Programa
Desde hace un tiempo, la peseta parece haber recobrado la calma, alcanzando paridades m¨¢s confortables y adquiriendo una cierta autonom¨ªa respecto a la incorregible debilidad del d¨®lar. ?Quiere esto decir que por fin han desaparecido las incertidumbres del mercado financiero porque nuestro Gobierno haya recuperado la iniciativa? Cabe dudarlo, pues la cotizaci¨®n de la peseta poco tiene que ver con la confianza que inspire nuestra pasiva pol¨ªtica econ¨®mica. Lo m¨¢s l¨®gico, en cambio, es que la calma monetaria sea producto de haberse sobrepasado la frontera del 4 de abril, fecha l¨ªmite para la hipot¨¦tica disoluci¨®n de a legislatura. Y no es que los mercados financieros voten a favor de la continuidad gubernamental (como les gustar¨ªa creer a los socialistas m¨¢s alejados de la realidad) sino que constatan un hecho objetivo que a medio plazo despeja cualquier incertidumbre de futuro: hasta el 4 de abril todav¨ªa resultaba posible que el Gobierno adelantase las elecciones generales (con la consiguiente imprevisibilidad de los inciertos escenarios post-electorales), pero desde entonces hasta el a?o pr¨®ximo ya ha quedado completamente descartada semejante posibilidad. En consecuencia, los mercados financieros se estabilizan.Pero tambi¨¦n pod¨ªa intervenir otro elemento adicional, cuya influencia resulta hoy por hoy muy dif¨ªcil de ponderar. Me refiero a un hecho nuevo, como es que el principal partido de la oposici¨®n se haya decidido a insinuar los con tenidos program¨¢ticos de su futura pol¨ªtica econ¨®mica. Y esto, se comparta o no la ideolog¨ªa del Partido Popular, es algo que tambi¨¦n contribuye objetivamente a despejar las incertidumbres pol¨ªticas, ya que hasta aqu¨ª no se sab¨ªa muy bien qu¨¦ podr¨ªa hacer la derecha espa?ola cuando por fin alcanzase el poder (pues hasta se dudaba de que lo su piese ella misma), como parece seguro que suceder¨¢ en cuanto se convoquen las pr¨®ximas elecciones generales. Pero ahora ya sabemos a qu¨¦ atenernos, pues el se?or Aznar ha adelantado un t¨ªmido resumen de su programa de gobierno. ?Por qu¨¦ ha presentado por fin el PP su programa a des hora, cuando podr¨ªa ganar las elecciones sin descubrir sus cartas ante la segura derrota socialista? Es cierto que el PP ten¨ªa que responder a las acusaciones ret¨®ricas de carencia de programa. Pero podr¨ªa hacerlo como hasta ahora, presentando otra en¨¦sima versi¨®n de su no-programa. Esto es lo que hizo el PSOE en 1982 gan¨® las elecciones con un seudoprograma que no pensaba aplicar nunca y que traicion¨® en cuanto lleg¨® al poder. Sin embargo, el PP ha preferido asomar su patita, anunciando a modo de. aviso una muestra de su verdadero programa neoliberal. ?Por qu¨¦ lo ha hecho si no ten¨ªa necesidad? ?Por honradez profesional, pues el que avisa no es traidor? ?Para sondear a la opini¨®n p¨²blica, af¨ªn de evaluar las reacciones que se produzcan? ?O para asustar a los ciudadanos, con tal de perder las elecciones y evitar as¨ª lo que m¨¢s se teme, que es asumir el poder?
En todo caso, bienvenido sea este anuncio de programa, por incoherente que resulte su contabilidad. Y si cabe celebrarlo no es s¨®lo por ser la primera vez que en Espa?a la derecha promete gobernar con una oferta-liberal (en lugar del acostumbrado parternalismo proteccionista y autoritario) sino porque quiz¨¢ rompamos as¨ª el hip¨®crita c¨ªrculo vicioso que bloquea a nuestra opini¨®n p¨²blica, que en privado reconoce la insostenible crisis fiscal mientras en p¨²blico se llena la boca con la sacrosanta intangibilidad de los derechos sociales. Esta falaz ficci¨®n, heredada del franquismo y apuntalada por el guerrismo, hace que todos mientan a derecha e izquierda, obligados a sostener una rampante demagogia a espaldas de la realidad. Pues bien, una vez aseguradas sus espaldas por el pacto de Toledo y con el viento electoral de las encuestas, a favor, hoy el PP se ha decidido por fin a dejar de mentir y a ense?ar sus verdaderas cartas program¨¢ticas. En buena hora sea, si con ello se abre un debate en nuestro discurso p¨²blico, oblig¨¢ndonos a todos a quitarnos la careta o la venda y a afrontar la realidad.
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