De las fuentes
Los periodistas especializados en informaci¨®n pol¨ªtica han so?ado siempre, en todo el mundo, con encontrarse en una situaci¨®n similar a la que sirvi¨® a Woodward y Bernstein, de The Washington Post, para derribar a Nixon y hacerse con el premio Pulitzer. Los dos m¨ªticos reporteros se pasaron algunos meses publicando informaciones exclusivas en torno al caso Watergate, que contrastaban con varias fuentes pero siempre estaban originadas por la misma: un misterioso personaje al que bautizaron como garganta profunda, en clara alusi¨®n a una c¨¦lebre pel¨ªcula pornogr¨¢fica que estaba protagonizada por Linda Lovelace.Woodward y Bernstein recib¨ªan las confesiones de su misterioso informante, al que dec¨ªan no conocer, y luego, con los datos en la mano, preguntaban a las gentes del entorno gubernamental si negaban o no lo sabido. En alguna ocasi¨®n se atrevieron a publicar datos que no estaban lo suficientemente contrastados, y la espada del descr¨¦dito estuvo a punto de caer sobre sus cabezas. (Situaci¨®n delicada en Estados Unidos, donde publicar una informaci¨®n sin el suficiente apoyo de datos, le cuesta a uno la ruina profesional).
Pasados algunos a?os desde los acontecimientos del caso Watergate, el relato de los hechos sigue dejando abiertos algunos interrogantes sobre la acci¨®n de los reporteros. Sobre todo lo que se refiere a la personalidad de garganta profunda, que es quien, en realidad, condujo la investigaci¨®n. Cada minuto, cada paso. Los periodistas realizaban despu¨¦s la ardua tarea de contrastar, de rebuscar en los servicios de documentaci¨®n, de elaborar y de no meter la pata. Lo hicieron bien y consiguieron no escurrirse. Pero quien gan¨® la batalla fue, no nos enga?emos, garganta profunda. Sus motivos no nos interesan en exceso. Se tratara de quien se tratara, est¨¢ claro que quer¨ªa acabar con Nixon y encontr¨® en los reporteros el mejor de los caminos.
A lo largo de los ¨²ltimos meses estamos viviendo en Espa?a una situaci¨®n similar. S¨®lo que en este caso el relato del procedimiento es bastante menos heroico, aunque, eso s¨ª, es bastante m¨¢s llamativo, porque los gargantas profundas se multiplican, y m¨¢s que unos reporteros, el protagonista es un peri¨®dico.Los confidentes son Amedo y Rold¨¢n. Los audaces reporteros, los redactores de El Mundo que siguen esas investigaciones, dirigidos por Pedro J. Ram¨ªrez, un hombre que vivi¨® en Estados Unidos durante el desarrollo del Watergate (como 200 millones de personas m¨¢s, pero eso no es muy trascendente).
La diferencia esencial entre las dos situaciones es que sabemos qu¨¦ quieren los gargantas profundas, aunque no sabemos cu¨¢l es el pacto. Porque las fuentes privadas, exclusivas, siempre suponen la existencia de un pacto: yo te doy la informaci¨®n y t¨² me das a cambio algo (silencio, datos, imagen ... ).
Amedo busca venganza y fortuna personal. Amedo es un delincuente que canta a cambio de popularidad y dinero. Rold¨¢n busca explicarse algo y justificar la vuelta. Rold¨¢n es un presunt¨ªsimo delincuente que canta a cambio de una miserable justificaci¨®n. Ambos han buscado a los periodistas. ?Por qu¨¦ y a cambio de qu¨¦? Los periodistas nos explican razones endebles, pero ¨¦sa tampoco es su funci¨®n. Lo malo del caso es que los periodistas nos explican que ellos encontraron a Rold¨¢n en Par¨ªs (y no creen que la polic¨ªa lo hizo en Laos), y nos adornan la historia con persecuciones policiales y presiones de ministros y periodistas gubernamentales".
En los casos de Rold¨¢n y Amedo la fuente es la que manda. El medio informativo es m¨¢s que nunca un intermedio entre los deseos de los chivatos y la realidad. Porque en ning¨²n momento la corrupci¨®n de la fuente es puesta en cuesti¨®n por el medio. Y eso, siempre, tiene que ver con la naturaleza de la informaci¨®n.
En el caso Watergate nunca conocimos el impulso que movi¨® a garganta profunda. Aqu¨ª sabemos que unos delincuentes dan ventajas informativas cada d¨ªa y desconocemos qu¨¦ motivo lleva a no preguntarse por los mecanismos que se usan, muy similares a los criticados para los fondos reservados o las redes del GAL. ?O para los periodistas vale todo?
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