F¨²tbol bajo sospecha
Jugadores, entrenadores y funcionarios colocan a Inglaterra en apuros por los esc¨¢ndalos financieros y deportivos
Inglaterra es considerado el nuevo para¨ªso del f¨²tbol profesional: sueldos millonarios para estrellas extranjeras, r¨¦cords de recaudaci¨®n de los clubes... S¨®lo los gamberros violentos parecen molestar. Sin embargo, desde que ricos inversores han tra¨ªdo grandes sumas de dinero al f¨²tbol, se embrutecen las costumbres: jugadores, entrenadores y funcionarios practican artima?as, trampas y enga?os.Como entrenador de la selecci¨®n, Terry Venables, de 52 a?os, no s¨®lo se considera encargado de la t¨¢ctica y la alineaci¨®n de su equipo, de resultados internacionales medianos, sino que tambi¨¦n siente por principio una "responsabilidad moral" de cara al deporte futbol¨ªstico en la isla.
Esta responsabilidad pes¨® especialmente sobre el entrenador durante la "noche de la verg¨¹enza nacional": despu¨¦s de que hace unas semanas unos hooligans ingleses de la derecha radical obligaran a interrumpir el partido Irlanda-Inglaterra y volviesen a despertar de pronto, dentro y fuera del Reino Unido, los recuerdos del salvajismo asesino de los brutales hinchas brit¨¢nicos.
El odio ciego de los furiosos alborotadores, cuyo rastro de sangre va ya desde la tragedia en el estadio Heysel de Bruselas (39 muertos en 1985), pasando por el estadio de. Hillsborough (95 seguidores aplastados en 1989) hasta Dubl¨ªn (m¨¢s de 50 heridos), llev¨® a Venables a solicitar dr¨¢sticas penas de c¨¢rcel para los "criminales de los estadios". "A la mala conducta y la ilegalidad no se les ha perdido nada en el f¨²tbol ingl¨¦s".
Lo que Venables consider¨® un despeje para no poner en peligro la copa de Europa 1996 en Inglaterra, fue considerado por el, periodista deportivo londinense Eamon Dunphy Como "una doble moral hip¨®crita", e incluso "una traici¨®n a la tradici¨®n heroica de nuestro f¨²tbol". Para Dunphy, igual que para la diputada laborista Kate Hoey, de 45 a?os, no cabe duda de que el verdadero peligro para el f¨²tbol profesional brit¨¢nico, aparentemente pr¨®spero, no procede de los seguidores violentos, sino de dentro: de los jugadores, entrenadores y funcionarios.
Casi semanalmente, los clubes presentan alg¨²n nuevo r¨¦cord: una vez es el traspaso m¨¢s caro, como la transferencia por unos 1.400 millones de pesetas del delantero Andy Cole; otra, el contrato patrocinador m¨¢s rentable, el r¨¦cord de venta de art¨ªculos, o un nuevo m¨¢ximo de las acciones del club. Las noticias de ¨¦xitos atrajeron a estrellas europeas, como el delantero alem¨¢n Jurgen Klinsmann, pero tambi¨¦n crearon una mentalidad de juego de azar que hizo caer en la tentaci¨®n a casi todos los integrantes de ese mundo.
Las autoridades judiciales y financieras, investigan actualmente en los departamentos de direcci¨®n y en los vestuarios del equipo de la Premier League por soborno, apuestas fraudulentas y pagos de dinero negro, entre otras cosas. La diputada laborista Kate Hoey solicita incluso que una comisi¨®n de investigaci¨®n parlamentaria escudri?e el "incre¨ªble fango" en el que se practican "artima?as, trampas y enga?os". Se dice que 18 de los 92 clubes de f¨²tbol profesional de las cuatro divisiones y 132 jugadores han efectuado voluntariamente, con garant¨ªa de anonimato, el pago de impuestos atrasados por valor de 16 millones de libras (unos 3.200 millones de pesetas).
El Tottenham Hotspur, para el que juega Klinsmann, se denunci¨® voluntariamente y sufri¨® sanciones por 46 casos de manipulaci¨®n y evasi¨®n de impuestos.
