Mi descreimiento
Parece a menudo como si lo, que la gente piensa o cree no representara tanto su opini¨®n como la posici¨®n que ocupa y la situaci¨®n en que se encuentra. Existe una ideolog¨ªa de clase social, claro est¨¢, pero tambi¨¦n una ideolog¨ªa que yo llamar¨ªa meramente topol¨®gica o estructural: la que secreta espont¨¢neamente cada densidad relativa de personas y asientos, de colas y oficinas, de horarios y calendarios. Solidaria indignaci¨®n de los que guardan cola, solitaria comuni¨®n de las amas de casa, etc¨¦tera.Conocemos tambi¨¦n el talante que caracteriza y a menudo caricaturiza cada medio o profesi¨®n: cr¨®nica agresividad de ejecutivo o impostada honorabilidad de notario, amor del funcionario por el papel timbrado o desordenada pasi¨®n del militar por el orden. ?Y no es cierto, tambi¨¦n, que tener o no tener un trabajo seguro marca hoy una divisoria mucho m¨¢s clara que la que separa a las distintas formaciones sindicales? Ahora bien, esta ideolog¨ªa topol¨®gica la exudan tambi¨¦n los partidos, instituciones o gobiernos que, m¨¢s all¨¢ de sus profesos idearios o programas (de derechas o izquierdas, conservadores o radicales, liberales o autoritarios) reflejan de hecho la situaci¨®n en que se encuentran. Vemos as¨ª que hay un pensamiento de empleado y de desempleado, de gobernante y de aspirante, de mayor¨ªa absoluta y de mayor¨ªa relativa, de minor¨ªa mayoritaria y de minor¨ªa residual, etc¨¦tera. Y vemos tambi¨¦n, las "afinidades electivas" que, como el caso de la P-2, se desarrollan entre todas las estructuras no transparentes: Opus y banca, partidos y mafia.
Algunos ejemplos servir¨¢n para aclararlo:
1. Mientras fue poderosa y dominante, la Iglesia reclam¨® el principio de Autoridad y castig¨® al disidente: con el fuego, con la excomuni¨®n, con lo que hiciera falta. S¨®lo en la medida en que perdi¨® poder pol¨ªtico y autoridad social fue su discurso cambiando hasta llegar a invertirse. Ahora y a no apelar¨ªa a la Verdad o al principio de Autoridad, sino a la Libertad de escuela, al Pluralismo de las opciones, etc¨¦tera. ?Nueva ideolog¨ªa de la Iglesia? No necesariamente. M¨¢s parece el nuevo discurso de un grupo o instituci¨®n cuando pasa del poder total al compartido, de la mayor¨ªa absoluta a la relativa.
2. Mientras tuvieron instrumentos pol¨ªticos y represivos suficientes, casi todos los grupos e instituciones de Madrid pretendieron mantener el castellano como lengua dominante en Catalu?a. Cuando no dispusieron ya de tantos recursos, pasaron a preocuparse por el pluralismo en Catalu?a y se convirtieron en paladines -?qui¨¦n lo iba a decir!- del biling¨¹ismo.3. Mientras el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez dispuso de mayor¨ªa absoluta en el Parlamento, sigui¨® present¨¢ndose como vertebrador de Espa?a. Al minuto de perder esta mayor¨ªa y necesitar unos votos catalanes, ya se hab¨ªa convertido en portavoz de la Espa?a plural y de la econom¨ªa productiva...A m¨ª este cambio, como los dos anteriores, puede parecerme estupendo -y tan magn¨ªfica como sensata la operaci¨®n de Pujol. ?Pero c¨®mo van a creerse muchos espa?oles que esta conversi¨®n fulminante no es un puro c¨¢lculo de partido que rima m¨¢s con "durar" que con "creer" ya nada? ?Es f¨¢cil tal vez creer en la oportuna vocaci¨®n pluralista de la Iglesia o en la repentina pasi¨®n biling¨¹ista de Abc, por mucho que hoy la proclamen? Pues bien, tampoco lo es dar cr¨¦dito a esta s¨²bita conversi¨®n del PSOE en algo parecido al PSC- y a costa del PSC, de paso, como ocurri¨® ya antes con la LOAPA.
Se dir¨¢, y con raz¨®n, que en pol¨ªtica importan las acciones y no las intenciones. Que si es bueno el cambio, bienvenido sea, y nada de pedir certificados de buenos sentimientos o intenciones. Lo que ocurre es que todo ello parece escandalizar definit¨ªvamente a esa poblaci¨®n que a¨²n cre¨ªa que los pol¨ªticos cre¨ªan en algo; que su pensamiento, no era un estricto, num¨¦rico, topol¨®gico posicionamiento. La gente es su ficientemente madura para en tender que la pol¨ªtica pueda crear strange bedfellows, claro est¨¢; pero no que ello se produzca sin unos m¨ªnimos de coqueteo que precedan y hagan decoroso el promiscuo toqueteo. Yo mismo, por poner un ejemplo, al ver el r¨¢pido y oportuno acercamiento de los socialistas espa?oles a mis ideas o creencias, dej¨¦ de creer en las suyas. Enti¨¦ndase: no dej¨¦ de creer en las ideas que tienen; dej¨¦ de creer en que tuvieran ya ninguna -buena, mala o regular- Y no es que yo haya imaginado nunca que la pol¨ªtica es fundamentalmente cuesti¨®n de ideas, en absoluto. Pero, la verdad, tampoco cre¨ª que fuera cuesti¨®n de no tener ninguna que rebasara la estricta noci¨®n bergsoniana de duraci¨®n.
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