Colonia de esclavitud
"?Qu¨¦ mucho que otro peri¨®dico que est¨¢ sobre nuestra mesa, un peri¨®dico franc¨¦s, advierta en la isla toda, por los ojos de un corresponsal, que no sabe de nuestra historia ni de las heces que deja hirviendo una colonia de esclavitud, el deseo total y vehemente de la independencia de Espa?a? Jules Clav¨¦, el escritor de Le Monde Illustr¨¦, s¨®lo nota en Cuba un obst¨¢culo a la satisfacci¨®n del un¨¢nime deseo, y en lo que dice se conoce que, m¨¢s que con los cubanos generosos, habl¨® con espa?oles de codicia y de remordimiento. El obst¨¢culo le parece ser el miedo de los espa?oles a ser maltratados por los cubanos despu¨¦s de la revoluci¨®n. De entre los espa?oles mismos habr¨¢ visto a los que, por su abuso y nulidad, temen perder la indebida preeminencia que les permite hoy la tiran¨ªa pol¨ªtica".Esta diatriba est¨¢ escrita por Jos¨¦ Mart¨ª hace m¨¢s de cien a?os. Pero donde Mart¨ª dec¨ªa Le Monde Illustr¨¦ se puede decir peri¨®dicos menos ilustrados y al mismo tiempo poner el nombre de todos los corresponsales ex-trajeros, fugaces y llenos de prejuicios pol¨ªticos, ignorantes de lo que Cuba fue, ciegos para lo que Cuba es. S¨®lo ven lo que Castro les deja ver, pero salen y escriben lo que el dictador quiere que escriban. Le Monde, - Le Monde, Le Illustr¨¦ -?qu¨¦ m¨¢s da? Plus ?a change, plus clest la m¨ºme chose.
Jos¨¦ Mart¨ª, uno de los esp¨ªritus m¨¢s libres y dem¨®cratas de Am¨¦rica en el siglo pasado, muri¨® por la independencia de Cuba el 19 de mayo de 1895. Fue Mart¨ª quien labr¨® en la dura piedra del exilio un lema lapidario: "Del tirano di todo, di m¨¢s". El tirano se llama Fidel Castro, y es vergonzoso que Francia, que dio. al mundo la, frase inmortal libert¨¦, egalit¨¦, fraternit¨¦, ahora invite a quien es, sin duda, el m¨¢s encarnizado enemigo de la libertad, que ha convertido la igualdad en servidumbre y la fraternidad est¨¢ en manos de un enemigo del pueblo.
Hay un antecedente cercano. El Gobierno del Reino Unido invit¨® al tir¨¢nico Ceausescu a Inglaterra. La reina le concedi¨® la m¨¢s alta condecoraci¨®n inglesa, la orden de la Garter, y la muy ilustre Real Academia de Ciencias, que tuvo a Newton y a Darwin entre sus miembros, le confiri¨® un grado honorario a Elena Ceausescu, una mujer que todos los rumanos sab¨ªan que era casi una analfabeta. Tambi¨¦n Francia los tuvo de invitados de honor, y cuando se fueron los Ceausescu se llevaron hasta los pomos dorados de las puertas de palacio. Ahora recomiendo al mayordomo del El¨ªseo que cuente los cuchillos y tenedores antes, de que Castro se siente a la mesa.
Puedo saber por qu¨¦ Mitterrand ha invitado a Castro a su ¨²ltimo palacio. Es el parting shot de un moribundo que es a la vez un pol¨ªtico desprestigiado por su pasado. Pero en el presente ha dicho una frase que se puede aplicar precisamente a Fidel Castro. Es el propio Mitterrand quien declara "que oprime a un pueblo desaf¨®rtunado". ?Es ¨¦ste un resumen del Gobierno de Castro? Nada de eso. ?Miterrand se refiere, a Estados Unidos! Perol ?qui¨¦n. es el que oprime al pueblo cubano? No hay m¨¢s que citar unos cuantos n¨²meros. Fidel Castro lleva treinta y seis anos en el poder sin la m¨¢s m¨ªnima consulta popular, ya sean elecciones o un mero plebiscito. En ese obsceno tiempo, cerca de dos millones de cubanos han escogido el exilio, en lo. que es m¨¢s que un diezmo de la poblaci¨®n. El pa¨ªs que era en los a?os cincuenta, con Argentina y Uruguay, uno de los m¨¢s pr¨®speros de Am¨¦rica (ser¨ªa bueno que la Unesco cotejara estas estad¨ªsticas con las actuales) ha sido reducido a una miseria m¨¢s atroz que la de Hait¨ª, que aventaja ahora a Cuba aun en derechos civiles, con un presidente elegido en el poder. La eco nom¨ªa cubana es pr¨¢cticamente inexistente, con el pa¨ªs vendido al mejor postor extranjero, desde la tierra hasta las propiedades, y todo el patrimonio nacional cambiado por d¨®lares del dolor. Los cubanos, en su isla, no tienen m¨¢s tierra que los dos metros apenas con que cavar su tumba. Las mujeres cubanas, desde