La justicia y el interior
Cuando, bajo la batuta de Juan Alberto Belloch, se decidi¨® la unificaci¨®n en uno solo de los antiguos ministerios de Justicia e Interior, muchos clamaron contra el riesgo que podr¨ªa existir de que -valgan las expresionesse interiorizara la Justicia m¨¢s que se justiciara el Interior. Sin despreciar el estimable trabajo del ministro, e incluso posiblemente contra sus propios prop¨®sitos, lo cierto es que el tiempo parece estar d¨¢ndole la raz¨®n a quienes abrigaban aquellos temores, porque el h¨ªbrido resultante de la unificaci¨®n tiene mucho m¨¢s la cara de Corcuera y Barrionuevo que la de la apacible dama de la balanza y los ojos tapados.Quienes trabajamos en el ¨¢rea de la solidaridad con los ciudadanos extranjeros competencia que, en sus aspectos de legalizaci¨®n de estancia, expulsiones, etc¨¦tera, depende del Ministerio de Justicia e Interior -contemplamos preocupados las continuas vueltas de tuerca que se dan a la pol¨ªtica de extranjer¨ªa en nuestro pa¨ªs. Y no porque no comprendamos que tiene que existir una pol¨ªtica de extranjer¨ªa, sino porque la que existe consiste b¨¢sicamente en restringir, reprimir, denegar y expulsar, lo que supone la frecuente presencia de elementos de arbitrariedad, abuso y falta de garant¨ªas elementales en muchas de las decisiones que se adoptan. En definitiva, lo que es propio de Interior, la eficacia, tiene primac¨ªa absoluta sobre lo que es propio de Justicia, el respeto escrupuloso a la legalidad.
Esto, que podr¨ªamos denominar sin reparo aut¨¦ntica fobia al inmigrante (no al extranjero en general, ya que cuando ¨¦ste es famoso o acomodado el trato es sensiblemente diferente), se pone en evidencia continuamente, ya sea denegando la residencia en Espa?a a los extranjeros casados con espa?oles o que tienen hijos de nuestra nacionalidad; o impidiendo la reagrupaci¨®n familiar entre extranjeros; o negando la legalizaci¨®n en Espa?a a personas que llevan ya muchos a?os residiendo aqu¨ª con una vida totalmente normalizada; o tambi¨¦n, rechazando la concesi¨®n de visados para desarrollar actividades laborales que no afectan negativamente al mercado de trabajo nacional; o, en otras ocasiones, exigiendo continuamente la documentaci¨®n a personas por el simple hecho de tener la piel de otro color. Tambi¨¦n se nota esa actitud cuando se aplican ¨®rdenes de expulsi¨®n sacadas del ba¨²l de los recuerdos o se dictan otras absolutamente desproporcionadas con la infracci¨®n supuestamente cometida. Muchos extranjeros temen acudir a las dependencias policiales para cualquier gesti¨®n, con mucha m¨¢s raz¨®n cuando son citados personalmente a ellas.
S¨®lo la justicia -entendiendo aqu¨ª por justicia a los jueces y tribunales- viene amparando en muchas ocasiones a los extranjeros ante la Administraci¨®n, bien suspendiendo las ¨®rdenes de salida obligatoria o de expulsi¨®n del territorio espa?ol o bien fallando en su favor en los recursos presentados, sin que eso sirva para que se cambien los criterios aplicados en los nuevos casos que se someten a decisi¨®n administrativa.
Se plantea as¨ª la paradoja de que los ¨®rganos que integran la justicia tengan que estar frecuentemente enmendando la plana a un ministerio que se dice tambi¨¦n de Justicia (aunque no sea, desde luego, su ¨®rgano de gobierno), Esta contradicci¨®n no deja de ser captada por quienes tienen la responsabilidad directa en la aplicaci¨®n de la pol¨ªtica de extranjer¨ªa (delegados del Gobierno y gobernadores civiles), pero ello no les impide seguir actuando m¨¢s como agentes de la mano derecha del ministerio -la de Interior- que de la izquierda -la de Justicia-
As¨ª pues, al menos en lo que a la materia de extranjer¨ªa se refiere, mucho nos tememos que el hermano siam¨¦s de Interior est¨¦ devorando a su hermano de Justicia. Empecemos a temblar si no se le acaba el apetito- Responsable del Centro de Informaci¨®n para Traballadores extranxeiros (CITE).
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