El Atl¨¦tico firma la defunci¨®n del Bar?a
Clara victoria de los madrile?os, con dos goles de Iv¨¢n Rocha
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El Atl¨¦tico descolg¨® al Bar?a de la Liga. Le queda s¨®lo Par¨ªs para resistirse a vivir como un jubilado que administra una pensi¨®n millonaria por la renta que dan cuatro Ligas y una Copa de Europa. Un sue?o. El equipo azulgrana ya tiene registrada la fecha de caducidad: 30 de junio. El grupo de Cruyff oli¨® ayer a cad¨¢ver. Ya no es capaz de ganar ni en campos que le veneraron, como el Calder¨®n. Va trompicado desde la salida. Igual le humilla el Real Madrid, le ridiculiza el Racing de Santander o le tortura el Atl¨¦tico.El calendario tiene pinta de viacrucis para los azulgranas. La tormenta, en cambio, parece escampar del Manzanares. Lleg¨® el Atl¨¦tico troceado al partido. Hasta cinco bajas se contaban en sus filas. Las bajas le convert¨ªan en bu en samaritano para un Bar?a malherido. La hinchada s¨®lo contaba negativos. El equipo madrile?o, sin embargo, supo ser paciente y sac¨® oro pulido de una mina de cobre.
El partido naci¨® muerto. Una noticia sorprendente de acuerdo con la historia y acorde con el dietario de la semana. Puede que por la llegada de Basile, el Atl¨¦tico no fue nunca el grupo hist¨¦rico que acostumbraba sobre el c¨¦sped. Quiz¨¢ porque Cruyff est¨¢ de mala leche, el Bar?a estuvo timorato y no desafiante. O tal vez porque de la tabla clasificatoria s¨®lo emanaba tensi¨®n, result¨® que la prudencia descarada sustituy¨® al descaro aventurero. Perdi¨® el partido entonces esa leyenda de pel¨ªcula del Oeste que le acompa?aba desde el alumbramiento.
No hubo tiros, ni sheriff, ni indios, ni nadie supo qui¨¦n era el bueno y qui¨¦n el malo durante todo el primer tiempo. No tuvo ning¨²n jerarca la contienda. Los dos conjuntos jugaron con el freno de mano puesto. El Atl¨¦tico sali¨® con Soloz¨¢bal como medio centro y el Bar?a se amonton¨® alrededor de Nadal. No hubo ritmo. El bal¨®n sali¨® como si fuera un conejo de cada madriguera. No hab¨ªa control ni sentido del f¨²tbol. Qued¨® as¨ª a expensas de una jugada m¨¢s que del juego. Y, puestos as¨ª, el Atl¨¦tico llevaba ventaja. Fue cogiendo confianza con el tiempo. No sal¨ªa el Barcelona. de su campo y no asomaba el Atl¨¦tico m¨¢s all¨¢ de la divisoria. Ni un tiro son¨®. Unos y otros se encomendaron al cielo conocedores de que el primero en caerse ya no se levantar¨ªa en lo que restara de partido.
Y se arrodill¨® el Barcelona. Llevaba la contienda camino del descanso. La hinchada bostezaba con tanto sopor. Hab¨ªa visto tres taconazos de Stoichkov. Nadie, sin embargo, hab¨ªa entrado en juego. Fue entonces cuando Abelardo se equivoco y dej¨® el cuero virgen para Kiko. El rojiblanco encar¨® a Busquets y forz¨®, tras consulta del ¨¢rbitro con el linier, el penalti. El meta continu¨® en la cancha, porque le cay¨® la tarjeta amarilla y no la roja, pero el Barcelona ya estaba fuera del partido. El primer zurdazo de Iv¨¢n Rocha puso la sentencia al encuentro.
Cruyff intent¨® recomponer a su tropa en el camerino. Pero el colectivo azulgrana sali¨® otra vez sin rumbo al campo, y qued¨® noqueado con otra jugada a bal¨®n parado. Un trallazo de Rocha baj¨® la persiana para los azulgrana. Ya s¨®lo les quedaba recuperar la dignidad para parar el marcador. El Atl¨¦tico se recre¨® con el sufrir barcelonista. El equipo de colores que pinti¨® Cruyff se fue desti?e?do para quedarse en un blanco y negro horroroso. Tiene raz¨®n el t¨¦cnico azulgrana cuando dice que la coyuntura actual le recuerda la de hace siete a?os cuando ¨¦l lleg¨® al Camp Nou. Ya nadie busca el uno contra uno, ni se ligan tres jugadas seguidas, ni tiene un punto de referencia para intentar ordenar eso.
Tiene el Atl¨¦tico, en cambio, un manual propio de los equipos que aspiran a remontar situaciones adversas. Basile monta primero la defensa y luego el ataque. El concepto defensivo de los locales convirti¨® en an¨¦cdota la ofensiva forastera. No tuvo nunca a quien agarrarse el Barcelona mientras el Atl¨¦tico se colg¨® del zurdazo de Rocha. Rentabiliz¨® sus primeras opciones de gol y vivi¨® a cuerpo de rey hasta el final. No tuvo el grupo el empaque de equipo que pretende el mundialista argentino Alfio Basile, pero aprovech¨® su suerte.
Las carencias en el juego que se le adivinan a¨²n al Atl¨¦tico resta?an m¨¢s las flaquezas azulgranas. El de Cruyff fue siempre un equipo vulgar, desordenado y entregado al pase muerto. Ya no divierte, como dir¨ªa su t¨¦cnico, sino que divierte a los dem¨¢s. No s¨®lo no sabe ya d¨®nde est¨¢ la puerta contraria sino que hasta el Atl¨¦tico le puede a bal¨®n parado. El Frente Atl¨¦tico le despidi¨® con un adi¨®s campe¨®n que anoche son¨® a epitafio. El mi¨¦rcoles, Par¨ªs decidir¨¢ c¨®mo llegar hasta final de curso.
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