Del 'caso Rold¨¢n' a los 'papeles de Laos'

EL SUMARIO Rold¨¢n amenaza con ser engullido por los papeles de Laos. Lo accidenta y secundario pasar¨ªa a ser lo sustancial y principal en una especie de transubstanciaci¨®n de car¨¢cter poco menos que milagrosa. Pero como es imposible que tama?o fen¨®meno pueda producirse en el marco de un proceso judicial, s¨®lo cabe atribuir esa eventualidad a una mera per cepci¨®n enga?osa de los sentidos. La espectacularidad de algunas diligencias judiciales -por ejemplo, el retorno del juez Garz¨®n al Ministerio del Interior para tomar declaraci¨®n al director general de la Polic¨ªa- ayuda a crear esa falsa impresi¨®n.Bajo ning¨²n concepto las circunstancias de la detenci¨®n y puesta a disposici¨®n judicial del pr¨®fugo Luis Rold¨¢n pueden, desplazar la atenci¨®n de la justicia de lo que es el asunto esencial de su investigaci¨®n: el enriquecimiento del que fue director de la Guardia Civil entre 1986 y 1993 a cuenta de los fondos reservados y mediante el cobro de comisiones ilegales en adjudicaciones de contratas p¨²blicas.

Pero, aparte de estilos judiciales m¨¢s o menos aparatosos, existen otros indicios que hacen temer que el caso Rold¨¢n pueda quedar sepultado bajo los papeles de Laos, en contra de las m¨¢s elementales exigencias

del sentido com¨²n Y del Estado de derecho. El principal es la muy cuestionable dispersi¨®n de procedimientos judiciales en este asunto. De un lado, el juez Baltasar Garz¨®n investiga las circunstancias relativas a la detenci¨®n de Rold¨¢n; de otro, la juez Ana Ferrer instruye desde hace m¨¢s de un a?o las actividades delictivas atribuidas, al ex director de la Guardia Civil. El ministerio fiscal y la abogac¨ªa del Estado han se?alado la incoherencia de esta doble investigaci¨®n judicial. No s¨®lo porque el asunto delictivo es ¨²nico, cuales quiera que hayan sido las fases de su desarrollo, sino porque ninguna de estas fases se ha producido realmente en el extranjero, ¨²nica circunstancia que. justificar¨ªa la intervenci¨®n de un juez de la Audiencia Nacional en el caso.Los riesgos de esta superposici¨®n judicial son evidentes. A la juez que indaga el fondo del asunto y que dio la orden internacional de detener a Rold¨¢n se le hurta la posibilidad de conocer las circunstancias de la detenci¨®n y de valorarlas en el contexto de la investigaci¨®n. Como sensatamente se?ala el abogado del Estado, el proceder jur¨ªdicamente m¨¢s correcto y congruente ser¨ªa que la juez que instruye la causa principal contra Rold¨¢n investigara tambi¨¦n c¨®mo fue detenido y puesto a su disposici¨®n.

El caso es que, de momento, este ex pr¨®fugo de la justicia no ha dicho esta boca es m¨ªa ante la juez Ana Ferrer en relaci¨®n con los cargos que le comprometen. Y no porque se haya acogido al derecho constitucional a no autoinculparse, sino simplemente porque pone en cuesti¨®n las condiciones de su detenci¨®n. Rold¨¢n ha aprovechado, por lo dem¨¢s, su declaraci¨®n ante el juez Garz¨®n sobre el secuestro de Segundo Marey para contar lo que ha querido, y a su manera, sobre la presunta implicaci¨®n de terceras personas en ese hecho, erigi¨¦ndose en colaborador (??) de la justicia. Reparte basura, escoge el juez y quiere marcar el ritmo y hasta la agenda de la instrucci¨®n. Entretanto, los polic¨ªas que lo detuvieron en cumplimiento de una orden judicial tienen que ofrecer detalladas y completas explicaciones sobre las circunstancias de la detenci¨®n.

Si a ello se a?ade la ostentaci¨®n de la investigaci¨®n judicial sobre los papeles de Laos, en contraste con el quehacer discreto de la juez Ana Ferrer, y la pol¨¦mica sobre la suerte corrida por los justificantes del viaje a ese pa¨ªs asi¨¢tico, no es extra?o que exista la impresi¨®n, sin duda enga?osa, de que el caso Rold¨¢n es el caso Laos. Realmente, un disparatado y absurdo juego jur¨ªdico.