El sabor del ¨¦xito

EL MINISTRO de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch, ten¨ªa ayer todos los motivos para sentirse -y mostrarse, como hizo- satisfecho. A su mando, la polic¨ªa ha aprobado la asignatura pendiente que ¨¦l asumi¨® personalmente al hacerse cargo de Interior: la captura del ex director general de la Guardia Civil Luis Rold¨¢n. Ha sido un ¨¦xito indiscutible de las fuerzas policiales y del propio Belloch. Pero tambi¨¦n y aunque el ministro no lo dijera en la conferencia de prensa, del Gobierno. O al menos de parte del mismo.El fin de la fuga de Rold¨¢n y su puesta a disposici¨®n judicial era la piedra angular de toda pol¨ªtica del Gobierno tendente a recuperar parte de la credibilidad perdida en una galerna de esc¨¢ndalos. Era algo necesario para poner en v¨ªas de esclarecimiento el mayor caso de corrupci¨®n habido en Espa?a bajo el Gobierno socialista. Pero era, ante todo, imprescindible para restablecer en la opini¨®n p¨²blica la confianza en el funcionamiento del Estado de derecho, debilitada por este y otros casos de abuso de poder.

Todos los espa?oles deber¨ªamos compartir la satisfacci¨®n de Belloch y la polic¨ªa. Las razones sobran. El presunto delincuente est¨¢ a disposici¨®n de la justicia; los jueces tienen ahora la posibilidad de aclarar las responsabilidades del acusado y de otros posibles implicados; las fuerzas de seguridad del Estado han demostrado su profesionalidad y eficacia; se ha eliminado una causa de malestar social; se ha acabado con una situaci¨®n anormal que arrojaba sombras sobre las instituciones espa?olas.

Pero no es as¨ª. A ciertos medios de la oposici¨®n (pol¨ªtica o medi¨¢tica) parece costarles en extremo disimular el malhumor que les ha producido la nueva. Incapaces de encontrar una estrategia pol¨ªtica que no sea la del "cuanto peor, mejor", se muestran inc¨®modos ante la necesidad de reelaborar un discurso que se basaba en una supuesta complicidad del Gobierno o las fuerzas de seguridad con el fugado. En casos no por grotescos menos frecuentes llegaron incluso a insinuar que el Ejecutivo o alguna parte de ¨¦l hab¨ªa liquidado a Rold¨¢n por m¨¦todos mafiosos.

No todos los que han agitado esa bandera de la complicidad del Gobierno en la fuga de Rold¨¢n tienen ahora la prudencia de callar y disimular. Hay quienes, cegados por sus obsesiones, no retroceden ante el rid¨ªculo e insisten, como el portavoz de Justicia del Partido Popular, Federico Trillo, en la teor¨ªa de que el Gobierno ten¨ªa localizado a Rold¨¢n desde un principio; o como el diputado Ramallo, que aprovecha el ¨¦xito de la operaci¨®n para pedir -?qu¨¦ si no?- la dimisi¨®n del presidente del Gobierno.

Ahora le toca actuar a la justicia. Es resonsabilidad suya determinar qu¨¦ delitos ha cometido Rold¨¢n, qui¨¦nes han sido sus c¨®mplices y cu¨¢ntas de las acusaciones p¨²blicas vertidas por el ex director general de la Guardia Civil durante su huida responden a la verdad. El ministro de Justicia e Interior asegur¨® ayer que no ha habido ning¨²n tipo de negociaci¨®n. La realidad parece demostrar otra cosa. El Gobierno de Laos ha realizado, al no existir tratado de extradici¨®n, una expulsi¨®n administrativa condicionada, al parecer, a que Luis Rold¨¢n s¨®lo pueda ser juzgado por dos de los siete delitos de los que le acusa la juez Ferrer. Habr¨¢ que determinar a partir de ahora qu¨¦ validez tiene esta extradici¨®n administrativa.

En cualquier caso, es la justicia la que a partir de ahora tiene la iniciativa. La juez, encargada de la causa debe proceder ahora como ella mejor considere para llegar lo m¨¢s lejos posible en el esclarecimiento total de los hechos, aunque puede ser leg¨ªtima su sensaci¨®n de haber sido, si, no enga?ada, al menos marginada por el ministro de Justicia, que en est¨¢ ocasi¨®n parece haber preferido su papel de ministro del Interior. Dicho esto, tambi¨¦n conviene saber que en los ¨²ltimos tiempos s¨®lo ha habido, que se sepa, dos casos de negociaciones en las que los encausados lograron considerables mejoras a su situaci¨®n procesal. El del arrepentido Portabales en el llamado caso N¨¦cora -con los resultados ya conocidos- y el de Amedo y Dom¨ªnguez. El art¨ªfice de ambas negociaciones fue el juez Baltasar Garz¨®n.

Es muy posible que personas que en el pasado se relacionaron con Rold¨¢n, dentro o fuera del Ministerio del Interior, est¨¦n ahora nerviosas. Que el ministro Belloch sea una persona sin relaci¨®n alguna con ese pasado es una garant¨ªa de que no vendr¨¢n de su parte trabas a la investigaci¨®n. Gonz¨¢lez asumi¨® riesgos evidentes al elegir a un ministro sin esas vinculaciones, pero a la vista est¨¢ que tales riesgos eran en todo caso menores que los asociados a la inercia y el continuismo en el que germin¨® el incre¨ªble episodio de Rold¨¢n. Se ha demostrado que es posible depurar responsabilidades del pasado en ministerios tan complejos como el de Interior sin merma de la eficacia operativa. Este ¨¦xito deber¨ªa, sabernos bien a todos. Deber¨ªa ser motivo de satisfacci¨®n para cualquier dem¨®crata; lo extraordinario es la irritaci¨®n que su constataci¨®n produce en algunos campeones de la denuncia de la corrupci¨®n y la ineficacia.