El Rey da las gracias a la Reina por la educaci¨®n de Elena
Los novios se dieron el primer beso en p¨²blico a petici¨®n de sus amigos
PABLO ORDAZ La megafon¨ªa difundi¨® por el Alc¨¢zar de Pedro I el Justiciero la voz del Rey. Se hab¨ªa terminado el banquete, y ¨¦l tambi¨¦n quer¨ªa hacer justicia. Seis siglos antes, Pedro I hab¨ªa echado a flotar varias naranjas en un estanque construido por alarifes granadinos; pregunt¨® a los candidatos al puesto de jardinero cu¨¢ntas naranjas hab¨ªa. Se ve¨ªan seis sobre el agua. Pero s¨®lo hab¨ªa tres: en realidad eran medias naranjas. Ayer, a eso de las seis, ¨¦l Rey se dirigi¨® a sus 1.300 invitados, distribuidos en 170 mesas de 18 salones. Pero sobre todo se refiri¨® a la Reina. Le dijo que quer¨ªa agradecerle la excelente educaci¨®n dada a Elena, que Jaime Marichalar tendr¨ªa ahora la oportunidad de disfrutar.
Antes hab¨ªa agradecido m¨¢s cosas, pero en el ambiente denso de las seis de la tarde -un almuerzo interminable servido por un grupo de camareros entre los que se encontraban 70 miembros de la Guardia Real entrenados durante dos meses- qued¨® impregnado un mensaje corto, preciso, fuera de todo formalismo: el Rey le agradece a la Reina delante de sus invitados la educaci¨®n de su hija. Tambi¨¦n dio las gracias a los medios de comunicaci¨®n por el tratamiento ofrecido al casamiento de su hija, y a los amigos de sus hijos por su calor.
Antes del banquete, la familia real y la de Marichalar, posason con los novios en el patio de la Monter¨ªa durante 15 minutos. A la tribuna de tres. escalones, forrada de rosa, se sumaron otros. miembros de las familias reales europeas. Los familiares de los novios celebraron con risas que fuera el propio Rey quien pidiera a algunos de los parientes m¨¢s j¨®venes que despejaran la tribuna para comenzar la sesi¨®n fotogr¨¢fica. Con cara de guasa, les grit¨® varias veces: "?Fuera de ah¨ª, fuera de ah¨ª!".
El Rey y el pr¨ªncipe Carlos de Inglaterra tambi¨¦n bromearon un buen rato, empuj¨¢ndose y celebrando la travesura con carcajadas y comentarios en un ingl¨¦s perfecto. Tambi¨¦n aplaudieron los familiares de los novios cuando do?a Margarita, hermana del Rey, fue abrazada por la infanta Cristina, que la tom¨® del brazo par a que posara junto a ella.
Casi 60 personas llegaron a posar junto a los novios y la familia real. All¨ª estaban entre otros la condesa de Barcelona, Sime¨®n de Bulgaria, Farah Diba, Rainiero de M¨®naco, Miguel de Ruman¨ªa, Pablo de Grecia, Carlos de Inglaterra, Beatriz de Holanda, Noor de Jordania, Paola de B¨¦lgica y los hermanos y la madre de Jaime de Marichalar. Despu¨¦s de posar frente a la arcada renacentista del Cuarto del Almirante -todav¨ªa en el interior del, Alc¨¢zar-, los miembros de la familia real siguieron saludando a alguno de sus invitados en el patio de la Monter¨ªa antes de sentase a almorzar, pasadas las tres de la tarde.
En Sevilla hubo varias bodas, y en todas se casaba la Infanta. Hab¨ªa una real, en la que todos -contrayentes, padrinos, testigos, pr¨ªncipes y gente principal, se conoc¨ªan aproximadamente, ocupaban un mismo espacio fisico -la catedral de Sevilla- y, para celebrar el s¨ª, degustaron juntos en el Alc¨¢zar que fue de don Pedro el Cruel lubina del Cant¨¢brico con trufas y almendras, perdiz roja con salsa castellana, tarta y crema de caf¨¦ con almendras y salsa de caramelo; vino de Jerez, blanco de. Rueda, tinto de Rioja y cava.
Tras el brindis del Rey, -la Infanta tom¨® el micr¨®fono: "Quiero agradecer a todos y a Sevilla su cari?o. Y a mis amigos, de los que no se si podr¨¦ despedirme...". No pudo seguir, porque comenz¨® ¨¢ llorar. Despu¨¦s, antes de la despedida, el Pr¨ªncipe no paraba de abrazarla. Al final, los novios se besaron por primera vez en p¨²blico a petici¨®n de los asistentes.
Hubo otra boda, m¨¢s real si cabe, en la que Pilar Mir¨® sirvi¨® a m¨¢s de 800 millones de telespectadores una pel¨ªcula en directo de pr¨ªncipes que pisaban una ciudad de ensue?o. El men¨² depend¨ªa, seg¨²n el telespectador estuviera sentado en un bar de Triana s¨®lo con el Guadalquivir por medio o en un sal¨®n de Bruselas. Pero hubo otra m¨¢s: la que vivieron miles de extras en las calles de Sevilla.
Mar¨ªa Paz Fern¨¢ndez Rivero, por ejemplo. O Laura Mier y Mar¨ªa de Matarraz, de Valladolid que viajaron en autob¨²s durante todo un d¨ªa; deambularon de noche por una ciudad inquieta para luego, ya cruzado el mediod¨ªa de ayer, contemplar a una Infanta que sal¨ªa soltera y regrasaba casada al Alc¨¢zar de Sevilla. Mar¨ªa Paz no tom¨® lubina; s¨®lo caf¨¦ y caramelos. Pero para evitar un divorcio en d¨ªa de boda fue previsora: "Yo le he dejado a mi marido un redondo guisado y crema de calabacines. Que se las apa?e, que un d¨ªa es un d¨ªa y yo no me voy de aqu¨ª hasta dejarla casada".
Hab¨ªa un transistor, que sonaba, y los locutores m¨¢s famosos repasaban la alineaci¨®n de famosos. "?Ha dicho ya que s¨ª?". Tambi¨¦n en la calle se core¨® el "s¨ª quiero" de la Infanta.
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