Gordon Taylor, l¨ªder del influyente sindicato de jugadores, se mostr¨® "escandalizado. por todo lo que pasa en nuestro f¨²tbol". El portero del Southampton, Bruce Grobbelaar, de 37 a?os, ha logrado que, como se lamentaba el organizador de la Liga Rick Perry, "la credibilidad de nuestro deporte" est¨¦ definitivamente en juego.
F¨²tbol bajo sospecha
Supuestamente, el bigotudo guardameta, que era un ¨ªdolo -sobre todo entre los hinchas j¨®venes- por su entrega y esp¨ªritu deportivo, ama?¨® un partido reaccionando en el ¨¢rea de forma conscientemente equivocada, por encargo de una organizaci¨®n asi¨¢tica de apuestas. En caso de ser condenado, Grobelaar se expone a una pena de c¨¢rcel de hasta dos a?os y a una exclusi¨®n de por vida de la FIFA.Tambi¨¦n dos conocidos entrenadores han sido objeto de sospechas: se dice que lograron ganancias ilegales en el traspaso de jugadores. As¨ª, George Graham, brillante entrenador del Arsenal, obtuvo unos 60 millones de pesetas de un intermediario en el traspaso del dan¨¦s John Jensen y tuvo el descaro de afirmar que hab¨ªa interpretado la suma como un regalo, por lo que no la declar¨® ni al equipo ni a las autoridades fiscales.
Incluso. el seleccionador nacional, Venables, el defensor de la ley y el orden en los estadios, aparece en la cr¨®nica de los esc¨¢ndalos. La BBC afirm¨® que apart¨® alrededor de 90 millones de pesetas en la quiebra de una de sus empresas. Con ese dinero intent¨® supuestamente adquirir participaciones en el Tottenham.
El controvertido delantero del Manchester United Eric Cantona, de 28 a?os, estar¨¢ fuera de circulaci¨®n hasta el mes de septiembre, y no podr¨¢ jugar en ning¨²n equipo ni selecci¨®n hasta esa fecha, seg¨²n un acuerdo de la FIFA. El jugador franc¨¦s pate¨® a un espectador durante el encuentro de su equipo con el Crystal Palace.
La diputada laborista Hoey tambi¨¦n denuncia un cambio social en las tribunas de lo estadios: "Los pobres y sus hijos ya no pueden adquirir entradas. Sus puestos han sido ocupados por la clase media acomodada".
Hace tiempo que el f¨²tbol no es ya el entretenimiento barato para el tiempo libre de los obre ros y otros miembros de las capas inferiores del sistema de clases brit¨¢nico. Las localidades de pie de los estadios brit¨¢nicos han sido sustituidas por filas de asientos, c¨®mo exigieron las estrictas normas de seguridad de la UEFA despu¨¦s de los enfrentamientos entre espectadores de los a?os ochenta.
Gracias a las lo calidades de asiento, m¨¢s c¨®modas y generalmente cubiertas, los clubes han logrado atraer a una nueva clientela con m¨¢s capacidad econ¨®mica.
Sir John Hall invirti¨® 24 millones de libras (unos 4.800 millones de pesetas) en la ampliaci¨®n del estadio St. James Park, en Newcastle, una ciudad del este de Inglaterra. Sir John hab¨ªa ganado ese dinero con la construcci¨®n de centros comerciales durante los a?os dorados del milagro econ¨®mico del mandato de Margaret Thatcher.
Grandes inversores como Hall, Alan Sugar -fabricante de ordenadores y due?o del Tottenham- o el hura?o poseedor del club de los Blackburn Rovers, Jack Walker, representan una nueva generaci¨®n de l¨ªderes en el negocio ingl¨¦s del f¨²tbol. Se les considera los arquitectos de un auge sin precedentes en la historia de 132 a?os de la Federaci¨®n Inglesa de F¨²tbol, frente al que palidecen las cantidades de la Bundesliga alemana, e incluso las de la Liga italiana. El l¨ªder, Manchester United, movi¨® el a?o pasado unos 9.000 millones de pesetas, de los que 3.000 millones correspondieron s¨®lo a la venta de art¨ªculos para aficionados. Dos grandes clubes alemanes, como el Bayern de M¨²nich y el Borussia Dortmund, s¨®lo mueven la mitad de dinero entre los dos.
copyright Der Spiegel
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