Antonio Mart¨ªnez Sarri¨®n: "Un diario le quita aristas al paso del tiempo"
El poeta publica, 'Cargar la suerte', una selecci¨®n de anotaciones
Ignora Antonio Mart¨ªnez Sarri¨®n (Albacete, 1939) si a la memoria se la combate; en todo caso, se la conjura. Siempre ha tenido una vivencia muy fuerte del tiempo, de la temporalidad, y esa vivencia tan precisa le resulta angustiosa. De ah¨ª su gusto por los diarios: esa manera de emborronar cuadernos para quitarle aristas al paso del tiempo. Ahora ha preparado una selecci¨®n, de esas anotaciones, que viene haciendo desde que tiene memoria y que ha titulado Cargar la suerte (Alfaguara). El libro fue presentado ayer en Madrid.Porque, tal vez por estrategia editorial, se ha preferido no explicar en la portada que es un amplio muestrario de sus diarios, los que van desde 1968 a 1992, habr¨¢ m¨¢s de un lector que piense que Cargar la suerte acaso sea la segunda entrega de Infancia y Corrupciones, el excelente comienzo de sus memorias. Y ambos tienen y no tienen que ver: en todo caso, reconoce Mart¨ªnez Sarri¨®n, "son las dos caras de una misma moneda, pero con una salvedad: las memorias tratan de enunciar un recorrido m¨¢s o menos largo y el diario tiene m¨¢s que ver con reflexiones m¨¢s pegadas a la realidad".
Sarri¨®n ha interrumpido sus memorias para publicar este diario, pero "estoy trabajando intensamente en el segundo volumen e intentando no quedar en el segundo toro peor que en el priinero". Anda, confiesa, en dudas en tomo a los l¨ªmites de ese segundo volumen: "No s¨¦, la verdad, hasta d¨®nde llegar¨¢. Tal vez abarque cinco o seis a?os, los de mis a?o s universitarios, que fueron muy decisivos para mi formaci¨®n sentimental e intelectual. Una buena fecha ser¨ªa acabar en el 68: c¨®mo vivimos desde aqu¨ª, desde el pozo espa?ol, el 68" * Luego ya veremos, dice prudentemente.
Reflexiones,
En 1968 empieza, precisamente, Cargar la suerte, que es una cosecha de reflexiones en voz alta. "No es que elimine radicalmente la presencia de personas o de viajes, de paisajes o andanzas con unos y con otros; pero me interesan m¨¢s los diarios que tienen cierta inflexi¨®n afor¨ªstica, que vayan m¨¢s por la reflexi¨®n est¨¦tica, art¨ªstica o pol¨ªtica, que el puro chisine". Lo que no le impide, en ocasiones, hacer el recuento literario de los escritores "con sotana" que ¨¦l conoce y valora, desde Unamuno a Jos¨¦ ?ngel Valente, pasando por Bergam¨ªn o Aranguren; o ironizar sobre "un embaucador misticoide", sin identificar (tal vez S¨¢nchez Drag¨®), o a cerca del posible "arremolinamiento" de un Alberti con (entonces) 88 a?os. Sarri¨®n, poeta ¨¦l mismo, se acerca, m¨¢s de una, m¨¢s de dos veces, con sabidur¨ªa o desd¨¦n, a lo que escriben los 'J¨®venes poetas espa?oles".
Algunos cuadernos se han ido extraviando en las mudanzas del tiempo, pero los m¨¢s ah¨ª estaban, delante del escritor, esperando su poda. "Contemplar c¨®mo uno era hace 30 a?os no deja de ser una experiencia por lo menos intensa y, por tanto, conmocionante". Y a lo mejor hay p¨¢ginas que mejor no mirar. "Muchas, muchas", se r¨ªe, ",pero estoy muy imbuido en una cierta idea de la literatura como sinceridad. Ya se sabe que no se puede ser enteramente sincero, no hay transparencia ni contigo mismo ni con los dem¨¢s. Pero en los diarios trato de ser sincero y honrado, conmigo y con el lector, lo que no evita hacer alg¨²n tipo de volat¨ªn".
A Mart¨ªnez Sarri¨®n le gustan los t¨ªtulos contundentes: un conjunto de ensayos, La cera que arde; una recopilaci¨®n po¨¦tica, El centro inaccesible, y este diario, Cargar la suerte. "Le doy mucha importancia al t¨ªtulo y, S no lo encuentro, recurro a los amigos; siempre hay amigos con el talento de los t¨ªtulos. Vicente Aleixandre me aconsejaba tener mucho tiento con los t¨ªtulos, que afinara mucho".
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