Notas en el delirio
No fue un espect¨¢culo unitario, sino una gala de retazos brillantes, algunos, y otros que no refulgieron tanto. Algo de revista con unas luces equivocadas de sitio y un sonido discotequero donde se abus¨® de] eco y de una amplificaci¨®n mercenaria para el tac¨®n, el violonchelo y el viol¨ªn, que se convirti¨® en maullido. Desde el p¨²blico, jaleos raciales y pintureros. Hubo dobles piruetas en el aire: un paso de ballet que ya parece marca de la familia Reyes. Los trajes de Roberto Verino para las mujeres sentaban como un guante y favorec¨ªan la danza; pero a Joaqu¨ªn, Dolce & Gabbana le visti¨® sin ganas: errores de talla y de entalle.Al final, sinfon¨ªa de grupo y tono barriobajero. Belleza dura. Manuela Vargas, nuestra Dore Hoyer hispana, una vez m¨¢s fue la mejor. Diosa racial. Marco Berriel, fascinante y fascinado, meci¨® la cola hasta arrastrar al auditorio.
Ballet Flamenco de Joaqu¨ªn Cort¨¦s
Pasi¨®n gitana. Coreograf¨ªa, Joaqu¨ªn Cort¨¦s, Antonio Reyes, Manuel Reyes, Crist¨®bal Reyes y Marco Berriel. Teatro Alb¨¦niz, Madrid, 8 de marzo.
Joaqu¨ªn Cort¨¦s tiene brazo largo y giro preciso, zapato firme, pero est¨¢ cuajado de efectismo y heterodoxia y en ello duda. ?Una gala para garantizar el ascenso de un nuevo divo? Buenos m¨²sicos, que se arrastraron sangu¨ªneamente de la sole¨¢ a las buler¨ªas. Cante que bien acompa?¨® al buen baile, a veces salido de tono.
P¨²blico entregado, cortesan¨ªa y bravos. Promoci¨®n eficiente, que sabe lo que busca y bailar¨ªn virtuoso que se entrega a esa operaci¨®n. ?Cu¨¢nto de gitano hay en esta pasi¨®n? ?A este gitano dotad¨ªsimo, qui¨¦n le controla la ambici¨®n?
Joaqu¨ªn Cort¨¦s, nervio cordob¨¦s y cultura en el m¨²sculo, puede ganar todav¨ªa la batalla contra el espejo de narciso. Talento sobra, belleza y garra, pero falta algo de sentido com¨²n. Joaqu¨ªn deja un sabor mezclado de ac¨ªbar y az¨²car.
Babelia
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