La Guardia Civil pens¨® que la muerte de Zabala y Lasa era un ajuste de cuentas
Los agentes que realizaron las investigaciones para identificar los dos cad¨¢veres hallados el 20 de enero de 1985 en la provincia de Alicante siempre barajaron la hip¨®tesis de que el crimen hab¨ªa sido un ajuste de cuentas a manos de una mafia extranjera. En ning¨²n momento orientaron sus pesquisas hacia un asesinato relacionado con el terrorismo. Fuentes de la Guardia Civil aseguran que se realizaron "m¨²ltiples pesquisas", que un mes despu¨¦s del macabro hallazgo comunicaron a la polic¨ªa los datos de las v¨ªctimas y, adem¨¢s, que "nadie orden¨® que no se investigara el caso".
Un cabo primero y varios guardias del equipo de Investigaci¨®n y Atestados de la Comandancia de Alicante, a cuyo frente estaba en esa ¨¦poca el entonces teniente coronel Romero Quintanilla, fueron quienes se hicieron cargo de las investigaciones sobre los dos cad¨¢veres. ?stos fueron encontrados en un hoyo excavado en un paraje situado a la altura del kil¨®metro 12 de la carretera A-182, en el t¨¦rmino de Busot.Los agentes extrajeron los cuerpos sin vida de los dos hombres y, a la vista de las horribles torturas que hab¨ªan sufrido, llegaron a la convicci¨®n de que hab¨ªan sido v¨ªctimas de un ajuste de cuentas. Y orientaron sus pesquisas hacia grupos mafiosos extranjeros, sobre todo porque la munici¨®n Geco empleada por los homicidas para rematar a aquellos dos desconocidos era "inusual" en Espa?a, seg¨²n recuerdan fuentes del instituto armado.
El jefe del equipo de Investigaci¨®n y Atestados -"un hombre muy meticuloso"- hizo un estudio del caso, y lleg¨® a la conclusi¨®n de que los criminales no deb¨ªan conocer la zona donde sepultaron los dos cad¨¢veres bajo 100 kilos de cal viva. Si conocieran la zona, no se habr¨ªan molestado en cavar un agujero: en las proximidades hay numerosos pozos de gran profundidad, donde habr¨ªa bastado dejar caer los cad¨¢veres para haber hecho pr¨¢cticamente imposible su descubrimiento. Eso fue lo que sostuvo el grupo de investigadores.
Confidentes y sospechosos
Los responsables del caso interrogaron a los vecinos de la comarca por si pod¨ªan aportar alguna pista sobre los dos fallecidos, pusieron a trabajar a sus confidentes, siguieron los pasos de alg¨²n sospechoso... pero todo result¨® est¨¦ril. Nadie sab¨ªa nada.
El 16 de febrero de 1985, escasamente un mes despu¨¦s del macabro hallazgo, la Guardia Civil facilit¨® a la Direcci¨®n General de la Polic¨ªa una descripci¨®n minuciosa de los dos muertos: uno de ellos aparentaba ser un hombre fuerte y con una estatura de 1,80 metros; el otro ten¨ªa el cabello negro, la nariz pronunciada, con rastros de haber gastado bigote, y con se?ales de que tiempo atr¨¢s le hab¨ªan sido extra¨ªdas las muelas del juicio y los primeros molares de la mand¨ªbula inferior. Pero la polic¨ªa tampoco supo ver que esta descripci¨®n pod¨ªa encajar con la de los dos presuntos etarras Jos¨¦ Antonio Lasa y Jos¨¦ Ignacio Zabala, desaparecidos en 1983 en Bayona (Francia).
Los guardias civiles rastrearon las urbanizaciones de Campello y Busot y, como resultado de ello, localizaron a varios extranjeros que resid¨ªan ilegalmente en Espa?a e incluso descubrieron extra?os rituales de espiritismo. Sin embargo, no dieron con el hilo que les permitiera llegar al ovillo del doble asesinato.
Durante a?os, ese caso fue "una obsesi¨®n" para los guardias civiles de Alicante, seg¨²n fuentes del instituto armado. ?stas aseguran que nadie torpede¨® ni paraliz¨® las investigaciones. Y explican que en aquella ¨¦poca apenas se sab¨ªa nada de los GAL y, por otra parte, agregan que era impensable que dos desaparecidos en Bayona en 1983 fueran a ser hallados muertos muchos meses despu¨¦s... y a cientos de kil¨®metros de distancia. "?Fuimos unos ineptos y no supimos trabajar? Es posible. Pero, desde luego, lo que se puede afirmar es que se trabaj¨® sin ning¨²n tipo de interferencia extra?a", declara un mando de la Guardia Civil.
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