Fuenteovejuna
?Oh qu¨¦ admirable aplomo el de Corcuera para hacer aceptar p¨²blicamente, sin que lo pareciese, la mayor barbaridad, como aquella de proclamar, de cara a la pantalla, que ¨¦l ten¨ªa el deber de defender a los suyos" donde "los suyos" ("los m¨ªos") no eran otros que las Fuerzas de Orden P¨²blico! Pero, ?ay!,, nada de aquello se ha visto en el bochornoso espect¨¢culo de est¨®lida e incondicional solidaridad respecto de "los suyos" ofrecido por la Administraci¨®n actual y su partido. Un fuentovejunismo tan ciegamente un¨¢nime -salvo alguna excepci¨®n- que incurre en la imprudencia de ignorar hasta qu¨¦ punto justamente la propia desmesura de su unanimidad lo aboca a convertirse en muerasansonismo, y tanto m¨¢s cuando tama?a defensa de lo indefendible, lejos de saber cubrirse con nada parecido a aquel pasmoso temple de Corcuera, se enfanga m¨¢s y m¨¢s en el descr¨¦dito por la propia torpeza de la estridente y descompuesta acucia de su obcecaci¨®n. Por lo dem¨¢s, huelga decir que lo m¨¢s indecente de tan desaforado fuenteovejunismo est¨¢ en el, hecho de que, siendo impensable que todos lo sepan todo de todos los dem¨¢s, una tal cerraz¨®n no puede responder, en modo alguno, a un cierto grado, al menos aceptable, de confianza en la inocencia de "sus" perseguidos, sino que no hay m¨¢s remedio que atribuirla en exclusiva a la cruda y desnuda solidaridad corporativa a la que ¨²ltimamente obliga, al parecer, a semejanza de las viejas sectas de juramentados, la simple pertenencia a una facci¨®n pol¨ªtica: "Son de los nuestros y no hay m¨¢s que decir". Por ¨²ltimo, en esta misma actitud de "yo defiendo a los m¨ªos", Vera (El Pa¨ªs, 3-2-95, entrevista) ha agravado con una nueva precisi¨®n las palabras de Corcuera: "Amedo y Dom¨ªnguez [...] eran vistos como h¨¦roes por sus compa?eros [...] Una de mis misiones era mantener la moral y los valores de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad para combatir el terrorismo".
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