Columnas
Cuando ya se ha cumplido un a?o del encargo de estas columnas llega el momento de hacer balance, para proceder quiz¨¢s a su reestructuraci¨®n. Y para ello, ?por qu¨¦ no hacer una metacolumna autorreferente, centrada en las columnas mismas? Esta cuesti¨®n de la reflexividad est¨¢ de ¨²ltima moda en mi gremio sociol¨®gico, al decir de autoridades como Giddens o Luhmann (y entre nosotros Lamo de Espinosa). Comencemos por el formato: ?qu¨¦ clase de g¨¦nero period¨ªstico es la columna pol¨ªtica como canal de comunicaci¨®n? De creer a McLuhan notaremos que "el medio es el mensaje". Pues bien, el formato columna no deriva del soporte arquitect¨®nico (d¨®rico, j¨®nico o corintio), sino de la unidad militar (de infanter¨ªa a caballo o acorazada): la columna es un ariete de ataque la carga con el que se espera poder forzar el paso a trav¨¦s de las l¨ªneas de defensa enemigas.Pero el formato incluye la periodicidad, que impone sus propias reglas: no es lo mismo una columna semanal o diaria, que exige vigilar los acontecimientos puntuales que se van produciendo en la inmediata actualidad (eso es el an¨¢lisis pol¨ªtico), que la columna quincenal o mensual, con mucho mayor distanciamiento del d¨ªa a d¨ªa, lo que permite adquirir mayor ecuanimidad (en busca de la s¨ªntesis pol¨ªtica). Publicar columnas todas las semanas hace caer en el papel de columnista de guardia, obligado a judicializar la pol¨ªtica en busca de presuntos culpables en vez de causas explicativas y sin poder presumir la inocencia pol¨ªtica, que no vende, pues no escandaliza. De ah¨ª que el analista pol¨ªtico, como un juez o m¨¦dico de guardia, se vea obligado a sospechar al tratar s¨®lo con cuerpos del delito, cad¨¢veres pol¨ªticos e indicios de criminalidad, cayendo en el peor sensacionalismo amarillista. Por eso puede ser preferible abandonar la periodicidad semanal para perder protagonismo y ganar as¨ª distancia, rigor e imparcialidad.
Sin embargo, la tendencia actual del periodismo es incrementar sus dosis de columnismo diarias: as¨ª se advierte en EE UU, con alarma por el deterioro de la calidad. ?Qu¨¦ platillo de la balanza debe pesar m¨¢s: las noticias de informaci¨®n o las columnas de opini¨®n? Dada la imposibilidad de superar la inmediatez informativa de los medios audiovisuales, que comunican instant¨¢neamente noticias globales en tiempo real, la prensa de referencia se est¨¢ viendo obligada a caer en el exceso columnista para poder competir as¨ª con los debates y tertulias de radio y televisi¨®n. Pero con ello se est¨¢ produciendo una especie de agujero de ozono en la atm¨®sfera period¨ªstica: al igual que la falsa moneda expulsa a la aut¨¦ntica, tambi¨¦n la columna de guardia est¨¢ suplantando a la opini¨®n mejor fundamentada. Pero en Espa?a las cosas parecen mucho peores todav¨ªa, dada la epidemia de columnismo guardi¨¢n que infecta a nuestra prensa. Parte de la culpa es del poder socialista, que ha malversado sin escr¨²pulos el cheque en blanco que le extendi¨® la ciudadan¨ªa y luego, cuando le piden cuentas por el incumplimiento de su contrato electoral, s¨®lo otorga la callada por respuesta; y sustituir la responsabilidad pol¨ªtica por el silencio administrativo es una provocaci¨®n que echa m¨¢s le?a al fuego de la piroman¨ªa columnista. Pero eso no parece explicaci¨®n suficiente, y a¨²n se podr¨ªa plantear adem¨¢s, metaf¨®ricamente, una especie de regla de tres: Pedro Zola es al felipismo tard¨ªo lo mismo que Emilio Romero fue al franquismo tard¨ªo (queriendo significar con ello que la actual clase period¨ªstica de la postransici¨®n le est¨¢ ajustando las cuentas a la clase pol¨ªtica que protagoniz¨® y consolid¨® la transici¨®n). Se recordar¨¢ c¨®mo en las postrimer¨ªas de la dictadura, para poder comprar un lugar en el sol de la inminente democracia, la clase period¨ªstica franquista, con la banda de Romero a la cabeza, se ensa?¨® con la clase pol¨ªtica franquista que retroced¨ªa. Pues bien, algo as¨ª est¨¢n haciendo hoy las columnas incendiarias de Zola y compa?¨ªa, esperando romper las l¨ªneas de la clase pol¨ªtica socialista para infiltrarse as¨ª en la futura clase pol¨ªtica que el Partido Popular improvise alg¨²n d¨ªa.
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