?Guerra en Croacia?, ?qu¨¦ guerra?
Los habitantes de Zagreb no suspiran por m¨¢s aventuras militares, aunque sigan a tiro de los misiles de Krajina
ENVIADO ESPECIALEl ¨²ltimo grito en Zagreb es mirar los escaparates de un centro comercial subterr¨¢neo reci¨¦n inaugurado junto a la estaci¨®n central y el hotel Esplanade, que no hace muchos a?os todav¨ªa recib¨ªa a cenar en sus marm¨®reos salones a los elegantes que se apeaban del Orient Express camino de Estambul. El casi centenar de tiendas ofrece parecida mercanc¨ªa y cobra los mismos precios que en Espa?a, a pesar de que la multitud de croatas que acuden mayoritariamente a fantasear lleva a casa por t¨¦rmino medio, a final de mes, el equivalente a 40.000 pesetas.
A menos de cien kil¨®metros del centro de Zagreb est¨¢ Bihac, el enclave bosnio donde la guerra arrecia y unidades croatas colaboran con sus aliados bosniomusulmanes.para impedir el asalto final serbio. Y a menos de 60 kil¨®metros del Importanne se sit¨²an los controles de los rebeldes serbocroatas, que controlan por las armas, desde 1991, la regi¨®n de Krajina (un tercio de Croacia). Pero nada recuerda ya al pa¨ªs roto de hace tres a?os, aplastado por la hiperinflaci¨®n, en guerra abierta con los ultranacionalistas serbios, sufriendo una incontrolada avalancha de refugiados. ?Guerra?, ?qu¨¦ guerra? Aunque sigan a tiro de los misiles de Krajina, los habitantes de Zagreb no parecen suspirar por nuevas aventuras militares de reconquista.
Hace dos meses, en un sombr¨ªo mensaje a la naci¨®n, el presidente Franjo Tudjman anunci¨® que hab¨ªa decidido expulsar desu pa¨ªs, por in¨²tiles, a los 14.000 cascos azules de la ONU que hacen de colch¨®n entre croatas y serbios a lo largo de cientos de kil¨®metros, y que era la hora de recuperar la soberan¨ªa sobre la tierra usurpada.
Tras las presiones occidentales para modificar tal postura, las negociaciones; las m¨¢s recientes, la semana pasada en EE UU. Habr¨¢ una indeterminada y lenta retirada parcial de cascos azules (Tudjman habl¨® el s¨¢bado de 6.000 o 7.000); se modificar¨¢ el nombre de la restante Fuerza de Protecci¨®n de Naciones Unidas, porque los croatas no se sienten protegidos por ella, y Washington ha prometido desplegar unos centenares de observadores en los principales puntos fronterizos de Croacia con Bosnia y Serbia. Se tratar¨ªa as¨ª de ablandar la intransigencia de los serbios rebeldes de Croacia, menos de 400.000, impidiendo la ayuda militar que ahora reciben de sus camaradas de Bosnia y de la propia Serbia.
La estampida de la ONU de Croacia privar¨ªa al pa¨ªs balc¨¢nico no s¨®lo de m¨¢s de 30.000 millones de pesetas anuales en contratos directos por servicios, sino de multimillonarios ingresos derivados del gasto individual de m¨¢s de 15.000 personas, entre militares y civiles. M¨¢s importante: la recuperaci¨®n en marcha de la econom¨ªa croata depende inexcusablemente de pr¨¦stamos e inversiones occidentales, cuya congelaci¨®n fue anunciada a Zagreb si persist¨ªa en su decisi¨®n de echar a la ONU.
La ant¨ªtesis de una eventual guerra por Krajina es la transformaci¨®n de la econom¨ªa croata en los ¨²ltimos tiempos. Bajo un draconiano plan de austeridad puesto en marcha en octubre de 1993, la inflaci¨®n ha ca¨ªdo virtualmente a cero desde m¨¢s de un 1.100% ese a?o. La riqueza creci¨® casi un 2% el a?o pasado, despu¨¦s de muchos de estancamiento, y el despertar del turismo adri¨¢tico llev¨® 1.300 millones de d¨®lares en 1994 a las arcas del Estado, el 10% del producto interior bruto.
Que Croacia consiga rodar en el carril de las econom¨ªas en desarrollo de la Europa poscomunista depende de que llegue a un acuerdo con los serbios que ocupan una gran parte de su territorio. Por Krajina discurren los nudos vitales de las redes de carreteras y ferroviaria que conducen a las playas adri¨¢ticas.
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