El amigo de la Unesco
Entre la gente de mi generaci¨®n, la Unesco guarda todav¨ªa bastantes amigos. Muchos a¨²n recordamos que, durante la dictadura, el Club de Amigos de la Unesco fue una de las entidades que apoyaba modestos actos subversivos dentro de la Universidad y fuera de ella, dirigidos a mantener razonablemente vivo el anhelo democr¨¢tico. En la sede de ese club consegu¨ªamos in illo tempore unos peque?os desplegables con la lista de los derechos humanos seg¨²n los hab¨ªa establecido voluntariosamente la ONU, y los le¨ªamos a cada rato en las asambleas, como asombrados de que se nos negaran flagrantemente casi todos. Como ¨¦ramos pocos (?escaseaban tanto entonces, los antigubernamentales, que ahora florecen por doquier!), la polic¨ªa que asist¨ªa a esas demostraciones tomaba buena nota d¨¦ los amigos de la Unesco y de los amigos de los amigos de la Unesco. Yo creo que incluso copiaban al vuelo la lista de los derechos humanos, por si fuera cosa de elevar denuncia contra la ONU y la Unesco ante el Tribunal de Orden P¨²blico. En fin, favores que no se olvidan. De modo que algunos seguimos siendo perpetuos amigos de la Unesco, y ni siquiera cuando la benem¨¦rita entidad tiene un director empe?ado en imponer lo pol¨ªticamente correcto a los medios internacionales de comunicaci¨®n o cuando otro recibe a Fidel Castro confundi¨¦ndole con Sim¨®n Bol¨ªvar le perdemos a esa casa el debido y afectuoso respeto.Confieso haber sentido cierta alarma al saber que la Unesco favorec¨ªa con su ben¨¦vola tutela la conferencia de paz organizada por Elkarri en Bilbao hace pocas semanas. Pocas convocatorias tan escasamente prometedoras desde sus inicios han sido tan ampliamente publicitadas para obtener luego unos resultados a¨²n m¨¢s escasos de lo, que al principio se promet¨ªa. Para empezar, promet¨ªan poco los convocantes del encuentro: Elkarri es un movimiento pacifista (supongo que en el sentido de no violento) brotado de la coordinadora Lurraldea, la cual, en el asunto de la autopista de Leizar¨¢n, primero logr¨® que ETA respaldase sus peticiones ecologistas con atentados y luego que cesara los atentados cuando se hicieron ciertas componendas pol¨ªticas que da?aron gravemente la credibilidad del Pacto de Ajuria Enea. Esta habilidad para convocar al monstruo y despu¨¦s despacharlo, un acto de literal ilusionismo pol¨ªtico en el sentido m¨¢s tramposo del t¨¦rmino, fue celebrado en Euskadi por quienes quieren arreglar sus conciencias aunque nada m¨¢s se arregle como una gesta pre?ada de futuro. Lo ¨²nico que de verdad tiene a su favor Elkarri, como se ha demostrado en la tambi¨¦n reciente conferencia sobre Navarra y en otras ocasiones, es que son los menos b¨¢rbaros dentro de la barbarie del radicalismo abertzale. Ya es algo, pero no justifica que se lancen fuegos artificiales para celebrarlo, sobre todo si esa relativa moderaci¨®n no logra impedir la escalada de cr¨ªmenes y parece, en cambio, justificar en parte las reivindicaciones de quienes los cometen.
Tampoco promet¨ªa mucho el planteamiento mismo de la conferencia, pues se daba a entender que el problema de Euskadi no es el terrorismo sino los problemas de los terroristas para seguir si¨¦ndolo o para dejar de serlo. Se insist¨ªa desde el comienzo en el di¨¢logo y en las virtudes de hablar con los adversarios, como si no hubiese ya un Parlamento vasco cuyo propio nombre de parlamento anuncia obligatoriamente esa vocaci¨®n discursiva. Hablar pol¨ªticamente es cosa muy buena con quien quiere hablar, no con quien quiere seguir matando hasta que se le haga caso. Adem¨¢s, el Pa¨ªs Vasco es peque?o y solemos hablar unos con otros con frecuencia incluso sin esperar la invitaci¨®n de Elkarri. Si de lo que se trata es de hablar, ya hablamos desde hace mucho, en el trabajo, en la universidad, en la parroquia, en Euskal Telebista, en la prensa, en mesas redondas, en todas partes; pero si de lo que se trata es de hablar pol¨ªticamente, es decir, "parlamentar" entre representantes de ciudadanos y no c¨®mplices o amiguetes, para eso est¨¢ el Parlamento. Y con quien siga justificando la lucha armada, pol¨ªticamente ni hablar. Algunos exhortan a los partidos democr¨¢ticos a "tener valor" para hacer concesiones (?cu¨¢les?) sin esperar el fin de la violencia: ese "valor" es el mismo que demuestra el asaltado al que le ponen la navaja en el cuello cuando entrega la cartera sin resistencia, aunque pidiendo por favor que le dejen algo suelto para el taxi.
