El Legan¨¦s se tambalea
La directiva rechaza la dimisi¨®n de Duque, tras la derrota ante el Salamanca
Lo peor no fue la derrota. Al fin y al cabo, el Salamanca es el equipo de moda, tiene futbol, aspira al ascenso y es superior, al menos, sobre el papel. Lo peor fue la imagen que ofreci¨® el equipo, impotente para la reacci¨®n, falto de pulso, desmotivado. El Lega se present¨® sin se?as de identidad. La casta, ese rasgo absolutamente definitorio del club pepinero, ese tesoro siempre bien alimentado Duque, se perdi¨® por alg¨²n rinc¨®n del Municipal. La afici¨®n sanciono con pitos la ausencia de esa rabia que tantas veces sirvi¨® para rehabilitar a un Lega desahuciado. Y el equipo se qued¨® temblando despu¨¦s de los dos sopapos que el Salamanca le solt¨®. El cuadro charro hurg¨® un poco m¨¢s en. la herida ya abierta del Lega, esa que empez¨® a sangrar con los siete goles encajados ante un rival directo como. el Palam¨®s. Y forz¨® incluso que Duque ofreciera su cabeza como pago por la sangr¨ªa.El choque comenz¨® con aires de fiesta: Luis Ricardo estrellaba un bal¨®n en el larguero apenas transcurridos tres minutos. Ah¨ª acab¨® el sue?o. Siete minutos m¨¢s tarde llegaba el primero de los dos impactos: las dos ¨²nicas llegadas del Salamanca se transformaban en gol. La limpieza y el orden del cuadro de Lillo contrastaban con la ausencia de mando y escasa de definici¨®n de los locales, que permitieron que el choque se enfriara en su camino hacia el intermedia.
El Legan¨¦s aprovech¨® el descanso para un cambio de look. Duque decid¨ªa jug¨¢rsela y colocaba sobre el terreno a un inusitado p¨®ker de te¨®ricos delanteros -aunque no todos situados en punta de ataque-: Antonio, I?igo, Luis Ricardo y Valdivia. La jugada no funcion¨®. Tocho y Mesas, encargados de crear para los hombres en punta, no supieron desempe?ar el nuevo papel que Duque les asignaba. La impotencia fue haci¨¦ndose colectiva. El Legan¨¦s recurr¨ªa a mansos tiros lejanos, dada su evidente incapacidad para convertir ideas en realidad. Y la grada empez¨® a pitar.
Nadie se atrevi¨® a hacerse con los mandos del equipo en el momento m¨¢s cr¨ªtico. Tan s¨®lo Luis Ricardo, siempre ¨¢vido de bal¨®n, demostraba la suficiente audacia como para echarse el equipo al hombro y tirar para adelante. El resto escurr¨ªa el bulto, dej¨¢ndose llevar por el infortunio que iba haciendo mella en el ¨¢nimo colectivo.
El Salamanca, mientras, se dej¨® contagiar por el ritmo cansino y tambi¨¦n opt¨® por poner el piloto autom¨¢tico. Lillo se desga?itaba desde la banda, intentando despertar a sus jugadores. Pero el cuadro charro no se complic¨® la vida y dej¨® pasar la oportunidad de golear a un colectivo que vive ahora sus horas m¨¢s bajas. Al final del partido, una aficionado local sintetizaba toda una ma?ana de f¨²tbol: "Lo mejor, la cerveza y el bocata".
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