y residencias veraniegas, algunos todav¨ªa en pie, dan fe de una tradici¨®n residencial que ha perseverado en las lujosas y modernas. urbanizaciones de su entorno, muchas habitadas durante todo el a?o. Hoy la agricultura y la ganader¨ªa de VillaViciosa
son casi testimoniales, barridas por plantaciones de chal¨¦s y de parcelas. Las fresas y las rosas que hicieron frecuente la comparaci¨®n con Aranjuez han dejado paso a los campos de golf y a los parterres decorativos.A¨²n sobresalen por encima de las verjas, terminadas en punta de lanza, de antiguas residencias veraniegas, ejemplares arb¨®reos de fuste, especies ex¨®ticas como el ginkgo biloba, cedros de L¨ªbano, magnolios. En jardines p¨²blicos o privados- y en parajes cercanos al pueblo subsisten espl¨¦ndidos y her¨¢ldicos madro?os, encinas y olivos de gran porte, testimonio de pasados esplendores bot¨¢nicos. En los jardines de la casa-palacio de Godoy, el jardinero muestra con orgullo la rara armon¨ªa y la suave textura de un ¨¢rbol de J¨²piter. Godoy, el intrigante ministro, aventurero y gigol¨®, el nefasto Pr¨ªncipe de la Paz, que estuvo preso en el castillo, tuvo en Villaviciosa residencia, una casona m¨¢s austera y sencilla que su due?o, edificio emblem¨¢tico, reci¨¦n rehabilitado para servir como escuela de m¨²sica, sala de exposiciones y centro de reuni¨®n de artistas, seg¨²n nos explica la joven alcaldesa, Pilar Mart¨ªnez L¨®pez, que nos acompa?a en un grato paseo por su villa natal.
Villaviciosa de Od¨®n (16.000 habitantes) es una localidad conservadora en lo pol¨ªtico. Pilar Mart¨ªnez, abogada, especializada en derecho administrativo, ho consagrado la mitad de sus 32 a?os a la pol¨ªtica municipal en Alianza Popular y luego en el PP, ha sido concejala de Cultura y teniente de alcalde antes de acceder al bast¨®n de mando de la alcald¨ªa. Haciendo honor a su talante conservador, Pilar se ha volcado en la conservaci¨®n de unas tradiciones populares que incluyen fiestas y romer¨ªas, antiguas danzas como el rond¨®n y piadosos ritos de antiguas cofrad¨ªas, subastas festivas, ni?os cantores y quintos alborotadores dentro de un orden. La alcaldesa, en 1985, cuando era concejal de Cultura, recogi¨® en el programa de fiestas un compendio de tradiciones en v¨ªas de extinci¨®n.
No debe resultar f¨¢cil mantener el equilibrio entre el peso y la influencia de las grandes urbanizaciones y las viejas esencias de un pueblo hist¨®ricamente acostumbrado a convivir y a servir a los poderosos. Tiempo ha que los intereses de los constructores, urbanizadores y especuladores inmobiliarios gravitan sobre la vida municipal, encubiertos muchas veces, advierte la alcaldesa, con coartadas y siglas pol¨ªticas de nuevo cu?o. Pero no es lujo todo lo que, reluce bajo el sol de Villaviciosa, barrios y bloques de edificios m¨¢s modestos alojan a buena parte de los vecinos y apenas se conservan las casas de labranza que con sus amplios portalones y patios otorgan sabor de pueblo al casco antiguo.
La alcaldesa enumera en su paseo los proyectos de reforma emprendidos o a emprender pr¨®ximamente y trata con especial cari?o la remodelaci¨®n de la calle de las Yedras. El edificio del Ayuntamiento est¨¢ cubierto de lonas y andamios que hablan de su rehabilitaci¨®n. Junto al Ayuntamiento, los discretos muros de una finca cerrada y secreta, una residencia del Opus Dei, cuyos residentes y empleados rara vez son entrevistos fuera del recinto. La calle de las Carretas es la v¨ªa comercial de Villaviciosa y en su entorno abren sus puertas bares, tabernas y alg¨²n restaurante de calidad.
La alcaldesa insiste en la calidad de villa cultural de una localidad que cuenta con una universidad privada dentro de su t¨¦rmino que da trabajo a muchos vecinos del pueblo.
La cercan¨ªa de Madrid y la abundancia de agua marcaron y siguen marcando los destinos de las heredades de Od¨®n, noble segoviano que seg¨²n la tradici¨®n fue el primero en reparar en las excelencias de una zona que para su bien y para su mal goz¨® y sufri¨® del privilegio de ser elegida para asueto de ricos y poderosos.
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