Peque?a historia de la locura mallorquina
El escritor y pol¨ªtico Antonio Espina (Madrid, 1894-1972) era el gobernador civil de Baleares cuando se produjo la sublevaci¨®n militar contra la Rep¨²blica. Espina fue perseguido pero se salv¨® de los fusilamientos fascistas. Fue ingresado en el manicomio por orden judicial militar en enero de 1938 y sali¨® "reclamado" en septiembre de 1939. No se le consign¨® enfermedad.Este escritor y cr¨ªtico, considerado un representante de la literatura deshumanizada e intelectual, coincidi¨® en el manicomio con otro colega de las letras. Este resid¨ªa en el otro bando, era m¨¦dico de locos y entonces falangista furibundo: Lloren? Villalonga, quien por cierto, pese a sus 30 a?os de psiquiatra en el manicomio, no dej¨® testimonio escrito alguno de su paso por el mismo.
Esta peque?a historia de la locura mallorquina recoge casi an¨®nimos episodios personales y ejemplos de la disciplina religioso militar que imperaba en el manicomio hace 60 a?os. Una enferma, en 1937, 10 a?os antes de abandonar el recinto cl¨ªnico, figura que don¨® una moneda de oro de 25 pesetas y 45 francos suizos "a la suscripci¨®n popular pro acorazado Espa?a".
Todos los bienes personales de los internos eran retirados y entregados a la madre superiora del Centro. Como anotaba un m¨¦dico en el libro de guardia en 1942, "del personal de mujeres cuidan las hermanas, de acuerdo con la distribuci¨®n que hace la madre superiora".
Fugas y fallecimientos son dos anotaciones frecuentes y repetidas en los viejos libros. Los doctores son lac¨®nicos en sus notas, quiz¨¢ rutinarios. La evoluci¨®n de los diagn¨®sticos sumarios en la psiquiatr¨ªa tambi¨¦n queda reflejada: debilidad mental, idocia, degeneraci¨®n, imbecilidad, man¨ªa, melancol¨ªa intermitente, delirio de persecuci¨®n.
En 1921 aparece el primer morfin¨®mano, que es dado de alta por curaci¨®n un mes despu¨¦s. En 1937, un escritor republicano permaneci¨® seis meses ingresado y se calific¨® como toxic¨®mano. El alcoholismo y la epilepsia son dos enfermedades frecuentes en el registro, as¨ª como la psicosis, esquizofrenia, confusi¨®n mental, par¨¢lisis general. Los militares y soldados en plena guerra sumaban muchos ingresos; bastantes no ten¨ªan diagn¨®stico.
Muchos reclusos portaban al. ingresar en el manicomio, en los a?os treinta y cuarenta, como toda pertenencia una llave, una cartera vac¨ªa y entre 2 y 30 pesetas. Un enfermo de 33 a?os, internado por orden del comisario de polic¨ªa en 1940, llevaba encima m¨¢s de 6.000 pesetas. Antes viv¨ªa en un hotel y era considerado casi un millonario. Los libros anotan todas las cantidades que se entregaron a las monjas para sus gastos personales. Diez a?os m¨¢s tarde segu¨ªa recluso y a¨²n dispon¨ªa de fondos.
Otra se?ora -terrateniente y de buena familia- en los a?os sesenta, al entrar deposita todas las acciones y obligaciones mercantiles, joyas y ropa de lujo. En las actas del psiqui¨¢trico las joyas contabilizadas son "al parecer". Nada es totalmente cierto. "Una piedra, al parecer, un rub¨ª. Un anillo, al parecer, de oro".
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