Tampoco los participantes en la conferencia de paz permit¨ªan hacerse muchas ilusiones sobre el resultado de la misma. Los miembros del PSOE y del PP se abstuvieron de ir, supongo que por algunas razones como las antes apuntadas. Sab¨ªan que el m¨ªtico contencioso aparecer¨ªa como responsable ¨²ltimo de la violencia, cuando lo evidente es que la violencia constituye el ¨²nico y verdadero contencioso que enfrenta a los vascos entre s¨ª y con el resto del Estado, hasta el punto de estimular con el GAL lo m¨¢s indigno y siniestro de ¨¦ste. Los nacionalistas democr¨¢ticos no ten¨ªan m¨¢s remedio que asistir, porque se acercan elecciones y los votos que van a perder hacia el PP s¨®lo pueden compensarlos ara?ando clientela a los abertzales. No hace falta que Joseba Eguibar explique m¨¢s veces la postura de su grupo, el dram¨¢tico dilema en que se encuentran es f¨¢cilmente comprensible: los nacionalistas tienen que intentar acabar con el terrorismo porque si no se quedan sin pa¨ªs, pero conservando el con tencioso porque si no se quedan sinriacionalismo. Los beneficiarios de la reuni¨®n deb¨ªan ser, pues, los "moderados" de HB, con una nueva ocasi¨®n de condenar la "intransigencia" de los espa?olistas por no escucharles mientras las turbas de su partido pon¨ªan patas arriba San Sebasti¨¢n en una manifestaci¨®n asilvestrada, y la propia organizaci¨®n Elkarri, que descolocaba con su protagonismo al resto de las organizaciones pacifistas vascas.
Por encima de todo ello planeaba ang¨¦licamente don F¨¦lix Mart¨ª i Ambel, director del centro Unesco de Catalu?a y presidente de la conferencia de aqu¨ª paz y despu¨¦s gloria (sobre todo para las pr¨®ximas v¨ªctimas de ETA). Nada m¨¢s pisar tierra vasca ya lanz¨® su primer diagn¨®stico sobre la situaci¨®n: el tema de la violencia no es cuesti¨®n de "buenos y malos", no basta con condenarla, sino que "hay que reflexionar sobre sus causas". ?Cu¨¢l puede ser la causa? "En el origen de los conflictos -sentenci¨® don F¨¦lix- siempre hay una injusticia". ?Qu¨¦ tranquilidad le dar¨¢ saberlo al Herodes que reparte mu?ecas-bomba a ni?as gitanas en .los sem¨¢foros de Pisa! En cuanto el mundo sea justo, ¨¦l cesar¨¢ de asesinar criaturas y se dedicar¨¢ a la floricultura, su aut¨¦ntica vocaci¨®n... Pero la injusticia que subyace al terrorismo en Euskadi es particularmente dif¨ªcil de resolver, porque no es cuesti¨®n meramente ¨¦tica, ni siquiera pol¨ªtica, "sino tambi¨¦n de car¨¢cter metaf¨ªsico: se debate el ser o no ser de los pueblos y la convivencia entre ellos". Como don F¨¦lix Mart¨ª es fil¨®sofo, la palabra metaf¨ªsica no le parece demasiado alarmante, pero a m¨ª, en cambio, en este contexto me deja tan inquieto como un enfermo de c¨¢ncer al que su m¨¦dico le dijese que su dolencia tiene mucho que ver con el signo astrol¨®gico del mismo nombre.
En las conclusiones de la conferencia, vaya por Dios, no se mencion¨® a ETA ni al terrorismo. S¨®lo se dijo que la reuni¨®n fue ¨®ptima porque hab¨ªa abierto el di¨¢logo, que dialogar siempre es bueno porque abre oportunidades para m¨¢s di¨¢logo y que el objetivo del futuro es incorporar al di¨¢logo a los hasta ahora remisos. Don F¨¦lix, en una aportaci¨®n personal, quiso ir m¨¢s all¨¢ (lo que tampoco era dif¨ªcil) y esboz¨® un dec¨¢logo, del que destaco el punto fundamental: "El marco de la paz es el respeto exquisito de los derechos individuales y colectivos. Nadie tiene derecho a matar, a torturar, a negar los derechos colectivos, a coartar las identidades culturales". Coincide as¨ª con el obispo Seti¨¦n y el vicario Pagola, que tambi¨¦n insisten mucho en "los derechos individuales y colectivos". Lamento discrepar una vez m¨¢s. El derecho a no ser asesinado ni torturado no es del mismo rango que el derecho colectivo a la autodeterminaci¨®n, la identidad cultural, el orden p¨²blico o lo que sea. Sabemos qui¨¦n es el sujeto del derecho individual, pero caben todas las versiones posibles respecto a sujetos colectivos como "el pueblo" o "la cultura nacional". Los primeros derechos son indiscutibles, los segundos. est¨¢n para ser discutidos por quienes respetan los primeros. Porque los derechos individuales se reivindican como el l¨ªmite civilizado que no deben transgredir las razones colectivas y porque a la vista est¨¢ que siempre se justifican las violaciones de los derechos individuales en nombre de los intereses colectivos. Mal asunto para todos nosotros si ya hasta en la Unesco dudan de estas cosas...
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