las ni?as a las ancianas, se prostituyen por poder darse una ducha, comer una comida o visitar una sala de fiestas. Mientras Fidel Castro se refocila en su palacio con aire. acondicionado y le sirven cinco platos para la cena, su pueblo -no, su, pueblo, no: los desgraciados oprimidos por el poder que usurpa junto con la di nast¨ªa que ha creado: un hermano jefe de las Fuerzas Armadas, otro hermano jefe de la Agricultura, una cu?ada que es tercera en la jerarqu¨ªa- sufre una pesa dilla sin aire acondicionado. Podr¨ªa llenar p¨¢ginas y p¨¢ginas con. los desmanes de Castro, que ha creado una castrofobia en cada cubano que no pertenezca al poder y al partido. Cuba, adem¨¢s, est¨¢ ocupada por su propio Ej¨¦rcito. El presidente franc¨¦s, tan versado en ocupaciones, deber¨ªa saberlo, lo sabe. Sabe que ese visitante de la deshonra puede pasearse todav¨ªa visitando amigos, pero en castillos diversos. En Francia ser¨¢ el El¨ªseo; en Caracas, la prisi¨®n dom¨¦stica de Carlos Andr¨¦s P¨¦rez; en Miami, la celda en que guarda prisi¨®n per petua Noriega el contrabandista; en Ciudad de M¨¦xico, Carlos Salinas, que seguir¨¢ a su hermano, ya en prisi¨®n; en Francia, un Mitterrand moribundo pero odiando todav¨ªa a los americanos que liberaron a Francia, mientras acaricia su recuerdo de otro militar fascista. ?Es que Castr¨® tiene jettatura? No, es que ha sabido escoger muy bien a sus amigos: todos son sus pares.
Esos amigos gritaban junto con ¨¦l a coro: Yankee, go home. Hoy, Castro les sopla otro lema: Yankee, please come back! ?l sabe -ellos saben- que el ¨²nico embargo que padece Castro es americano. Puede -y lo hace- comerciar con todo el mundo, de Austria a Australia, de Suecia a Argentina. Pero quiere que USA, el tan odiado Estados Unidos, le subvencione su gobierno como antes lo hac¨ªa la Uni¨®n Sovi¨¦tica, una verdadera utop¨ªa que ya no est¨¢ en ninguna parte. Mientras que la utop¨ªa de Castro, eso que ¨¦l ha llamado revoluci¨®n pero que no es m¨¢s que una tiran¨ªa suramericana puesta al d¨ªa, se corrompe y roe, y rueda hasta su fin, que todos los cubanos queremos que sea r¨¢pido para evitar que el pueblo, ese pueblo oprimido por Castro, sea hambreado m¨¢s, sea humillado m¨¢s, sea degenerado m¨¢s. Castro es un enemigo del pueblo, pero sus amigos como el presidente Felipe Gonz¨¢lez lo son otro tanto.
Todos hemos visto a este patriarca barbudo pedir el bombardeo at¨®mico de Estados Unidos (como prueba, ah¨ª est¨¢n las cartas que cruz¨® con un Jruschov m¨¢s cuerdo), fomentar la guerrilla en Centroam¨¦rica y Suram¨¦rica, enviar casi. un cuarto de mill¨®n de soldados cubanos a pelear en ?frica comandados a larga distancia por este Rommel del tr¨®pico, ametrallar a los que tratan de huir de la Isla del Diablo o permitir su salida, al mar a, la muerte, en lo que ni siquiera se pueden llamar balsas, a 30.000 cubanos. Todav¨ªa es capaz de gritar "?socialismo o muerte!", en que su versi¨®n del socialismo no deja otra opci¨®n que la muerte.
Ahora, una breve an¨¦cdota del hombre que todav¨ªa vocifera "patria o muerte" mientras su pueblo responde "?y cu¨¢l es la diferencia?". En un momento de 1961, cuando su poder estaba consolidado y Castro, pontificaba vencedor, Hayd¨¦e Santamar¨ªa, su compa?era del asalto al cuartel. Moncada, su amiga y colaboradora, que se suicid¨® dispar¨¢ndose un tiro dentro de la boca en otra efem¨¦ride castrista, le pregunt¨® al eterno dictador: "Fidel, de no existir la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que nos apoya, ?qu¨¦ habr¨ªas hecho para consolidar el poder?". Castro, sin pensarlo dos veces (¨¦l nunca ha pensado nada dos veces), dijo: "Habr¨ªamos jugado con la burgues¨ªa nacional, durante diez a?os si hubiera sido necesario". "?Qu¨¦ grande eres, Fidel!", exclam¨® la ingenua revolucionaria.
La an¨¦cdota, creo, es pertinente. Es m¨¢s, es esencial para comprender al Castro actual -que es el mismo de hace 36 a?os-. Ahora, para consolidar su poder tambaleante, juega con la burgues¨ªa internacional.
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